Opinión

Lo que ves se ha visto ya

Por Gustavo Ramírez

“No debes cambiar tu origen,  ni mentir sobre tu identidad , es muy triste negar de donde vienes, lo importante es a donde vas…”
Manal

La heterodoxia económica liberal impulsa y diagrama políticas coyunturales frente a la crisis, lo cual no está mal si se trata de buscar soluciones inmediatas para problemas urgentes. La cuestión es que lo que allí se radica no parte de la idea de expansión de mayor Justicia Social, ni de redistribución de la riqueza. Lo que se intenta es traccionar bienestar social segmentado, en la mayoría de los casos, para la clase media y asistencialismo para los pobres.

El trabajo queda así encapsulado en empleos temporales como lo puede ser la consagración de la obra pública, mientras que la producción queda en manos del capital concentrado que a su vez demanda más política de libre mercado. De esta manera el Estado es facilitador de negocios en la medida que “subsidia la oferta” pero es incapaz de generar políticas estructurales para modificar el status quo que somete a la permanente supervivencia a la clase trabajadora, en tanto facilita mayor enriquecimiento a las corporaciones económicas.

En este contexto de recesión mundial la economía Argentina se debate entre tres postulados que son silenciados por los voceros oficiales y también por los otros. Tenemos una economía altamente transnacionalizada, fuertemente dolarizada y con un anclaje profundamente extraccionista. Cuesta, entonces, entender cuáles son las políticas oficiales en este marco para salir de la trampa liberal.

En la últimas horas el Ministro de Economía, Martín Guzmán, declaró que “la inflación es un mal. Distorsiona todo el funcionamiento de una economía y le pega más a quien más abajo está en la escala de ingresos”. Sin embargo el gobierno acaba de dar vía libre a un nuevo aumento de combustible del 7 %. Que culminará en los meses siguientes cuando la “actualización” alcance, finalmente el 15 %. Es decir, seguirán pagando aquellos que en la escala de ingresos están lejos de poder encontrarse integrados al sistema, porque esto los hunde aun más.

Del mismo modo, el Ministro, sostuvo que el Ejecutivo tiene una mirada integral del problema inflacionario y remarcó que la inflación “es un problema multicausal que tiene que ver con los distintos desequilibrios macroeconómicos que tiene la economía”. Es decir, que de alguna manera la búsqueda de “equilibrio” económico es una responsabilidad compartida. Sin embargo, esto no es tan así cuando aquellos que generan inflación absorben ganancias. Una vez más se le está pidiendo a los trabajadores que sean socios en las pérdidas. Al mismo tiempo, amparado por el sobre diagnóstico el gobierno se abstiene de tomar medidas de fondo que le permitan salir de la coyuntura y establecer una relación de fuerza que le permita imponer condiciones.

“Es una condición necesaria que las exportaciones crezcan para que el crecimiento de nuestra economía se pueda sostener”, afirmó Guzmán. No obstante cabe preguntarse: ¿A quién beneficia, en una economía transnacionalizada, producir para exportar? ¿Cómo se respalda a la producción nacional sin trabajo argentino para consumo en el mercado interno? ¿Si la exportación genera una ganancia más rentable, cómo se beneficiaría la economía argentina, si el capitalista no deja las divisas en el país? Pero además, sin industria, ¿ qué vamos a exportar, materia prima, manufactura? y por último, en un mundo sumergido en la mayor recesión de la historia, producto de la pandemia por COVID-19 ¿A quién le vamos a exportar?

Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para  América Latina y el Caribe, señaló este último lunes que “el modelo económico que se ha aplicado en América Latina está agotado, es extractivista, concentra la riqueza en pocas manos y apenas tiene innovación tecnológica”. 

Argentina no esta exenta de este marco. El caso Vicentin, donde el gobierno cedió sin épica, es más que emblemático en tal sentido. “Nadie está en contra del mercado, pero debe estar al servicio de la sociedad y no al revés. Tenemos que encontrar nuevas formas de crecer y para eso se requieren políticas de Estado. No es el mercado el que nos va a llevar, por ejemplo, a más innovación tecnológica”, insistió la funcionaria de la CEPAL.

En su análisis, Bárcena sostuvo “América Latina ha perdido dos trenes: el de la política industrial y el de la innovación, dejando la toma de decisiones a las fuerzas del mercado” y agregó que  “está claro que ese modelo de desarrollo, sin una estrategia productiva, se agotó. Tanto en materia económica, como demuestra el bajo crecimiento, como en materia de distribución: que sigamos siendo la región más desigual del mundo quiere decir que no hemos sido capaces de repartir esa aparente expansión”. 

Entonces, ¿hacia a dónde apunta Argentina? Si la política económica es generar ingresos de divisas para pagar deuda externa, estamos en un problema grave, porque quienes se encuentra en la base de la pirámide social, no tendrán forma de subir, como les gusta graficar a los liberales cuando hablan de economía y se hacen los difíciles.

Y se afirma esto porque hasta el momento, el gobierno no presentó un plan de desarrollo industrial efectivo. Lo que se ha hecho en este año y pico de gestión es poner parches en la medida que los conflictos surgían. Es cierto, fue un año de pandemia, con todo lo que ello implica, pero en ese período hubo ganadores y perdedores y ambos fueron los mismo actores.

El artículo 39 de la Constitución de 1949, explicitó  “el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social. Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino”. 

Por su parte, en el artículo 40 se estableció que  “la organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución. Salvo la importación y exportación, que estarán a cargo del Estado, de acuerdo con las limitaciones y el régimen que se determine por ley, toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios”. 

Parece ser que el futuro está en el pasado, al menos para el beneficio de la clase trabajadora.

 

16/3/2021

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