Pensamiento Nacional

Las sotanas de los pobres

Por Gustavo Ramírez

Con demasiada simpleza se puede afirmar que el pasado es a penas una huella y sin embargo, esa no es más que una trampa conjetural. Es que tal vez la historia no nos sitúa en el tiempo sino en el Nosotros, un Ser amplio, comunitario y en servicio al otro. Claro, que en tiempos donde el Yo se impone como régimen de acción del sistema y la colonización del pensamiento se instala como matriz del sentido común, para muchos esa historia, que no sienten cercana y que describen como un relato mínimo, es perecedera y finita. Aunque en realidad está viva en la medida que está en el suelo.

Sin embargo ella, la historia, esa gran historia , al decir de Rodolfo Kusch, no solo no cuenta sino que nos da presente en la medida que nosostros-estamos en la tierraestamos siendo. Allí se refleja entonces, no ya como un espejo, sino como estamos siendo la identidad constitutiva del libro “Las sotanas de los pobres. Los curas de los oprimidos”, de los periodistas Daniel Parcero y Carlos Escobar, que hace poco re-editó Ediciones Ciccus.

El libro recoge el testimonio, en primera persona, de curas que al optar con lo pobres fueron dando cuenta de las transformaciones que vivía la Iglesia católica así como en ambiente geocultural donde desarrollaron su trabajo pastoral. Sacerdotes del tercer mundo, como muchos de ellos se definieron, se cuentan a si mismos por medio de una narración tan intrépida como sencilla, al alcance de todos. Allí están, entonces: Lorenzo Monaldi, Luis Farinello, Pablo Puricceli, Carlos Catani, Rodolfo Capalozza.

AGN Prensa dialogó con Daniel Parcero, periodista, miembro de la CGT Brasil y Mar del Plata por el gremio de prensa. Referente de la corriente revisionista del pensamiento argentino, descrita como izquierda nacional.

-¿ Dónde ubicarnos para abordar el libro Las Sotanas de los Pobres, teniendo en cuenta que de alguna manera el libro hace un recorrido histórico que a su vez nos ubica en lo que pregona la Doctrina Social de la Iglesia?

-Un hecho realmente importante, que viene a instalarse en la Argentina a mediados de la década del ’60,  donde un grupo de curas – entre ellos el más joven fue el Padre Farinello, fallecido hace pocos años atrás – que decidieron apostar, entre comillas, a una nueva mirada de la iglesia a partir de su Santidad Pablo VI que  continuó, más adelante, la senda renovadora, por decirlo de alguna forma, a través de la encíclica el Congreso de los Pueblos, la que de alguna manera no solo suponía una señal superadora, sino exponía liniamientos respecto al desarrollo económico que debían enfrentar los pobres.

Eso fue conocido en Roma en el año ’66, grupos de curas que se plegaron a una nueva orientación en la época, que si uno recuerda, de acuerdo a la edad que pueda tener cada uno, lo que era una iglesia cuando éramos jóvenes, o cuando íbamos al colegio, donde los curas daban la misma de espalda a los feligreses, donde las mujeres tenían que entrar con alguna manta sobre la cabeza, donde la misa se daba, por ahí, en otro idioma, donde la gente acompañaba como podía, donde las iglesias realmente eran un lugar de ostentación muy importante porque había figuras que estaban en bronce, en oro en algunos casos. Donde los curas vivían de una renta bastante importantes, donde vivían  en las iglesias, pero en su mayoría cometían grandes pecados que no se veían, y empezó a haber un compromiso desde  las altas jerarquías eclesiásticas en Roma de cara a los pobres, a los más humildes, a la gente de trabajo, donde su Santidad el Papa, tuvo una acertada frase y un acertado posicionamiento al decir que era la hora de “abrir las ventanas y que entre el aire fresco”. 

Es decir, de que los curas fueran parte de la sociedad y no sectores excluyentes y poderosos, alejados de  la realidad. No tenía por qué ir la gente a la iglesia, podían ir los curas al lugar de la gente, donde realmente se abrieron las ventanas del Vaticano para que entre ese aire fresco y eso se fue propagando por distintos países del mundo y también repercutió en la Argentina.

Acá hubo una corriente, que yo digo en el libro y que vos haces referencia, eran las “sotanas de los pobres”, hombres que decidieron no dejar de dar la misa, no dejar de estar los domingos en la iglesia pero también vivir una vida natural, los curas no son un caso paradigmático en la sociedad, son parte de la sociedad y esos curas decidieron ir a trabajar, no vivir de las dadivas, no vivir de ese recurso que la gente que va a la iglesia dejaba en la bolsita los días domingos y que después esos curas lo utilizaban como les parecía a ellos, de alguna manera tenían su importante vehículo, algunos tenían casas, todo oculto.

Esos hombres empezaron a vivir, empezaron a tener familia, porque no hay nada en la biblia que diga que un cura no puede tener una vida digna, una vida con compañera, con hijos, y empezaron a ser personas, parte de la sociedad, que hacían bajar las señales  de Dios que está en la estratosfera a la tierra, Jesús era un hombre terrenal cuyos sueños y esperanzas se podían relacionar persona a persona, día a día y no solamente en un templo los días domingos a determinada hora.

Salimos a buscar a esos sobrevivientes que después fueron,   con los procesos dictatoriales que sufrió la Argentina, perseguidos también por poderes eclesiásticos locales, fueron marginados de sus iglesias, pero bueno, los fuimos a ver, los fuimos a entrevistar. Esto empezó a suceder entre 2004 y 2005, pudimos rescatarlos, entre ellos a Lorenzo Monardi, a Luis Farinello,  Juan Walter que era un hombre, un cura que fue muy perseguido en Lomas de Zamora, y cuando fuimos a su encuentro estaba atendiendo un kiosco, ya fallecido hace tiempo.

Pablo Purichelli, el padre Carlos Roberto Catani, y pudimo rescatar ese compromiso de los curas de los oprimidos, la sotana de los pobres, rescatarlos después de que desde la última dictadura cometió grandes atropellos contra el legado de estos curas,  habían sido avasalladas las publicaciones que había de ellos, habían sido prendidas fuego, como pasó también con editoriales muy importantes, como Centro Editor de América Latina, que le prendieron fuego a todo su interior, su depósito.

Pudimos sacar esta publicación gracias a un dirigente sindical que todavía es vigente, un hombre muy joven, muy comprometido también con la iglesia, con la gente humilde, dirigente del sindicato de trabajadores de la construcción, el SITRAIC, que fue  él, con su gente quienes alentaron por primera vez esta publicación y posteriormente, fueron muy pocos libros, que se agotaron muy prontamente Ediciones Ciccus al enterarse de este libro ya agotado, hizo también su apuesta y bueno, lo estamos difundiendo.

 Gracias a la repercusión que había tenido la primera edición, una persona tan importante como Emilce Cuda, que venía siendo la representante  del Papa en América Latina y ahora una de sus consejeras más importantes en el Vaticano, es la autora del prólogo. Enlazar aquella corriente de pensamiento de lo que fueron los curas del tercer mundo con los actuales, hombres de la iglesia que están comprometidos con los pobres, los Curas Villeros, etc. Ese es el fin por lo cual nos hemos vuelto a comprometer con una nueva emisión de este libro.

-En este compromiso que destacás por parte de los protagonistas del libro ¿se puede establecer una continuidad entre lo propuesto por Pablo VI, Juan Pablo II  y Francisco?

Si claro, por supuesto. Vos imaginate que, con respecto al Papa que vos mencionas primero, el de los curas del tercer mundo, que decía que “entre aire aunque alguno se resfríe” y el Papa Francisco que cuando asumió se refirió a los jóvenes diciendo que “hagan lío”, una síntesis más que esa, imposible, una cosa tiene que ver con la otra.

Es eso, los curas no son personajes señalados con el dedo de nadie, ni de Dios ni de nadie, son personas que tienen un compromiso con la fe y un compromiso terrenal, no solo celestial, porque el compromiso es con el contemporáneo, con el otro, además de que puede ser con Dios,  pero el  compromiso de fe, de creer como, aunque parezca mentira y fuera de época, como se pintaba en las universidades de Nanterre en las década del ’60, soñar lo imposible, soñar lo imposible es posible pero si tenés al otro al lado, no si lo mirás desde arriba. Y ese fue el compromiso de aquel Papa, y ese es el compromiso del actual Papa, en eso evidentemente, hay una continuidad más allá de los tiempos.

-¿Considerás que los Movimientos Populares pueden ser, de alguna manera, herederos de esa cultura que además se plasma en trabajo que hacen los curas actuales en el territorio?

-Por supuesto, aunque algunas jerarquías eclesiásticas se incomoden, pero por suerte tenemos una visión en este sentido, no globalizadora, porque mucho se habla de la globalización. Una mirada desde las altas jerarquías eclesiásticas de hoy,  a través del Papa Francisco que pudo ser reflejada, pudo ser aceptada y se está propagando mucho en nuestro país, por suerte, que es la mirada esta, que te decía, terrenal que tienen los Curas Villeros, los curas de las distintas dos o tres corrientes, llamémosle nacionales y populares, que hoy cuenta la iglesia y que vienen haciendo un trabajo de compromiso, de compromiso con el ciudadano, con el otro en nombre de Dios y aunque algunos, como decía aquel Papa, aunque alguno se resfríen.

 

 

 

13/8/2021

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