Internacionales

La leyenda del héroe y el traidor

*Por Guadi Calvo

Durante la noche del domingo al lunes 23 de enero, se conocieron las fotografías de Iyad ag-Ghaly, el emir del Grupo de Apoyo al Islam y los musulmanes (JNIM) tributario de al-Qaeda global, en la región de Menaka, al este de Mali, en la frontera con Níger y a mil quinientos kilómetros, al noreste de Bamako, la capital del país.

En las imágenes, se lo puede observar rodeado de al menos nueve notables tuaregs, quienes han realizado el bayat (juramento de lealtad). Según analistas y servicios de inteligencia, la presencia del mítico muyahidín, tiene como fundamental razón la de atraer nuevos reclutas para el JNIM, que no solo está envuelto en una guerra contra el ejército regular de Mali, sino también con el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), la rama saheliana del Daesh.

Los tuaregs, que se reunieron con de Iyad ag-Ghaly, pertenecen al Movimiento para la Salvación de Azawad Daoussahak (MSA-D), localizados en el área de Menaka, disidentes del Movimiento para la Salvación de Azawad (MSA), un grupo armado local que firmó el acuerdo de paz de 2015 con el gobierno de Malí, después de haberse levantado contra Bamako en 2014, en reclamo de Azawad el mítico territorio tuareg, hoy repartido entre Argelia, Burkina Faso, Mali, Mauritania y Níger.

La última aparición conocida de Iyad Ag Ghaly, fue en lo que se catalogó como “un lujoso banquete”, con el que se celebró en octubre de 2020, la liberación de 180 de sus hombres, a cambio de varios rehenes, entre los que se encontraba el dirigente político local, Soumaila Cissé, secuestrado en marzo y la trabajadora humanitaria franco-suiza Sophie Pétronin, retenida por los rigoristas desde diciembre de 2016.

El secuestro de Cissé, se había producido a semanas de que el entonces presidente, Ibrahim Boubacar Keita, derrocado finalmente en agosto del 2020, anunciara su intención de iniciar un diálogo con Iyad ag-Ghali. Lo que finalmente nunca sucedió.

El reciente encuentro de ag-Ghaly, con los líderes tuaregs, se habría producido en el sector de Inekar, a unos setenta kilómetros de la frontera con Níger, una zona muy apartada de Kidal o del sur de Argelia, territorios donde el emir del JNIM, se mueve con total seguridad, en el área de Menaka, desde hace más de dos meses. El día veintitrés de enero también se conoció el secuestro del médico Mahamadou Diawara, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Muchos analistas pro occidentales creen que esa libertad de movimientos, se debe al reciente abandono que han hecho del país, las fuerzas francesas de la Operación Barkhane, mientras otros, consideran que justamente esa libertad de movimiento, se la está otorgando la inteligencia francesa, hoy totalmente enfrentada con el gobierno del coronel Assimi Goïta, quien funge como presidente de Mali y el líder de la junta militar que gobierna el país, libre de las presiones francesas desde mayo del 2021.

La presencia de Iyad Ag Ghaly, tan alejado de sus áreas de seguridad, también puede tener que ver, con su intención de inspeccionar in situ, el derrotero de la guerra intra-terrorista, que se ha desatado, ahora sin ambages entre su grupo y el Estado Islámico del Gran Sáhara., que ya no solo se libra en el norte de Mali, sino en amplias zonas del norte de Burkina Faso.

En este cuadro de la guerra entre el Daesh y al-Qaeda, que de alguna manera se libra en todas las Willat (provincia del califato) donde ambas organizaciones tienen presencia, cómo en el norte de Somalia, diferentes áreas de Yemen, o en todo el Emirato Islámico de Afganistán, donde los talibanes, junto a sus históricos aliados de al-Qaeda, combate la presencia cada vez más activa del Daesh Khorasan

Específicamente sobre lo que está sucediendo en el noreste de Mali, la situación de seguridad de su población es cada vez más angustiante, desde que hace ya un año ha estallado la guerra entre las khatibas del JNIM y las del Daesh o el EIGS. Quienes est.an desarrollando una estrategia de conquista, por el terror: masacrando civiles, incendiando aldeas e incautando todo lo que les pueda servir, desde ganado a vehículos, desde granos a armas a medicinas. Se estima que desde marzo del 2022 hasta diciembre último más de mil civiles murieron a causa de esta guerra. Este conflicto ha obligado a cientos de civiles a sumarse a la oleada de desplazados internos del norte de Malí, que sobrepasan el medio millón, de ellos unos 25 mil que han llegado a Mali, huyendo de las acciones terroristas en el norte de Burkina Faso.

Las andanzas del emir

En este marco de situación, es que el JNIM, está buscando ampliar el número de efectivos, de ahí la presencia y la difusión masiva de las imágenes de Iyad ag-Ghaly, quien tiene un aura legendaria para miles de jóvenes no solo malíes, sino y particularmente entre los tuaregs, tras años de combates, lo que no solo lo convirtieron en el emir del Grupo de Apoyo al Islam y los musulmanes, resultado de la unión de varios grupos integristas que operaban en el Sahel y se fusionaron en 2017, los grupos al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), al-Mourabitoun, el Frente de Liberación de Macina (FLM) y Ansar Dine, bajo la consigna de: “un solo estandarte, una sola organización y un único emir”. Aunque en la práctica no han perdido su identidad.

Para la inteligencia occidental, ag-Ghaly continúa siendo el enemigo público número uno en el Sahel. Más allá de la competencia que le impone el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS) y a pesar de que ya, según las fotografías difundidas, y analizadas por quienes lo conocen, han detectado, que su barba ha encanecido y sus facciones, envejecido.

Con su presencia, en esta zona, Iyad Ag Ghali, ha intentado también atraer a otras comunidades, víctimas de los abusos del ISGS, además de desafiar, al día siguiente de su 62 aniversario de su fundación, a las Fuerzas Armadas de Malí (FAMAs), cuyo mandos justificaron tanto el golpe del 2020, como el del 2021, por los malos resultados, de los respectivos gobiernos, en la lucha contra el terrorismo.

La leyenda de Iyad Ag Ghali, nacido en la región de Kidal, perteneciente a la tribu de Ifoghas, con más de setenta años, comenzó a crecer desde su juventud, cuando participó en la lucha tuareg, por la liberación de Azawad, junto a su padre, quien murió en combate en 1962, en una de las tantas revueltas tuareg.

En 1973, tras la fundación de la Legión Islámica por parte del coronel Muhammad Gaddafi, junto a muchos jóvenes tuaregs, viajó Libia, fuerza a la que se integraría, y con la que fue enviado en 1982 a Líbano, en apoyo de los palestinos en su lucha contra las milicias cristianas y el ejército sionista. Algunas informaciones, señalan que en agosto de ese año, sería evacuado de Beirut, en un barco francés, donde también viajaba Yasser Arafat.

En 1983, en Chad, participó en el intento de derrocar al presidente Hissne Habré. Para más tarde, ya convertido en un experimentado veterano, regresaría a Malí.

Ya instalado en su país, en 1987, fundaría el Movimiento Popular de Liberación del Azawad (MPLA). En 1990, a la cabeza de unos cincuenta combatientes, dirigió el asalto a una comisaría en Menaka, donde murieron más de una docena de policías, al tiempo que consiguió que su grupo no tuviera ningún muerto.

Sus victorias lo llevaron a convertirse en el líder político y militar del movimiento reivindicatorio de Azawad, en franca lucha contra el Gobierno de Bamako, bajo la presión del Argel, firmará con el coronel Ousmane Coulibaly, jefe del Estado Mayor General de los Ejércitos de Malí el acuerdo Tamanrasset, ciudad del sur de Argelia en 1991 para terminar con la rebelión tuareg de 1990-1991. Tras lo que se desmilitarizan las regiones de Kidal, Gao y Tombuctú casi ochocientos mil kilómetros cuadrados, el tamaño de Turquía. Dicho acuerdo sería un golpe demoledor a la unidad tuareg, ya que del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad, se escindieron el Frente Popular para la Liberación del Azawad (FPLA), el Ejército Revolucionario de Liberación del Azawad (PMRA) y el Movimiento Popular de Azawad (MPA) del propio ag-Ghaly, quien para muchos pasaría a convertirse en un traidor.

Tras instalarse en Bamako, en 1996, conoce la corriente la Jamaat al Tabligh, (Sociedad de Difusión de la fe) una secta rigorista de predicadores paquistaníes de la que ag-Ghaly, más tarde se convertirá en discípulo, iniciando su radicalización.

En 2006, tras un nuevo levantamiento tuareg, que culminará con otro acuerdo de paz, en el que también participa ag-Ghali, apoyado por Argelia. Y entrando en contacto, con funcionarios de la embajada norteamericana de Jartum, (Sudán) a quienes les causó una “muy buena impresión” En el informe al Departamento de Estado se lee, “de voz suave y reservado” muy alejado de la imagen de “guerrero de sangre fría creada por la prensa malí”.

En 2007, ag-Ghali, fue enviado como Consejero Consular a la ciudad de Yedda (Arabia Saudita) donde además completaría su proceso de radicalización. Sus contactos con grupos wahabitas extremos, obligaría a los sauditas a expulsarlo en 2010.

De nuevo en Mali, después de fracasar en el intento de asumir como ämenûkal (título del jefe tradicional tuareg) de su tribu, los ifoghas y de volver a convertirse en el líder del nuevo Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA), fuerzas establecida, por los combatientes tuaregs, que habían resistido, junto a el coronel Gaddafi, la invasión de la OTAN a Libia.

Tras ser rechazado, junto a sus únicos cincuenta seguidores, en al-Qaeda para el Magreb islámicode Abdelmalek Droukdel, funda en 2012 Ansar Dine (los defensores de la religión) y desde entonces hasta convertirse en el emir de Grupo de Apoyo al Islam y los musulmanes, su carrera sigue siendo tao cura con sangrienta, con mucho de héroe, pero también mucho de traidor.

 

 

*Escritor y periodista, especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

 

 

30/1/2023

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