Juan Ramón Verón, popular “Bruja”, tenía 81 años y vivía algo inusual en nuestro querido fútbol argentino: idolatrado en los ’60 y 70, multicampeón, Estudiantes de La Plata, repitió el ciclo glorioso en el talento de su hijo, Juan Sebastián Verón, 50 años después.
Verón padre, delantero zurdo, habilidoso, gran definidor y valiente en la zona donde todo se reduce a espacios pequeños. En el ’68 sus goles, memorables, dieron al “Pincha” el primer título internacional, la Copa Libertadores.
Pudo ser mayo del ’68 cuando Estudiantes y Palmeiras definieron en tres partidos. La ida, La Plata, el viejo estadio de 57 y uno. Enseguida en el mítico Estadio Pacaembú, San Pablo, y el tercero en el Centenario de Montevideo. En rigor, Verón en 5ta división con 17 años con su compañero y amigo Eduardo “Bocha” Flores, estaba en estado de gracia. Ambos impactaban por juego de habilidad y en el segundo, también zurdo, por la pegada. Eternos.
En modo inesperado debutaron en primera dic ’62 contra Boca, la tarde de la vuelta olímpica del club xeneize con el presidente Alberto J. Armando de impactante traje blanco, dando la vuelta en “La Bombonera” con los jugadores. Flores y Verón para siempre como si fueran “Thompson y Williams” o la ropa de trabajo “Coppa y Chego”. En el fútbol grande, Labruna y Loustau. Antes Campana y Búsico. Sin olvidar a Simes y Sued. Por River, Chacarita y Racing.
Flores y Verón al cabo, una marca. El legendario Osvaldo Zubeldía DT desde enero ’65 a fines de 1970 hizo el resto. Construyó un equipazo con ocho de la “Tercera que mata”, donde los citados tuvieron notables compañeros. Desde el arco, Alberto Poletti, la defensa impasable con el tucumano Ramón Aguirre Suárez, Oscar Malbernat, Eduardo Manera, Carlos Pachamé, al tiempo que completaron Rubén Bedogni y el “Vasco” de Pergamino, Juan Echecopar.
Verón padre, futbolista. De 1,76 de estatura. Su hijo, Sebastián 1,83, el primero zurdo clásico. Amague, freno, gambeta corta. El hijo, organizador diestro. Cabeza levantada. Pegada y cambios de frente en treinta y 40 metros. El “Rincón de los Recuerdos” lleva al cronista a la noche mágica. Verón faltando seis o minutos se corrió a la derecha. Estudiantes apretando a Palmeiras. Hasta ahí ganaba el equipo paulista – gol largamente protestado al árbitro uruguayo Esteban Marino – en el PT.
Servilio recibió en línea con el último hombre del “Pincha”, quizás el zurdo fino Raúl Madero. La defensa reclamó fuera de juego. Marino dejó de seguir. Uno a cero y el Estadio una caldera. En el ST tiempo Palmeiras se dedicó a un defensor. Tenía un buen equipo. Defensa fuerte, Baldochi, Escalera, hijo de la raza negra, 1,90 estatura, en el medio dos mediocampistas de lujo, Ademir y “Dudú” con varios adelante de juego profundo. Además del autor del gol, el bravo Tupazinho.
Estudiantes, pantaloncito blanco, corría desde la intensidad del profesor Kistenmacher en las mañanas de pretemporada. Arena de playas de Necochea. Verón por la derecha. Marcos Conigliaro y Felipe Ribaudo fabricaron el hueco. Verón padre, como “8” adelantado, dentro del área en “zig zag” impensado, llevando la pelota de pie a pie, eludió tres obstáculos en un trecho de diez metros haciendo la diagonal de derecha al centro. Definir con un derechazo y estallar el Estadio.
Enseguida “Bocha” Flores tomó un rebote y desde el borde del área clavó un zurdazo en medio del vallado del representante del fútbol brasileño. Un contramano de su historia. Todo metido atrás. El recuerdo revive la final. Las calles aledañas una fiesta. La mítica Cervecería “La Modelo”, con trescientas personas, lugar con capacidad para la mitad, al tiempo que nacía un lema para siempre.
“Si ve una “Bruja” montada en una escoba, ese es Verón, Verón, que está de moda”.
Al tiempo, la Popular hizo un cambio: “Ese es Verón, Verón que está de joda”. Algo inolvidable. Verón hizo goles memorables. Tras la derrota en la revancha, Palmeiras se hizo muy fuerte en el Pacaembú (terminó 3 a 1) en el tercer partido disputado en el Centenario de Montevideo, en una contra Verón mano a mano con el arquero.
Amague, gambeta larga y definió otra vez de derecha. Ribaudo el otro, Estudiantes campeón de América, siendo que no era favorito. Una fiesta inolvidable. Verón anduvo por Europa. Vivió una etapa en el incipiente fútbol griego. En Colombia, figura también.
Cuando nació Sebastián, marzo ’75, Carlos Bilardo DT, amigo de La Bruja, prefirió no distraerlo porque se venía el clásico de La Plata. Concurrió como médico a ver al recién nacido. Después del partido le avisó: “Tenés un hijo hermoso”.
La última del “crack” para sorpresa de todos. A los 78 años se enamoró de una joven en una relación casi cinematográfica. Le llevaba más de 45 años a su pareja. Le había batido el récord a Anthony Quinn. Un “crack” total.
“No habrá ninguno igual” como el tango. El gran Alberto Toscano Rendo, entre otros contemporáneos, dijo: “Antes de Maradona, los zurdos lujosos: La Bruja, el Bambino (por Héctor Veira) y el Beto (Norberto Alonso). Casi nada.
Continuará.
*Columnista de La Señal Medios, Mundo Amateur, Víctor Lupo, Agencia Nacional y Popular, De Memoria y AGN-Prensa.
28/5/2028
