Poliedro

Jornada Mundial de los Pobres: “Una comunidad que se organiza no se cruza de brazos, sino que se arremanga y sirve”

Por Redacción

En el marco de una nueva Jornada Mundial de los Pobres, instituida hace algunos años por el Papa Francisco y celebrada cada noviembre, el equipo de Cáritas y la arquidiócesis de Buenos Aires difundieron una serie de recomendaciones y destinadas a mantener una actitud constante de caridad  y solidaridad hacia quienes menos tienen.

Con estas iniciativas se busca promover una renovada de la visión de ayuda a los pobres, que invitan a reflexionar sobre el papel de cada persona en la construcción de una sociedad más justa y humana. En este marco, el vicepresidente de Cáritas, padre Sebastián García,  explicó que “este mes de noviembre, lo queremos dedicar en nuestra querida arquidiócesis porteña, a poder reflexionar sobre nuestro trato con los pobres, cómo acompañamos, qué desafíos se nos presentan, y poder reconciliarnos también nosotros con nuestras pobrezas”.

Asimismo, puntualizó que “durante años asistimos quizás a una práctica desencarnada de polaridad ‘arriba-abajo’ en torno a la caridad. Desde arriba, da el que tiene, desde lo que ‘le sobra’, a quien se encuentra abajo, porque claramente no tiene lo que necesita, es decir, el pobre. Este esquema es profundamente real, hipócrita y denigrante”.

“En cambio, la solidaridad aparece como una relación auténtica entre los seres humanos, como signo de ‘genuina preocupación por el otro’, como poniéndonos ‘debajo de su piel’. Pero la caridad renovada, entendiéndose desde la perspectiva de Jesús, es sumamente empática. Es decir, no solo se puede poner en lugar del otro, sino además mira la realidad desde la realidad del otro. Este es el desafío, de cara a una renovada práctica de la caridad cristiana”, destacó  García.

Al mismo tiempo, enfatizó que “nunca lo que hagamos puede generar dignidad en el otro, porque ya es digno. Pensar que una persona solo por el hecho de ser persona no es digna, es negar la naturaleza humana, la acción creadora de Dios, la salvación de Jesús y la santificación del Espíritu Santo. Todo hombre por ser hombre es digno. La caridad no otorga dignidad”.

De este modo, “la caridad, cristianamente entendida, ofrece herramientas para encontrar caminos que nos hagan reflexionar, repensar, redescubrir y revalorar la dignidad humana. El encuentro garantiza la capacidad de escucha atenta y respuesta real. Sin “arriba ni abajo” solo queda hacernos al mar borrascoso de la existencia para encontrar soluciones integrales. No hay magia en orden a la caridad”.

En esa línea  destacó: “Podemos afirmar que no hay auténtica caridad sin dimensión comunitaria de la fe. La caridad está más en la comunión de voluntades creyentes que en la soledad de los corazones individualistas. Es afirmar sobremanera que la comunidad garantiza la caridad cristiana. Claramente no basta que una comunidad tenga un local de Cáritas para vivir la caridad. El auténtico amor caritativo es asunto de toda la comunidad. Los pobres no son asunto de unos pocos”.

“Tenemos que perderle el miedo al Encuentro. Tenemos que perderle el miedo a los pobres. Los pobres enriquecen con su pobreza a toda la comunidad. Tanto como hizo Jesús que “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8, 9) Los pobres y todas las pobrezas, las de siempre y las de ahora, son motivo de acogida alegre y gozosa para la comunidad cristiana”, añadió el sacerdote.

Por último, manifestó que “la comunidad que se organiza respecto a la caridad, organiza su vida y da respuesta cierta y verdadera a los desafíos de las pobrezas. La mirada encarnada de la realidad, desde los valores del Reino, nos garantiza no perdernos en el camino sino encontrarnos y organizarnos. Una comunidad que se organiza, planea, proyecta y sueña, hace efectiva (¡y muy afectiva también!) la caridad y da respuesta. No se cruza de brazos, sino que se arremanga y sirve”.

 

 

 

 

5/11/2024

 

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