La “grieta” a la que aludió por primera vez Jorge Lanata, hace una década, en la entrega de premios “Martín Fierro”, es muy anterior a sus nominaciones, “ganadores” y “perdedores”, afín a los “clásicos” de la Argentina: Boca-River, anterior al Peronismo-Anti-peronismo, primera fila de los rencores de nuestra sociedad, política y deportiva.
En ese juego de amores y odios, para los primeros, Jorge Lanata es algo así como “la Catedral” del periodismo, como exageró Fernando Bravo en sus 60 años de locutor, animador, célebre “Comunicador Social”, no ajeno, en el ’79, al gobierno de la dictadura, durante los festejos por el Mundial Juvenil. “Los argentinos somos derechos y humanos.”
Hace 45 años, Bernardo Neustadt, virtual abanderado del “Régimen” desde los Medios de Comunicación masivos, radio y TV, mucho antes, cercano al peronismo en el ’54, cuando estuvo en Prensa del Vicealmirante Alberto Teisaire, luego candidato por el PJ a la Vicepresidencia. De idas y vueltas. Fama y dinero.
Un joven periodista, de fuerte militancia peronista, Claudio Díaz, hizo un estudio del “Anti-Peronismo” desde las veinte bombas de trotyl caídas en Plaza de Mayo, al mediodía del 16 de junio del ’55, consigna de la Fuerza Aérea y aviones de la Marina. El saldo: 466 muertos y 800 mutilados. El desafío: “Matar a Perón.”
En un libro publicado en 2007, Claudio recorrió el espinel del “gorilismo vernáculo”, materia de escritores, hombres y mujeres del pensamiento crítico a los años del peronismo en el gobierno, 1946/55. Casi 370 páginas condensadas en el “Manual”, donde convergen los hermanos Ghioldi, Américo y Rodolfo, para empezar.
La “izquierda” representada por el Partido Comunista, donde albergaban a Vittorio Codovilla y Ernesto Sábato, seguía la misma línea de los socialistas Juan B. Justo y Alfredo Palacios. Según el joven escriba, luego viraron a la “derecha”. Claudio Díaz alude al respaldo de los citados a la llamada “Revolución Libertadora”, año 1956.
Según el notable recopilador de la “cultura popular”, uno de los primeros arrepentidos, en junio del ’56, cuando el gobierno de Pedro Aramburu e Isaac Rojas promulgó la Ley Marcial y fueron fusilados veinte militares y civiles en el frustrado levantamiento del Ejército “Nacional” al cargo del Gral. Juan José Valle, de clara pertenencia al peronismo.
Sábato estaba en Salta, invitado por un grupo de intelectuales a dar una conferencia. En un momento pide ir al baño en una antigua casona de una de las familias de la llamada “oligarquía salteña”. El recorrido de la amplia casona, antes casco de estancia, atravesaba el lugar en 40 metros. Al fondo, una cocina.
El laureado escritor de “Héroes y tumbas”, al salir del “toilette”, pasa por una sala, antecocina. La puerta estaba entreabierta. Adentro, varias mujeres, cocineras, ayudantes, alguna de ellas con niños, todos llorando. El peronismo caído, con el sesgo de la tragedia —bombardeado y luego masacrado en basurales— dejaba secuelas en gente humilde.
Según Claudio Díaz, aquella dualidad obligó a Sábato a revisar su propia ideología. Con el tiempo, “el juglar” Lito Nebbia llevaría a la música la letra eterna: “Si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia.” Luego, parafraseando a “Evita”, cerraba: “Quien quiera oír que oiga.”
Sábato se alejó tanto “de la Libertadora” que terminó sus días como un baluarte de los Derechos Humanos, al cabo de la trágica represión en los años del genocidio del gobierno de Videla, Martínez Hoz, Massera y los asesinos del llamado “Proceso de Reorganización Nacional” 1976/83.
Es posible que Lanata, nacido en Mar del Plata en 1960, en el ’84, cuando editó “El Porteño”, haya vivido el impacto del alfonsinismo como un 17 de octubre de la lase media porteña. En sus comienzos, estuvo del lado del “progresismo” de la UCR, en Radio Belgrano, “la Coordinadora. Los herederos de Alfonsín”.
En “Página 12”, su gran vuelo periodístico, el tinte de apoyo recibido por Sokolovicz —empresario con pasado en el “PRT” (Partido Revolucionario de los Trabajadores), donde abrevaba Haroldo Gorriarán Merlo— tuvo connotaciones de otra índole. El correlato resultó el “copamiento” frustrado al Cuartel de “La Tablada”, en enero del ’89.
Al extremo de que un miembro de la redacción de “Página 12” murió en el intento del copamiento. Gorriarán no apareció. En el gremio periodístico se sabía de colegas que apoyaban al “Movimiento Todos por la Patria”, además de “Página”. Uno de ellos, Alfredo Leuco, en “Clarín”, antes en “La Hoja del Lunes”, semanario deportivo ’79 financiado por el Alte. Massera.
En el sepelio de Lanata, Leuco, junto a Luis Majul, al borde de las lágrimas. El juvenil “cadete” de “La Hoja”, curiosamente, Luisito Majul, tuvo un comienzo como cronista en el deportivo de la Armada y del Almirante Emilio Eduardo Massera. Luego, Majul, en los ’90, enderezó para la Editorial Atlántida. El temido Aníbal Vigil lo contrató para “Somos”, revista <del Proceso<.
En las interpretaciones de Claudio Díaz, el razonamiento sería: “Si Lanata alcanzó gran fama con su periodismo de investigación (la bolsa con dinero de Felisa Miceli, en Economía, 2004/05; la denuncia, operación conjunta con Elisa Carrió para denostar a Aníbal Fernández, en 2015), olvidó otras.” Diría el “Pibe de Oro”, como Ernesto Lazzati.
De las veces que estuvo con Susana Giménez, nunca preguntó por el Mercedes Benz escondido en el pajonal de una estancia cerca de Pilar o Escobar. Una compra <con trampa< para eludir al Fisco, utilizando la franquicia para evadir, que solo correspondía a gente con discapacidad por el sistema de cambios magnéticos, en 1981.
Tan incisivo, nunca indagó, las veces que estuvo con Mirtha Legrand, ¿por qué la estrella de la tevé ocultó por un cuarto de siglo la cuestión de su hijo Dany (Daniel Tinayre, hijo), veterinario, por su condición de gay? Tan incisivo al apremiar las supuestas infamias del cuestionado Roberto García Moritán, ex “Pampita” Ardohaín.
“No lo sería —hubiera dicho Claudio— cuando reprodujo en su imaginación algo que dijo un hincha de Nueva Chicago, muy peronista, tal vez uno de los llevados detenidos en el ’81 por cantar ‘La Marcha Peronista’ en los tablones de Mataderos”, según la onda expansiva de Claudio Díaz.
Para un segmento, “la Catedral” de Fernando Bravo, Lanata, y Juan José Sebreli se ubicaron lejos de la otra pasión popular: el fútbol. Diría entonces, obeso a obeso, el de Mataderos: “Tanto bombo por Lanata. Al cabo, gordo botón.” Díaz rescataba el pasado de Sebreli: “Tuvo origen marxista.” Y el de Beatriz Sarlo: “Pasado en el maoísmo.”
La índole de intelectuales valiosos, de sólida integridad literaria para la cultura peronista. Otros tiempos. Una grieta que perdura. Lanata, para muchos, “se suicidó”. Mucho tiempo, fumador empedernido y otro lapso de adicción a la cocaína. Igual, quién le quita lo bailado.
Claudio Díaz, periodista lleno de talento y de mucha integridad, no solo escribió “Manual del Anti-peronismo Ilustrado”. En Haedo, su lugar de origen, llevaba vida de periodista barrial, hincha del “Gallito” de Morón, y del fútbol grande, de Boca, al punto de ser “Lo-Se-Todo” en el universo “xeneize”.
Muy querido por propios y temido por los ajenos. Vivió siempre con lo puesto. Murió poco antes de cumplir 50 años.
*Columnista La Señal Medios, Mundo Amateur (Víctor Lupo), Agencia Nacional y Popular y AGN-Prensa.
9/1/2025