*Por Osvaldo Jara
La marca del deporte
El Mundial de Fútbol disputado en Argentina (1978) fue la piedra angular de un nuevo orden en el deporte. A partir de ese momento se conformó el modelo utilizado por las multinacionales deportivas para las futuras generaciones. Consistió en la comercialización de derechos televisivos y de imagen, recaudando cifras millonarias.
Lo lideró Horts Dassler, uno de los integrantes de la familia ADIDAS; el empresario anudó el deporte, los negocios y la tecnología para lanzar una plataforma comercial sin antecedentes. Dicha experiencia devino en el montaje de una plantilla gerencial en reemplazo de los últimos cuadros dirigenciales. El llamado Clan Adidas formuló las bases del “show business” en este ámbito.
La lógica comercial y diplomática, perfeccionada en el tiempo, tiene su centro en las organizaciones deportivas supranacionales. Se trata de un orden a escala universal, que tiene sus réplicas a nivel regional y vernáculo. Los grupos financieros que compran clubes, las cadenas televisivas, las empresas auspiciantes, las agencias de representación y las agencias de turismo son partes de una misma escena. No es posible entenderlas por separadas pues es en esta conjunción donde se encuentra la sinergia del mercado. Es un bloque monolítico, indestructible cuando se trata de sostener lo establecido.
El deporte se transformó en una marca asociada al consumo por sobre todas las cosas. El deporte visualizado, antes que experimentado, impulsó una fuente generadora de ingresos.
El caso del fútbol resulta ejemplificador, aunque no es el único.
La pandemia y el deporte
El covid-19 dejó al desnudo el mecanismo de estas terminales deportivo/comerciales. Los entes que digitan el circuito proyectan sobre la base de un manejo extorsivo. Como contrapartida, el deportista permanece ausente en la discusión.
El registro de estas circunstancias se observa en todas las latitudes. En nuestro medio, podemos considerar las decisiones tomadas por la Conmebol en los torneos sudamericanos. Y, en esta misma línea, a la Asociación del Fútbol Argentino.
La edición de la Copa Libertadores de América del año anterior se interrumpió en marzo a causa de la pandemia. Su reanudación se produjo en septiembre, luego de la presión del ente sudamericano a sus federaciones afiliadas. Si bien se establecieron protocolos sanitarios la cantidad de casos de covid hizo estragos en algunos planteles. Boca Juniors fue uno de ellos, al contabilizar veinte personas afectadas, entre jugadores, cuerpo técnico y personal médico. Los partidos se disputaron con un cronograma inmodificable, de acuerdo a la rigidez establecida. La final se jugó el 30 de enero de este año, en un hecho inédito para la historia de esta competencia. En el inicio de la presente edición se produjeron hechos que evidenciaron en mayor medida la indecencia de los dirigentes, devenidos en empresarios.
Los últimos episodios tuvieron como protagonista a River Plate. El primero de ellos ocurrió la semana pasada, cuando disputó su partido con Junior de Barranquilla en medio de protestas sociales. El pueblo colombiano salió a las calles para frenar las políticas neoliberales del presidente Iván Duque. En las inmediaciones del estadio Romelio Martínez se realizaron manifestaciones en un clima de alta tensión. Los gases lacrimógenos obligaron a suspender momentáneamente las acciones del encuentro.
Por otra parte, en las últimas horas hubo más de veinte jugadores de River Plate con covid, diezmando a su plantel para las competencias. El pedido de la dirigencia millonaria de incluir a un arquero en la lista de buena fe para la Libertadores fue rechazado por la Conmebol. Esta situación provocó que se presentara ante Independiente de Santa Fe (Colombia) con un jugador de campo en la valla.
La situación no es distinta en el fútbol argentino; en la Copa de la Liga sobran ejemplos del mismo tenor. Sarmiento de Junín fue el primer equipo que sufrió contagios masivos. A los veinte futbolistas aislados se sumó su técnico Mario Sciacqua, quien permaneció unos días internado. Otros que tuvieron la misma suerte fueron Banfield, Gimnasia e Independiente. En el ascenso se presenta un cuadro similar. Dichos contagios no fueron obstáculos para continuar con el desarrollo de los certámenes.
Estas situaciones irregulares no son exclusivas de la AFA o de la Conmebol sino que es acompañada por las federaciones de la región. En Colombia, Aguilas Doradas jugó un encuentro con sólo siete jugadores en cancha ya que la División Mayor del Fútbol de ese país lo obligó a disputar el encuentro.
La decisión de los entes rectores de continuar con el calendario a cualquier costo tiene una causa contundente. Las empresas televisivas que transmiten los encuentros rechazan la idea de suspender las actividades. En este precepto se encuentran encolumnados corporaciones mediáticas, sus periodistas, organizaciones deportivas y dirigentes.
El gran ausente
En medio de este panorama los deportistas permanecen ausentes en la discusión. En el caso argentino, a mediados del año pasado se escucharon algunas voces solicitando la vuelta a la práctica deportiva. Sin embargo, la explosión de casos no resulta objeto de demanda de los futbolistas para interrumpir los campeonatos.
Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) no se pronunció al respecto, ni en los hechos ni en lo declamativo. Esta organización, fundada en septiembre de 1944, resultó fundamental para la defensa de sus derechos laborales. Tuvo referentes como José Omar Pastoriza, quien sacrificó su carrera para lograr el reconocimiento del futbolista como trabajador. En el escenario actual, el papel de la gremial y de los jugadores parecen un tanto desdibujada.
La presión encabezada por los entes rectores del deporte parece quebrar la voluntad de los protatgonistas del juego. La sinergia conformada por la estructura deportivo/comercial no es respondida por ninguna organización colectiva de deportistas.
El deporte se transformó en un producto, moldeado a gusto y semejanza de las grandes corporaciones. Son estas las que determinan sus objetivos y su lugar simbólico. Mientras tanto, la voz de los deportistas permanece en un segundo plano, y a la espera de alguna reacción.
*Periodista. Autor de los libros Peronismo y Deporte I y II
20/5/2021