Poliedro

Francisco: “Es evidente que la democracia no goza de buena salud en el mundo actual”

Por Redacción

El Papa Francisco participó el último domingo de la sesión de clausura de la 50ª Semana Social de los católicos en Italia. En ese marco, su Santidad alertó sobre la crisis de la democracia a nivel mundial y agradeció a los organizadores del evento por su dedicación al bien común y a la sensibilidad frente a los cambios sociales.

Durante su visita a la ciudad de Trieste, el Santo Padre agradeció a los obispos y a las autoridades que organizaron el encuentro. Asimismo, resaltó que la historia de estas “Semanas está entrelazada con la historia de Italia, y esto ya dice mucho: habla de una Iglesia sensible a los cambios de la sociedad y empeñada en contribuir al bien común”.

Por otro lado, el Sumo Pontífice recordó la figura del  beato Giuseppe Toniolo quien fue el promotor de estas actividades a partir de 1907. En tal sentido, aseguró que la iniciativa permite definir a la democracia como “aquel orden civil en el que todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas, en la plenitud de su desarrollo jerárquico, cooperan proporcionalmente al bien común, revirtiendo en el resultado final en beneficio predominante de las clases inferiores”.

“A la luz de esta definición, es evidente que la democracia no goza de buena salud en el mundo actual. Esto nos interesa y preocupa, porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno”, puntualizó Francisco.

El Papa manifestó que “el orden democrático maduró en Italia después de la Segunda Guerra Mundial, gracias también a la contribución determinante de los católicos”. En esa línea añadió: “Podemos estar orgullosos de esta historia, en la que también influyó la experiencia de las Semanas Sociales; y, sin mitificar el pasado, debemos aprender de él para asumir la responsabilidad de construir algo bueno en nuestro tiempo”.

En ese contexto aludió a la  Nota Pastoral por medio de la cual el episcopado italiano restableció las Semanas Sociales en 1998, con la finalidad de “dar sentido al compromiso de todos en la transformación de la sociedad; prestar atención a las personas que quedan fuera o al margen de los procesos y mecanismos económicos vencedores; dar espacio a la solidaridad social en todas sus formas; apoyar el retorno de una solícita ética del bien común […]; dar sentido al desarrollo del país, entendido […] como mejora global de la calidad de vida, de la convivencia colectiva, de la participación democrática, de la auténtica libertad”.

Al mismo tiempo, el Obispo de Roma resaltó que esta visión está “enraizada en la Doctrina Social de la Iglesia”, dado que “abarca algunas dimensiones del compromiso cristiano y una lectura evangélica de los fenómenos sociales que no sólo son válidas para el contexto italiano, sino que representan una exhortación para toda la sociedad humana y el camino de todos los pueblos”.

El Santo Padre acotó que “de hecho, así como la crisis de la democracia es transversal a las distintas realidades y naciones, del mismo modo la actitud de responsabilidad ante las transformaciones sociales es una llamada dirigida a todos los cristianos, dondequiera que se encuentren viviendo y trabajando, en todas las partes del mundo”.

El Pontífice utilizó una imagen simbólica para resumir su mensaje durante la clausura del evento: el corazón. Esta elección no fue casual, ya que los organizadores de la 50ª Semana Social de los católicos en Italia también eligieron este símbolo para la cita. El Papa Francisco propuso dos reflexiones fundamentales para guiar el camino a seguir.

En la primera reflexión, el Papa invitó a imaginar la crisis de la democracia como un corazón herido. Señaló que lo que limita la participación democrática es evidente. “Si la corrupción y la ilegalidad muestran un corazón ‘herido’, las diversas formas de exclusión social también deben preocuparnos”, subrayó y puso de relieve  la necesidad de enfrentar tanto la corrupción como la exclusión para sanar la democracia.

Durante su encuentro con los participantes del evento, Francisco explicó que “siempre que se margina a alguien, todo el cuerpo social sufre. La cultura del descarte dibuja una ciudad donde no hay lugar para los pobres, los no nacidos, los frágiles, los enfermos, los niños, las mujeres, los jóvenes”.

Al respecto, sostuvo que “Aldo Moro recordaba que un Estado no es verdaderamente democrático si no está al servicio del hombre, si no tiene como fin supremo la dignidad, la libertad y la autonomía de la persona humana, si no es respetuoso con aquellas formaciones sociales en las que la persona humana se desarrolla libremente y en las que integra su personalidad”.

Francisco manifestó que “la propia palabra ‘democracia’ no coincide simplemente con el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar”.

Desde esta perspectiva, enfatizó que “la participación no se improvisa: se aprende de niño, de joven, y hay que ‘entrenarla’, incluso en un sentido crítico con respecto a las tentaciones ideológicas y populistas”.

Para su Santidad es “importante poner de relieve la contribución que el cristianismo puede aportar hoy al desarrollo cultural y social europeo en el contexto de una correcta relación entre religión y sociedad, promoviendo un diálogo fecundo con la comunidad civil y las instituciones políticas para que, iluminándonos mutuamente y liberándonos de la escoria de la ideología, podamos iniciar una reflexión común, especialmente sobre las cuestiones relacionadas con la vida humana y la dignidad de la persona”.

“Mientras nuestro sistema socioeconómico siga produciendo una víctima y haya un descartado, no podrá celebrarse la fiesta de la fraternidad universal.  Todos deben sentirse parte de un proyecto comunitario; nadie debe sentirse inútil. Ciertas formas de asistencialismo que no reconocen la dignidad de las personas son hipocresía social. Y la indiferencia es un cáncer para la democracia”, manifestó el Papa.

Por último, Francisco manifestó: “No dejemos nunca de alimentar la confianza, seguros de que el tiempo es superior al espacio y de que iniciar procesos es más sabio que ocupar el espacio… Éste es el papel de la Iglesia: comprometerse en la esperanza, porque sin ella se administra el presente pero no se construye el futuro”.

 

 

 

 

Fotografías y fuente: Vaticano News.

8/7/2024

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