*Por Juan Manuel Martínez Chas
“No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables”.
Evita
“Como quisiera una Iglesia pobre para los pobres”
Papa Francisco
Este 7 de mayo de 2019 se cumplen 100 años del nacimiento de María Eva Duarte de Perón. Simplemente Evita. Nacida en un hogar humilde con la mística y el sentimiento de aquellos que sienten en cada lucha y en cada pasión la presencia de Dios y del pueblo. Evita se transformó, a partir de conocer a Juan Perón, en la mujer más importante de la Historia de la Nación Argentina.
En sólo siete años esta joven profundamente cristiana, humanista y revolucionaria, abrazó los ideales del peronismo para, a partir de él, poner el cuerpo y el alma en la construcción de una Argentina con Justicia Social y donde el amor por los más humildes y los trabajadores fueran su lucha y su esfuerzo de cada día.
Eva conformó no sólo una parte esencial de la unidad monolítica con Juan Perón para diagramar un proyecto de Nación mirada desde los humildes, los trabajadores y con proyección en la Patria Grande Latinoamericana, sino que se constituyó en un embrión fundamental, en un puente extraordinario entre los trabajadores, los pobres, los Descamisados y su líder.
Fue el engranaje que permitió pasar de una política de ayuda social a una verdadera cosmovisión del mundo y de la tierra donde la Justicia Social se implantara en nuestro país.
En siete años ganó los corazones de millones de argentinos y argentinas con obras concretas, con su compromiso y su militancia diaria, con su enfrentamiento a los poderosos, con su lealtad inquebrantable al pueblo, con su humildad y su profundo sentido cristiano.
Su legado, como el cóndor de los Andes, permanece y abarca a la totalidad de las generaciones pasadas y futuras en las que sintetiza una Argentina que, con orgullo, miraba al mundo desde una visión que contemplaba al pobre y al trabajador como el sujeto histórico de transformación de nuestra sociedad, pero además como hombres y mujeres donde la dignidad hacía carne en un ideología política, donde la Comunidad Organizada se implantaba en base al desarrollo de la persona y a la felicidad del pueblo, en comunión con los principios de Justicia Social, independencia económica y la soberanía política.
Ellos implicaban la solidaridad, en base a la unión y paz, que EVITA como cristiana convocante podía y debía llevar a cabo en el aspecto terrenal.
Hoy vemos como esos mismos ideales que miran al trabajador, al pobre, al Descamisado de nuestra época, en un mundo que subyuga ante la prepotencia del capital financiero y del individualismo posesivo, un Papa que proviene del fin del mundo –FRANCISCO- expresa también aquellos valores desde una cosmovisión más universal.
Desde el punto de vista nacional los dos han abrevado en la teología del pueblo.
Esto es la inculturación de las raíces religiosas de un pueblo que también ha entronizado a Evita la santa de los trabajadores y de los pobres como un proyecto de vida y de país de quien, Una MARTIR que dio y sigue dando todo, hasta su vida misma, por los pobres, por los humildes y por los desposeídos.
En este centenario no sólo debemos recordar a quien nos señaló un camino junto a Perón para la liberación nacional, sino a aquella mujer de carne y hueso que se entregó en cuerpo y alma a un proyecto humanista profundamente nacional y profundamente cristiano.
Aquella que sabía, como hoy, que la salvación va a provenir de los pobres, de los trabajadores de aquellos que, como decía Scalabrini Ortiz, constituyeron el subsuelo de la patria sublevada contra la injusticia un 17 de octubre de 1945.
Evita transcurrió una heroica vida donde ideología y espíritu formaron parte de un compromiso militante.
Por eso hoy en cada lugar donde se venera su imagen en cada villa de nuestra patria, en cada casita o caserío del interior del país, en cada hogar construido a la luz de cada proyecto de vivienda de los sindicatos, por los que ella dio su vida, encontramos la más profunda religiosidad popular.
Aquella que nos sigue reafirmando como comunidad y patria, aquella que en honor a EVITA pondrá su cuerpo, su vida y su esperanza para seguir reafirmando, a 100 años de su nacimiento, una doctrina y una esperanza, que es nacional, humanista y cristiana, que es continental, que es latinoamericana.
Esa conciencia que nos habla de la unidad y la solidaridad entre los hombres y mujeres. Que nos habla quizá de una nueva convivencia que dio apertura a una nueva cristiandad a partir del Concilio Vaticano II que ella no llegó, biológicamente, a poder vivir, pero sí intuyó muchas décadas antes y lo practicó desde su corazón, desde su alma, desde su vida.
Quien quiera oír que oiga. Seguirá vibrando nuestra Evita, junto a Juan Perón, en cada uno de los corazones de los pobres y de los trabajadores. Porque como ha dicho recientemente Iciar Recalde “dejen a Eva seguir siendo rezo de millones de argentinos que con esperanza y junto a la Virgen María, creen en la redención de la persona humana, de la comunidad organizada y de una Argentina que no admite destino colonial”.
*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos.