Por Gustavo Ramírez
Fin de año está cerca. No es atemorizante. Solo implica el paso del tiempo. Sin embargo, en términos de establecer relaciones sociales y políticas, ese tiempo parece no tener incidencia en las miradas absorbidas por las disputas ideológicas. Si, se termina el año y hay “peros” porque todavía no se termina de entender el desarrollo y la importancia de las fuerzas populares organizadas que integran a los pobres como realidad efectiva.
La crisis sistémica y civilizatoria que vive el capitalismo parece no alcanzar la dimensión exacta para comprender que se perfilan nuevos paradigmas, que se necesita una “epistemología de las periferias” para dar respuestas a las demandas históricas de los más pobres. El Papa Francisco fue quien marcó la diferencia al poner en evidencia que la organización popular a través de la economía popular representa una alternativa en potencia a la crisis global del sistema.
Si bien la política del campo nacional y popular abre el juego, los reduccionismos ideológicos no permiten la expansión de las fuerzas populares a las que los sectores progresistas le temen y a la que los estamentos reaccionarios aborrecen. No obstante, existe perseverancia en las organizaciones populares a partir de la fe cifrada en la propia experiencia y en la convicción de que es necesario encontrar una salida comunitaria a una crisis que parece terminal.
Esteban “Gringo” Castro, titular de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, reflexionó con nosotros acerca de estas apreciaciones. Sí, el fin de año está cerca pero estamos lejos de dar por cerradas determinadas etapas. Hay mucho por hacer y queda demasiado camino por recorrer. Por eso es necesario acercarnos, juntarnos, pensar y actuar, asumiendo el rol político-social y cultural que nos interpela.
–Estaban, termina el año en la calle, dando cuenta que aun existen profundas grietas sociales, que no hay una integración de los pobres y sobre todo porque las organizaciones populares son “apuntadas” por propios y extraños.
–Creo que el tema principal es la construcción de poder, lo que se disputa. El tema es cuando sos parte de una organización que empieza a discutir los recursos que se necesitan para vivir, las viviendas, los salarios, las condiciones de trabajo. Que además, hay que explicarlo, venimos de la expulsión de la formalidad del trabajo y estamos pidiendo construir, en base, de lo que no dejó afuera nuevas formas de organizaciones del trabajo y eso es poder.
Ahí vos vas construyendo poder popular que todo el mundo mira y que se interpreta como disputa por el poder. Sobre todo si después también tenemos compañeros y compañeras que discuten la política electoral y que intervienen en todos los campos en los que interviene la política. Entonces, cuando empiezan los ataques nos damos cuenta que la cosa viene por ahí.
El momento donde aparecen los allanamientos a comedores, merenderos de distintas organizaciones, fue un momento terrible para los compañeros y las compañeras que estaban a cargo de esas tareas.
Por ejemplo, en el caso de la Corriente Clasista y Combativa, se basó en una sola denuncia que fue hecha por una persona que después descubrieron que trabajaba para el macrismo, para la exgobernadora Vidal, sobre esa denuncia se basó toda una investigación con pinchaduras de teléfonos que salen fortuna que se hacen cuando solamente hay alguna vinculación con el narcotráfico, horas y horas de teléfonos pinchados.
Esto demuestra que entre la justicia y la política se ponen de acuerdo fácilmente para romper todo lo que es organización popular. En el lugar que uno más lo puede ver es en el caso de Jujuy. Que organizaron todo, inclusive se pusieron de acuerdo los distintos partidos políticos y organizaron todo para meter en cana a Milagros.
Me parece que esa es una de las estrategias del poder. No quiero decir con esto que nuestro trabajo no tenga contradicciones, no haya problemas como en cualquier tipo de organización popular. Pero no es por eso que nos golpean, digamos.
–¿Por qué le cuesta entender al campo popular la función que cumplen las y los trabajadores de la economía popular y su propia organización?
–Esto está en la misma línea de lo que te vengo diciendo. Se ha dicho incluso que cuando a nosotros nos conviene, dicho por compañeros del Frente de Todos, somos organización gremial y cuando nos conviene somos organización política. Le pregunto a cualquiera ¿cuál sería el problema de que una organización gremial quiera discutir también la política? Somos seres humanos. Es como si vos me dijeras que un trabajador de la UOCRA, de la UOM, que lucha gremialmente por el salario de sus trabajadores no pueda dar ningún hacer ningún tipo de actividad política. ¿Dónde se vio eso?
Por ejemplo, en el caso mío por la responsabilidad que tengo con la UTEP en todo el proceso que vino siempre dije: no voy a trabajar lo político porque es mucho el trabajo de lo gremial. Pero por qué un compañero o una compañera de nuestra organización no pueden ser, en el día de mañana, diputado, diputada o algo que quiera o por lo que pelee.
La fractura entre lo gremial y lo político es funcional al poder. Porque los que tiene poder hacen su gremialidad y después son diputados y no hay ningún problema. Los muchachos del campo, los que tienen plata en serio, son ministros, trabajan para sus intereses y con la gremialidad están en la Sociedad Rural y eso es un gremio, de los poderosos, pero es un gremio. De los poderosos y hay gente que no hay que considerarla poderosa. Hay Sociedades Rurales en los pueblos de la Argentina que no tienen la fuerza de la Sociedad Rural a nivel nacional. Pero hacen política y hacen gremialismo.
Pero si lo hacemos nosotros, bueno. Estamos de los dos lados del mostrador, etc., son cosas que salen de nuestra propia fuerza. En definitiva insisto, si se ve, es un sector construyendo poder y se lo trata de limar en su poder. Yo no sé si está mal, lo que hay que hacer es decirlo francamente. Por lo menos nosotros lo decimos claramente.
Cuando gobernaba Menem, yo particularmente no quería que Menem tuviera poder porque el poder lo utilizaba para el lado que yo no quería. Los mismo que con De La Rúa, y donde podíamos demostrar que no queríamos los mostrábamos. En la calle, donde sea. Claramente, los sectores que tienen poder no quieren que el pueblo organizado tenga poder y toda la vida fue igual.
–Hay una caracterización permanente que surge del mal llamado sentido común, que la expresa con bastante precisión en su último libro “Los Peores”, Juan Grabois, y que tiene que ver con esta construcción que se hace sobre los pobres: que son vagos, que son chorros, que son drogadictos y que son violentos. Esa caracterización hace, de cierta manera, que el pobre deje de aparecer en los discursos como sujeto histórico y se convierta en una categoría resignada a la asistencia. ¿Cómo lo observas?
– Por eso, la mentalidad política de la asistencia, que algunos después hablan como asistencialismo, es como que asistir al pobre te lava muchas de las culpas, Yo no estoy en contra de la asistencia porque es un camino que tenés que desarrollar. Para el poder el problema es cuando eso se transforma en organización.
Por ejemplo, nos ha pasado mil veces, compañeras de un comedor, merendero que primero tienen la necesidad: bueno, acá hay una cantidad de pibes, de abuelos que no comen, entonces me voy a poner a organizar un comedor. O se vincula con la organización popular, con el intendente o la intendenta, o tiene una vinculación más fuerte con empresarios que le permitan dar de comer. Después empieza a darse cuenta que ese trabajo está muy bien pero hay que empezar a discutir el problema de la comida, hay que pensar por qué le sale tan caro a la gente comer.
Empieza a partir de la necesidad pero después empieza a tener reflexiones políticas. Dice, pero no pará, no les puedo dar lechuga, no les puedo dar esto, no les puedo dar lo otro y además esta gente no puede comer en su casa. Entonces el juntarse con los demás para el tratamiento de la necesidad puntual te permite, porque lo importante es la juntada, reflexionar con los demás y esto puede ser en un club de barrio, en una biblioteca popular, en un centro cultural.
Bueno, a partir de esa reflexión empieza un nuevo momento que es decir: bueno che, mirá que mañana nos vamos a manifestar en contra del precio que tiene el tomate, no sé. En contra de que no tenemos un salario social complementario que nos avale. Y es donde claramente el poder no quiere saber nada.
Los problemas con nosotros siempre estuvieron vinculados con nuestro estar en la calle. Con la UTEP, con la Unidad Piquetera, con todo lo que esté en la calle el problema es cuando estamos ahí. Después no hay problema. Lo de la pandemia a todo el mundo le cayó muy bien porque no podíamos movilizarnos y estábamos asistiendo en una situación supercompleja.
Es así, lo único que uno tiene que asumir es que estamos disputando poder de la manera que nosotros creemos que es mejor que es la organización popular. Que para mí es lo que aprendí del peronismo, que otros habrán aprendido de la izquierda, del radicalismo, de donde viene su extracción política. Pero es eso.
–Ustedes, como vinculadores de trabajadores y trabajadoras de la economía popular, más allá de las variables que los traviesan de manera interna, ¿son también, de cierta manera, los últimos cultores de la Comunidad Organizada, se ven así?
–Yo creo que eso ocurre, claramente, porque se va dando. Me acuerdo de una compañera nuestra en Moreno que empezó dando una charla y dijo: bueno, nosotros estamos trabajando aspectos relacionados con la alimentación a través de los comedores, de los merenderos, de los bolsones de verdura, estamos trabajando la promoción de salud con las promotoras y promotores de salud, trabajando la educación a partir del apoyo escolar, bueno, estamos haciendo todo. Y en un momento dijo, la verdad que nos estamos organizando y estamos haciendo todo en el barrio.
Podés vincularte mejor o peor con el Estado pero estás desarrollando todas las estrategias que tienen que ver con la economía del cuidado y con una economía que genera Comunidad Organizada indudablemente. Se va dando porque además somos parte de un hilo, de una continuidad histórica que ya lo ha hecho, digamos. Entonces esa cultura viene incorporada.
–Hay una palabra, un concepto que ha sido bastardeada inclusive por sectores progresistas que deberían tenerlo tal vez un poco más en claro, porque uno ya sabe cómo actúan los sectores reaccionarios, y esa palabra es negociación. Ustedes vienen de acordar con el gobierno Nacional, firmaron un en las últimas horas un convenio con la ministra de Desarrollo Social, Tolosa Paz. Pero da la impresión que para algunos sectores la palabra negociación termina asociada con el término claudicación.
–Es la tensión que se produce siempre. Perón los describía entre los apresurados y los retardatarios. Es un hilo muy finito. Por ejemplo, en la última negociación que hicimos a mí me parece que hay puntos que son interesantes. Hay un compromiso del Estado, después hay que ver si eso se desarrolla, en comprar a cooperativas las producciones nuestras, tanto textiles como en frutihortícolas, que por lo general casi no hay vínculo con eso, entre el Estado y la producción de la Economía Popular no está aceitada para nada y también para hacer núcleos húmedos, porque hay millones de personas que tienen un baño precario, eso nunca se tomaba como importante, bueno, hay un intento de que eso se produzca así.
Eso es positivo pero también tenemos un bono de fin de año que a ninguno de nosotros, a ninguna de nosotras, nos pareció el apropiado pero vamos a tener un bono en marzo que no teníamos. Entonces hay quien lo mira desde el punto de vista de que el bono fue muy malo y le parece una claudicación y está el que mira el conjunto y le parece una reivindicación. En eso nunca todo el mundo queda conforme, aunque dentro de la UTEP hubo un acuerdo pleno, no hubo disconformidad. Pero bueno, las tensiones existen.
A mí no hay ninguna negociación que me deje conforme, te digo la verdad. No soy de los que se conforma. En lo que es la vida material, en Argentina, en Argentina y en todo el mudo, pero fundamentalmente por la materia prima que existe, de las capacidades, si hay una decisión de un grupo económico de poder de querer quedarse con todo y no hay resistencia a eso las consecuencias son las que tenemos. La mitad de la población trabajando en la precariedad laboral, en la pobreza.
Nosotros representamos dentro de la economía popular a un pedacito, han dejado millones y millones de personas en la pobreza y eso está muy vinculado al gobierno anterior. Hay un endeudamiento que deja las peores condiciones para salir adelante al pueblo. Hoy hay salarios a la baja y los tenemos que recomponer claramente. Y con eso se necesita una articulación muy fuerte entre las estructuras gremiales y los gobiernos populares, mucho más fuerte de la que existe actualmente.
–Si esta disputa de poder a la que te referís se pierde sin dudas el impacto puede ser aún más devastador en un sistema que ya no da respuestas a las necesidades de las mayorías populares.
–Sin dudas. Pienso que pierde todo el pueblo en realidad porque que pierdan los pobres implica una fragmentación social que para mí no le conviene a nadie. Los procesos de fragmentación social no le conviene ni a la clase media ni a los sectores que están acomodados. Entran a gastar más plata en seguridad por paranoia, tienden a vivir para adentro y a no relacionarse comunitariamente con los demás.
Pero nosotros tenemos un país con historia que eso es muy importante. Lo vimos siempre pero lo palpamos ahora con el triunfo de la Selección. Salieron cinco millones de personas y no fueron todos pobres los que salieron a la calle. Salió la clase media, habrá salido alguno que debe estar mejor inclusive. Entonces, yo confió en esos procesos históricos como fueron los procesos de Perón vivo que generaban las condiciones de articulación entre las distintas clases sociales y donde individuo y lo colectivo eran muy importantes.
Cuando se logra la fragmentación se parte de que lo colectivo no es importante. Argentina tiene como anti-cuerpos en eso, hasta los sectores de clase media buscan la forma de juntarse que no es la forma que teníamos nosotros cuando éramos pibes. Que era juntarse en la calle a jugar, se juntarán en un club, se juntarán en otro lado pero no somos sajones o como pasa en los países del norte que casi tenés que pedir audiencia para juntarte con tus vecinos, son otras culturas. Nuestra cultura tiene esos anti-cuerpos.
Por lo tanto yo siempre tengo la fe puesta en eso. Porque finalmente hay que juntarse, tenemos que tener más tolerancia en eso. Para mí la articulación entre los sectores populares y los sectores medios que se dieron fundamentalmente en los ’70, también en la primera y la segunda presidencia de Perón, inclusive en la presidencia de Néstor y Cristina hubo un acercamiento, hubo un sector de la clase media que se puso a caminar junto a los pobres, el 2001.
Y este último acercamiento fue el mundial que también hay que mirarlo en términos sociales y políticos porque era que estábamos tan rotos, tan divididos y nos juntamos 5 millones de personas. Ahí hay una forma de ser, de pensar donde lo colectivo nos tira más que el individualismo liberal. Esa es la tensión que hay que ir resolviendo pero el aprendizaje más importante es estar al lado de los pobres para entender lo comunitario.
Se termina el 2022 como tantos otros años. El pueblo trabajador continua desarrollando y construyendo unidad. La verdadera unidad de programa, de concepción y de acción. Por eso queríamos entrevistar al “Gringo” Castro, porque no hay esperanza nacional sin trabajadores y trabajadoras, donde están ellos está la Patria, después de todo.
30/12/2022