Opinión

Estados Unidos, el Club de Bilderberg y la subordinación europea

Por Gustavo Ramírez

Entre el 30 de mayo y el 2 de junio se realizó en Madrid, España, la 70ª Reunión del Club de Bilderberg. La misma reúne a lo más selecto de los sectores reaccionarios mundiales, multimillonarios representantes de entidades financieras, políticos, dueños de empresas de comunicación, etc. Allí se trazó un mapa económico-político global, con ejes en la articulación de alineamientos estratégicos con Estados Unidos en detrimento de Rusia.

“Fundada en 1954, la Reunión Bilderberg es una conferencia anual diseñada para fomentar el diálogo entre Europa y América del Norte”, expresa uno de los mandamientos del Club. Las reuniones de Bilderberg suelen estar rodeadas de secretismo que alimenta los espíritus de las teorías conspirativas. Lo cierto es que en estos encuentros suelen encontrarse los íconos encumbrados de las oligarquías mundiales.

La agenda de este año abordó temas que van desde el estado de la Inteligencia Artificial, pasando por los cambios en el ámbito científico, la cuestión climática, el “futuro de la guerra”, la situación geopolítica internacional, los “desafíos de la economía europea”, el estado de la economía de Estados Unidos y su “panorama político”, Medio Oriente y Rusia. Claro que esta agenda es la oficial. En los encuentros crema y nata oligárquica suele disgregar los temas para abordar el entramado maquiavélico de políticas económicas para el sostenimiento del mundo unipolar.

Los encuentros anuales reúnen entre 120 y 140 representantes políticos, empresarios industriales, mediáticos, de la finanza y del mundo académico. La mayoría de los participantes pertenece a Europa, el resto a Estados Unidos. El encuentro de Bilderberg se define por propios y extraños como un foro de “discusiones informales”. La reunión está regida por la Regla de Chatham House que fija las pautas de la convención. Los participantes pueden utilizar la información que allí se enuncia de manera libre, sin embargo no les está permitido revelar la identidad y la afiliación de otro participante.

No obstante, existe una lista “oficial” de concurrentes. Entre ellos, en esta oportunidad se destacó la presencia de Adewale Adeyemo, subsecretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Así como también de Anders Adlercreutz, Ministro de Asuntos Europeos y Dirección de Propiedad. También se hizo presente el Ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares. A esta lista se le suma un número importante de CEOs y dueños de empresas transnacionales.

Más allá de que el escenario despierte la imaginación de escritores y periodistas especializados, el Club de Bilderberg no es un terreno donde se diseñan conspiraciones mundiales. Son multimillonarios que se aglutinan detrás de un proyecto global, sostenido en el mejor de los casos por Estados Unidos. Su posicionamiento es estratégico: negocios y política van de la mano.

En estos encuentros los grupos subordinados rinden cuentas sobre acciones militares, económicas y sociales. Los patrones del mundo creen que las merecen, aunque se vean beneficiados por ellas. La excentricidad es solo un aperitivo. El Club es una marca registrada que opera en las sombras del poder político y económico. Es el poder político y económico.

Al mismo tiempo, las elecciones parlamentarias de la comunidad europea sacudieron el terreno político de países como Francia y Alemania. Los liberales retroceden ante fuerzas nacionales que algunos se apresuran en calificar de derecha. Las estructuras partidarias de izquierda, más allá del sostén de su fuerza original, no parecen tener las respuestas para una sociedad que no encuentra el rumbo en el marco de un proceso de profundas incertidumbres.

No obstante, el frente multipolar con China, Rusia e India a la cabeza, no detiene su impulso y busca desprenderse del mandato internacional del dólar, al mismo tiempo que se posiciona a nivel geopolítico en preservación de lo que consideran que les pertenece. Estados Unidos no abandona el ámbito de las amenazas. La gestión Biden no parece hacer pie en el mapa político y esto termina por arrastrar a sus aliados europeos.

Lo obvio parece estar surtiendo efecto. Es que desde hace tiempo Moscú viene advirtiendo que el costo que puede pagar el eje Francia-Alemania por su alineamiento automático con la OTAN, y por ende con Estados Unidos, puede ser muy alto. Las consecuencias están a la vista. Si Francia y Alemania se conformaron como la arquitectura económica y financiera del viejo continente, su subordinación a la estructura atlantista puede arrastrar al resto de sus socios con un precio demasiado alto que las sociedades no parecen estar dispuestas a pagar.

Desde el Club de Bilderberg se operará para que el mundo no se aparte del unipolarismo, pero parece ser demasiado tarde. Las fuerzas económicas y políticas que se vertebran en la multipolaridad han dejado de ser un emergente coyuntural para convertirse en una realidad efectiva. La inestabilidad interna y externa de la política estadounidense no ofrece garantías para que los “dueños” de un poder que se encuentra en retirada asuman un rol protagónico con determinación. Claro que ellos nunca pierden.

Mientras tanto, en América Latina el mapa también parece modificarse aunque con fuerza dispar. El liderazgo económico de Brasil contiene las ambiciones desmedidas de Estados Unidos para la región. Su participación en los Brics convierte a los cariocas en un polo de convergencia al cual el país del norte no puede enfrentarse abiertamente. El triunfo electoral del oficialismo en México opera de la misma manera. Sin embargo, la ausencia de unidad estratégica en la región configura un escenario de incertidumbre donde cada paso debe ser medido en su justa dimensión.

La política internacional que despliega el gobierno de Javier Milei le abre las puertas a la intrusión de Estados Unidos y su poder económico. La decisión inconsulta de no entrar a los Brics representa un retraso significativo para la expansión de las fuerzas productivas nacionales. Esto tendrá un impacto de proporciones catastróficas a corto, mediano y largo plazo. En términos geopolíticos, el retroceso es mucho más significativo. El estatus de subordinación que adquiere el país, en esta etapa, resuena como un punto de inflexión en la historia regional, comprometiendo la soberanía política como nunca antes.

En la agenda oficial del Club de Bilderberg, Hispanoamérica no ocupa lugar. Sin embargo, los ojos de codicia miran al continente con ambiciosa ansiedad. Estados Unidos no retrocede en sus metas políticas para la región. La inestabilidad y la incertidumbre son un arma poderosa para instalarse como socio salvador. Pero hay algo más, la explotación de los recursos naturales y la disputa por el Continente Blanco: Antártida y Atlántico Sur.

El mundo siempre ha sido un hervidero. En Bilderberg, esa es una herramienta que tienen a favor para seguir asegurando gran parte de su poder. No obstante, no parece ser todo lineal, mucho menos homogéneo. La reconfiguración global tendrá impactos relevantes para Argentina, que se encuentra a merced del desquicio y la ausencia estratégica de geopolítica. Los buitres están al acecho mientras Milei desintegra al país.

El Club de Bilderberg sostiene la mano de Estados Unidos y viceversa. No obstante, lo que antes parecía abrumador ahora opera como una pantalla de humo. El avance global de China y Rusia ha cambiado la ecuación, tanto en términos económicos como políticos. Al mismo tiempo, el país del norte entra en un período electoral convulsivo donde todo se pone en juego una vez más y nada parece estar definido en absoluto. En Bilderberg lo saben, por eso la táctica se repite: preservar sus propios intereses antes que nada.

 

 

 

11/6/2024

 

 

 

 

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