Espías, fusilamientos y favores: la sombra eterna de la ex SIDE

*Por José Luis Ponsico 

Hace casi 70 años, el temido organismo conocido como «La SIDE» iniciaba un largo camino tenebroso. Ocurrió en el ‘56, tiempos de los fusilamientos a militantes civiles en el basural de José León Suárez. El rigor militar a cargo de la Secretaría de Informaciones del Estado. El 9 de junio del ‘56, Estado de Sitio. El 12, fusilaban al Gral. Juan José Valle, peronista, hombre del Ejército Nacional.

Acribillado en la Penitenciaría, luego Cárcel de Las Heras. Valle, junto a su colega Franklin Lucero, leales al Gral. Perón en la caída del 16 de setiembre del ‘55. Durante la dictadura de «La Libertadora», a cargo de los generales Eduardo Lonardi, Pedro Eugenio Aramburu, sin olvidar al almirante Isaac Rojas, jefe de la Armada, «los Servicios» sirvieron para perseguir al peronismo y militantes de causas populares.

El gobierno de Mauricio Macri tuvo a su amigo Gustavo Arribas a cargo del organismo (la ex SIDE), aunque no estaba ajeno Marcos Peña, titular del Gabinete. Dinero «negro» para periodistas amigos. Se parece bastante al tiempo suyo con futbolistas de Boca Jrs. La venta de Carlos Tévez, Corinthians, Brasil, 2004, lo hizo millonario. Ahora el periodismo oficialista tiene dádivas que provienen del dos veces presupuesto, incrementado, de la Central de Inteligencia.

La creación de la SIDE, 1956, instaló la figura del Gral. de Brigada Juan Constantino Quaranta, «el más antiperonista del grupo de oficiales que derrocó el 2do. gobierno del Gral. Juan Domingo Perón, 16 de setiembre del ‘55», se supo después. Quaranta tuvo participación «terrorista» en tristes jornadas del 9 y 10 de junio del ‘56, cuando «La Libertadora» alcanzó el rigor popular de «La Fusiladora».

Aquella asonada militar a cargo del Gral. Juan José Valle, nacionalista, que proponía la vuelta del Gral. Perón en la «interna» del Ejército. Resultó fusilado. En medio de «la caza» de oficiales de alto rango con pasado peronista, el Gral. Raúl Tanco pidió asilo en la Embajada de Haití con algunos civiles que acompañaron a Valle.

A poco, un grupo de veinte hombres a cargo de Quaranta asaltó la embajada. La esposa de Jean Brielle, el diplomático, se opuso y resultó golpeada. Intervino el gobierno de Haití, y el propio embajador, días después, consiguió que Raúl Tanco, leal a Perón, y varios civiles encarcelados, llevados a Campo de Mayo, pudieran tener refugio en la sede de la Embajada de Haití.

Brielle, poeta haitiano, antiimperialista, mantenía estrecho vínculo con el gobierno peronista. Arriesgó su vida y la de su esposa. Siempre agradecido al Presidente Perón por haber dado refugio a compatriotas en la rebeldía en Guatemala, donde estuvo también el «Che» Guevara. Quaranta estuvo a cargo de otra misión «siniestra» en el ‘57. El tiempo de quedarse con las acciones del Estado, sociedad del diario «La Razón».

Antes, tiempos del ministro peronista Miguel Miranda, 1948, vespertino de la familia Peralta Ramos, 800 mil ejemplares a diario. En el ‘56, por decisión del Ejército, debían pasar al Estado. Enteramente al servicio de «La Libertadora».

Ricardo Peralta Ramos designó para posibles negociaciones con el Poder Militar al abogado judío, nacido en Ucrania, la azotada Kiev, al jurista Dr. Marcos Satanowsky. Un letrado de gran prestigio, miembro de la Sociedad Rural y titular de un estudio jurídico de lo que hoy sería el «Círculo Rojo». Empresarios líderes. Satanowsky no llegaba a 50 años de edad, profesor en Derecho, la UBA, Universidad de Buenos Aires. Expuso a los enviados del temido militar Quaranta el caso:

«La familia Peralta Ramos quiere conservar el paquete accionario, propio». Algo que enfureció a Quaranta, según el magistral libro de Rodolfo Walsh, 1958, El caso Satanowsky, un best seller.

Quaranta, luego se supo, resultó el instigador del crimen del jurista. Tres «sicarios» lo interpelaron en el estudio jurídico situado en pleno centro porteño, calle San Martín, en el Bajo. Una mañana donde las asistentes no pudieron frenar el asalto, con los teléfonos desconectados. El criminal Américo Pérez Griz, con «z», enviado a Córdoba para protegerlo, disparó a «quemarropa».

La prensa «canalla» tapó el crimen del abogado de «La Razón». Un grupo de empresarios peronistas, hermanos tucumanos Tulio y Bruno Jacovella, en el ‘57 fundaron el diario Mayoría. La «estrella» de su redacción no pudo ser de otra manera: el notable Rodolfo Walsh. A cargo de las investigaciones políticas memorables: Operación Masacre y El caso Satanowsky.

La SIDE había empleado en el ‘57, además de Pérez Griz, a Ladislao Palacios y Marcelino Delgado. Otros «sicarios». En el ‘58, con la llegada del gobierno de Arturo Frondizi y fuerte sesgo militar –el Ejército protegiendo a Quaranta, «la banda» de asesinos– la cosa se «pinchó». Al temible militar, el gobierno lo hizo embajador en Bélgica y los «sicarios», luego apresados, fugaron a Paraguay. Una exmujer de Pérez Griz «deschavó» las andanzas de los «sicarios», aquel grupo de ex presidiarios reunidos por Quaranta en su apogeo criminal.

Seis décadas más tarde, la «Bandita Copos de Nieve» está en la mira como en aquellas tristes jornadas del «Caso Satanowsky», que investigó Rodolfo Walsh. Cuando alcanzó el mayor prestigio, no solo escritor, novelista, investigador de los acontecimientos políticos donde el peronismo llevó siempre la peor parte. La literatura volcada a la política.

En los regímenes militares de los generales Juan Carlos Onganía, jefe del Ejército, tiempos de «azules» y «colorados», y más tarde Alejandro Lanusse, las dictaduras repitieron ese escenario de injusticias sociales y represión a la militancia política. Causas populares dieron entidad de terror a la SIDE: persecuciones y asesinatos. Desde el ‘76, los trágicos «Falcón Verdes». El horror.

El capítulo de la AFI, Agencia Federal de Investigaciones del Estado, creada en marzo de 2015, gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, luego a cargo del amigo de Mauricio Macri. El tiempo del exrepresentante de futbolistas, Gustavo Arribas, se ubicó también en el <grotesco< que involucra a Patricia Bullrich, su marido, apellidado Yanco, y expresiones como la mediática Florencia Arietto, que estuvo con el macrismo y ahora es Milei.

Arribas llevó a Carlos Tévez al Corinthians hace 17 años y se quedó a vivir en Brasil con la ganancia de la operación de venta de Boca Jrs., tiempos del reinado de Macri. Un «bon vivant» con intereses en el fútbol boquense, relacionado con Brasil. Esto, tomado del libro de Gustavo Veiga Fútbol limpio, negocios sucios. Año 2000. Su lugar, luego, lo ocupó Cristián Bragarnik. Hoy, con cien futbolistas representados y veinte técnicos. Un «pulpo». El mismo que llevó dos veces a Darío Benedetto a Boca.

En el ‘88, Macri tuvo su primera incursión en el «Mundo Boca»: aporte de un millón de dólares por el pase del goleador de San Lorenzo, Wálter Perazzo, a la ribera «xeneize». Al tiempo, Silvia Majdalani, pasado en el menemismo, resultó «otra pata» de la ex SIDE del macrismo. En el mismo lapso, seis décadas más tarde de Quaranta, la inefable Patricia Bullrich estuvo signada por su paso por el área de Seguridad y la compra de las «Taser».

Pistolas para neutralizar disturbios, algo que produjo una negociación con el Estado de Israel, donde el esposo de la exoficial «Montonera», Guillermo Yanco, también expuesto como cercano a los «servicios de inteligencia», tuvo destacada participación. Todo un combo. Las redes sociales, no precisamente macristas, apuntaron al actual «Asesor Yanco», en la Legislatura porteña, donde percibe alta remuneración, como «un hombre del sionismo con llegada a la Embajada de EE.UU». Casi nada.

La historia de Patricia Bullrich, varias veces contada por autores desde el periodismo y la literatura política: Ricardo Ragendorfer (Patricia Bullrich: de guerrillera a gendarme), sin olvidar a Aldo Duzdevich. Antes militante de la «Tendencia Revolucionaria», en los ‘70, ahora revisionista, escribió otro libro sobre aquel tiempo de violencia, titulado Uno de los Montoneros que no se fue de la Plaza de Mayo. Allí expone a la pope del PRO, puesta «a dedo» por Macri.

Según autores del revisionismo setentista, tarea que ubica a la periodista María O’Donnell en su libro El secuestro de Jorge Born, 1975, deja a Patricia Bullrich «pegada» a la operación «Mellizas» (hermanos Born, rescate: 60 millones de dólares pagados por la cerealera Bunge y Born), que comandó Rodolfo Galimberti. Uno de los fundadores de «Montoneros», 1970.

La Bullrich «hizo inteligencia», a estar de distintos autores. Hora de salida y trayecto con chofer por Av. del Libertador, desde la zona norte del conurbano bonaerense hasta el centro porteño. Asalto y secuestro. Un muerto: el chofer. También custodia. En el ‘76 se repasa un frustrado intento de secuestro del gerente de la fábrica Sudamtex, una textil de Vicente López, hace 45 años vanguardia en el rubro. Patricia «olfateó» algo que no le gustó y escapó. Fueron acribillados cuatro activistas «Montoneros». De libros y Bullrich.

Los «servicios» no fueron ajenos a gente que, habiendo participado de la guerrilla de los ‘70, más tarde pasó por distintos sitios de la política. Galimberti, cuñado de Patricia; la propia titular del PRO, antes jefa de Gendarmería y Seguridad del Estado. Un caso. En este tiempo, otras mujeres alcanzaron dimensión en el área de «los servicios»: la apodada «Turca» Silvia Majdalani, exfuncionaria del gobierno de Carlos Menem, luego reciclada en el macrismo; y la activa en medios televisivos, Florencia Arietto.

La «enemiga» de Hugo Moyano, alguna vez vinculada a la Bullrich en el área de Seguridad, ahora cerca de Horacio Rodríguez Larreta, pasó por varios destinos. Cierta vez, llevada por el malogrado Javier Cantero, presidente de Independiente, para enfrentar la «barrabrava». 2013.

El tema «mujeres bien informadas» no deja afuera a una nueva protagonista: la ahora famosa vecina de Cristina, señora Ximena Tezanos Pinto, que brinda entrevistas por TV, confiesa su amistad con Patricia y dice que votó a Javier Milei porque ella «es liberal».

La jueza interviniente en el intento de homicidio a la Vicepresidenta de la Nación investigó relaciones de los hijos de Tezanos Pinto con hijos del fiscal Carlos Stornelli, y relación de la célebre vecina del sexto piso de Juncal y Uruguay con exmiembros de la SIDE.

No faltó nadie. Igual, en el tiempo de Carlos Menem, el abogado Hugo Anzorreguy no puso al organismo «al servicio» de la búsqueda de adversarios. Muchos recuerdan que, por su pasado peronista, ayudaba a antiguos militantes del pasado «caídos en desgracia». La aguja en el pajar. Corolario: «La Libertadora» dejó una huella perenne. Como la hierba. Hoy, la injusticia y la proscripción la padece Cristina, la bandera del peronismo que heredó el kirchnerismo.

*Columnista de La Señal Medios, Libre Expresión, Mundo  Amateur, Víctor Lupo, Agencia Nacional y Popular, De Memoria y AGN-Prensa.

 

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