Opinión

Enrique Angelelli Mártir de los pobres y de los trabajadores

*Por Juan Manuel Martínez Chas

Enrique Ángel Angelelli nació en un modesto hogar en la periferia de la Ciudad de Córdoba, el 17 de julio de 1923. Hijo de Cellina Carletti y de Juan Angelelli, cursó sus primeras letras en el Colegio de las Religiosas de Villa Eucaristía y a los 15 años, el 6 de marzo de 1938, ingresó en el seminario nuestra señora de Loreto, Córdoba. En el tercer año del seminario mayor sus superiores y profesores le propusieron completar su profesión sacerdotal en Roma. Como interno del Colegio Pio Latinoamericano finalizó los estudios teológicos y se ordenó como sacerdote el 9 de octubre de 1949 en la denominada ciudad eterna. Al día siguiente celebró su primera misa en la basílica de San Pedro en el altar de la cátedra. En 1951 obtuvo, en la Universidad Gregoriana, de esa misma ciudad, la licenciatura en Derecho Canónico. Por entonces se contactó con las corrientes de la Juventud Obrera Católica (JOC) impulsada por el cardenal belga José Cardjin, a la cual venía acompañando desde su etapa de seminarista en Córdoba. Este encuentro marcó para siempre el futuro de Enrique Angelelli.

En 1952 fue nombrado asesor general de la Juventud Obrera Católica, en Córdoba, teniendo además la atención de la Capilla Cristo Obrero donde el movimiento jocista tuvo una gravitación significativa e importante.

Como dijimos, el encuentro con el belga José Cardjin fue un dato significativo en su objetivo para recristianizar a la clase obrera. También su participación en el Concilio Vaticano II donde fue parte de sus deliberaciones, sobre todo cuando se trataban las cuestiones sociales y las que se denominaban concernientes a la Pastoral Popular o Pastoral Obrera de la que fue un claro exponente en nuestro país. Del mismo modo participó, con un grupo de sacerdotes, en el denominado pacto de las Catacumbas por una opción clara de la Iglesia a favor de los pobres. Esa Iglesia con olor a oveja de la que nos habla Francisco.

En 1954 ya el Padre Angelelli expresaba las líneas rectoras del magisterio de la época realizando un diagnóstico importante sobre el rol de los trabajadores, señalaba: “El Movimiento Obrero exige hoy, como réplica del sistema liberal que redujo al obrero a una simple mercancía sujeta a la oferta y la demanda, una valoración de su propia dignidad”.No dudaba en afirmar que “la clase obrera está llamada a asumir responsabilidades que nunca había conocido en el pasado. Por ello un movimiento obrero apostólico que entrañe la misión de volver a la Iglesia. La clase obrera perdida merecerá todo su atención y el estudio para que se encarne en nuestras parroquias el ambiente obrero”, de ahí su compromiso con la Juventud Obrera Católica (JOC).

 

Estas y otras definiciones eran presentadas por el “Pelado”, como se lo denominaba afectuosamente, en la Cuarta Semana Nacional de Estudio de Asesores de la JOC.
El 16 de noviembre de 1965, en el marco del Concilio Vaticano II, al que asistió e integró como obispo auxiliar de Córdoba, 42 obispos de distintos países celebraron la misa en las catacumbas de Santa Domitila, en Roma, y sellaron su compromiso en lo que denominaron Paco de las Catacumbas que tuvo escasa difusión. Entre otros obispos, además de Angelelli, se cuenta que firmaron el documento Alberto Devoto de Goya y otros obispos de otros países latinoamericanos que realizaron una opción preferencial por los pobres. Se decía “procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que concierne a casa, comida, medios de locomoción y a todo de lo que ahí se desprende. Haremos todo los posible para que los responsables de nuestros gobiernos y nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres y así para el advenimiento de un orden social nuevo, digno de hombres y de hijos de Dios”.

Se trataba de un compromiso personal de un grupo de sacerdotes que, colectivamente, hacían una opción por los pobres para mostrar el rostro de una Iglesia servidora y pobre y trabajar por la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de la pobreza. Es quizá la continuación de una Iglesia de salida, de una Iglesia en testimonio y este documento se entiende que fue precursor de otro documento colectivo, firmado el 15 de agosto de 1967, el Manifiesto de 18 Obispos del Tercer Mundo encabezado por el arzobispo brasileño Hélder Cámara. Este sí tuvo repercusión mundial y mayor exposición.

Debemos recordar que Pablo VI, con quien Angelelli mantuvo un vínculo de afecto y respeto, había declarado al clausurar el Concilio, el 7 de diciembre de 1965, que la “Iglesia se ha declarado, en cierto modo, la sirvienta de la humanidad”. La propuesta era cambiar la ubicación social de la Iglesia más allá que en los documentos concíliales quedaron expresadas las diversas perspectivas predominantes sin que los pobres lograran el lugar central asignado por el mensaje del Evangelio. Para el entonces obispo Angelelli las definiciones fueron claras, antes de partir de Roma, escribió unas extensas reflexiones que cursó como reservadas, pero que se sustentaban en la construcción de una “Iglesia Apostólica, misionera, universal, abierta, santa, evangélica, pobre, signo, rostro sacramento del dulce de Dios escondido a una iglesia que siendo de hoy quiere y siente la necesidad de dialogar y comprender al hombre actual que no está puesta para condenar sino para salvar . Quienes están constituidos en la autoridad del pueblo de Dios son servidores”.

Como obispo auxiliar de Córdoba, desde fines de 1960, Angelelli, impregnó sus opciones en la Pastoral Arquidiocesana, intervino profundamente apoyando conflictos obreros y convocó a la solidaridad con los pobres en la crisis económico-social de fines de 1963. Obviamente esta actitud le provocó una adversa reacción del tradicionalismo católico en Córdoba que atrajo la intervención de la Nunciatura. Eran frecuentes, según se ha demostrado, sus reuniones con Agustín Tosco y otros líderes sindicales que posteriormente encabezaron el Cordobazo, la conformación de cooperativas y una tarea pastoral no sólo en los pueblos más recónditos de la provincia, sino en la organización de lo que se denominó el Movimiento Rural Católico.

Como consecuencia de su continuidad en la vida pastoral Angelelli fue destinado a la provincia de La Rioja. Iglesia olvidada, provincia con innumerables injusticas sociales, a la que se dirigió como obispo el 24 de agosto de 1968. “Les acaba de llegar a La Rioja un hombre de tierra adentro que les habla el mismo lenguaje”, señaló Angelelli, “un hombre que quiere identificarse y comprometerse por ustedes, quiere ser un riojano más, por eso desde ahora les dice: Mi querido pueblo riojano”.
Junto a Angelelli trabajaron el laico Wenceslao Pedernera, líder del movimiento rural y de las cooperativas que comenzaba a potenciar el obispo para combatir la injustica rural y el latifundio, y los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias. Su labor pastoral se situó al lado de los pobres y de los trabajadores.

La persecución del obispo comenzó antes del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y se acrecentó, obviamente, con el inicio de la noche más larga que hemos vivido los argentinos. Primero fueron acribillados a balazos los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, luego sería el turno del laico Wenceslao Pedernera. Mientras retornaba a la ciudad de La Rioja, después de despedir al laico y a los sacerdotes asesinados por la Dictadura Militar, Angelelli fue víctima de un asesinato atroz, terrible, el 4 de agosto de 1976, cuando un auto enviste el vehículo en el que se dirigía a la capital riojana y provoca un accidente fatal, incluso plantando la escena del crimen para que la versión oficial del accidente cobrara impulso. Todos sabían que Angelelli había sido asesinado.

La Rioja capital, conmemoracion por el 40 aniversario del asesinato del obispo Enrrique Angelelli durante la dictadura militar.

La causa fue archivada pero la comunidad riojana no olvidaba. Los diversos grupos comprometidos con esta iglesia misionera, con los pobres y trabajadores siguieron investigando. Lograron reabrir la causa y probar el asesinato tanto de Enrique Ángel Angelelli como de Carlos Dios Murias, Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera.

En 2006 fue importantísima la homilía que el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, pronunció con motivo de los treinta años del asesinato de Angelelli en la Capital Riojana. Ademas como Papa, en 2016, pocos días antes de la sentencia elevó a la justica riojana documentos que existían en el Vaticano y que daban cuenta de la persecución y el martirio al que fue sujeto, durante años y que culminó con su vida, con la vida de un apóstol, Enrique Angelelli.

El 27 de abril de 2019, como paso previo a su santificación, Enrique Angelelli, obispo de los pobres, los excluidos y los trabajadores, de una iglesia misionera en salida, justamente con sus pastores Gabriel Longueville, Carlos Dios Murias y Wenceslao Pedernera, serán beatificados, por causa de su Martirio en Odio de Fe, conforme fue certificado por el Vaticano en la era Francisco. De similar manera se trató el tema del Arzobispo del Salvador Oscar Romero. Es un reconocimiento a una lucha, pero también señala un modelo de iglesia que recuerda a sus mártires . Ese recuerdo no sólo significa una ratificación de la línea pastoral de Angelelli, sino un camino de paz, verdad y justicia.

Una justicia social que los argentinos venimos buscando desde hace tiempo y que seguramente a través de ese movimiento de los trabajadores, conformado por el Movimiento Obrero, por las cooperativas, por los jóvenes, por los excluidos, en el que también abrevaba Angelelli, como doctrinario de la JOC y Apóstol, con un oído en el pueblo y otro en el evangelio, como siempre decía, necesita hoy más que nunca nuestro país para dejar atrás el oprobio y la indignidad de millones de argentinos. Apostar a La resurrección del pastor en su pueblo obrero es ratificar un camino , una consigna de que finalmente Argentina y La Rioja vivirán su Pascua en comunión con su pastores.

 

 

*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos.

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