*Por Redacción
La reunión de Consejo Directivo de la CGT pasó a cuarto intermedio hasta el próximo martes 12 de junio. Ese día parte de la Conducción Nacional de la Confederación General del Trabajo volverá a encontrarse con representantes del Gobierno, que tendrá que dar respuestas a las demandas presentadas por los dirigentes sindicales éste jueves.
Sin levantar el paro nacional anunciado para el mes de junio, la dirigencia cegetista volvió a enredarse en la telaraña que tejió el gobierno para ganar tiempo y poder anunciar sin sobresaltes políticos el acuerdo con el FMI. La interna de la Central Obrera se abrió, supuró y quedó en carne viva, luego de una semana agitada.
El ala combativa, alineada con Juan Carlos Schmid, no quería saber nada, desde el vamos, con la reunión en Casa Rosada. De hecho el encuentro de mesa chica, celebrado de urgencia a últimas horas de la tarde miércoles, no fue ameno. Puteadas, amenazas de renuncias y amagues de golpes, recalentaron una situación de por sí desgastante para una dirigencia cuestionada socialmente.
No obstante el encuentro del Consejo Directivo fue calmo. Cada uno de los sectores en pugna expresó su postura. Unos demandaron la urgencia social de convocar a un paro y luego negociar con el gobierno, otros pidieron negociar y luego parar si no hay una respuesta satisfactoria. En el medio las presiones son fuertes. La posibilidad de que Camioneros lance un paro nacional para el jueves 14 y sume la adhesión de las otras es centrales arrincona a los dialoguistas dentro de la CGT, de la misma manera que el paro con movilización lanzado por las dos CTA.
En el ojo de la tormenta quedó, una vez más, Roberto Fernández. El titular de la UTA, el pasado lunes, confirmó su adhesión al paro, sin embargo el miércoles encontró un resquicio para escapar de la medida e impulsar el falso diálogo con el gobierno. Lejos de la tradición de lucha del Bocha Palacios, el dirigente colectivero, junto con los consabidos gordos, operó a favor del Ejecutivo para ganar aire y tiempo. De esta manera la ofensiva sindical se relentiza en un momento donde el común denominador, a partir del consenso existente en la mayoría de los sectores, impulsaba la profundización del plan de lucha.
El martes será un día clave. Retrasar el anuncio de la medida o no hacerlo directamente pondrá a la CGT en una situación crítica ante sus propias bases y pares sindicales. La estructura interna se verá absolutamente deslegitimada por lo que la erosión será interminable. Algo que para el Gobierno sería un triunfo político que le permitiría avanzar sobre reformas estructurales que necesita imperiosamente después del sometimiento al FMI.
Desde los sectores que demandan lucha son optimistas. Aseguran que el martes se convocará al paro dado que el Ejecutivo no aceptará las demandas de la CGT y los dialoguistas se quedarán sin margen de maniobra. Sólo resta esperar y no desesperar.