“El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos narcisistas del yo y del rendimiento, es el infierno de lo igual, una sociedad de la depresión y el cansancio compuesta por sujetos aislados.”
Byung-Chul Han
Según datos de la OIT se “estima que 40,3 millones de personas fueron víctimas de la esclavitud moderna en 2016; casi una cuarta parte era menor de 18 años”. Del mismo modo se ha evidenciado que el “29 % de la población mundial está cubierta por sistemas integrales de seguridad social que incluyen la gama completa de prestaciones, mientras que el 55 % está totalmente desprotegido”.
En el mapa del neoliberalismo la geografía del trabajo se extiende sobre una meseta árida. La relación capital -trabajo muestra una variable significativa no solamente en términos económicos, sino también sociales y culturales. El arrasamiento del PBI tiene consecuencias nefastas para la estructuración del trabajo. Lo que promueve el sistema no es meramente la transferencia de riquezas sino la descomposición del trabajo tal cual se conocía hasta el momento.
“Los datos de las economías de altos ingresos revelan que, en la mayoría de esos países, el crecimiento del salario real promedio se ha desvinculado del crecimiento de la productividad, lo que explicaría por qué la participación de los ingresos del trabajo (la participación de la remuneración laboral en el PIB) en muchos países sigue siendo considerablemente inferior a la de principios de la década de 1990 (OIT, 2018d; OCDE, 2018). Al rompecabezas analítico se suma la preocupación por que parece cada vez más probable que nuestro parámetro para calcular la productividad en la era de la inteligencia artificial y la automatización esté desfasado respecto de la experiencia económica general. Esto se debe concretamente al papel que desempeñan las «empresas de frontera» (empresas líderes de alta productividad de cada sector) y a la desigual difusión de la tecnología en los sectores y entre países”, informe de la COMISIÓN MUNDIAL SOBRE EL FUTURO DEL TRABAJO de OIT.
El estancamiento económico no tiene raíces en la verbalización unidimensional del discurso, el proceso político actual ha dado por tierra el desarrollo industrial lo que produce de manera directa el deterioro del mercado interno. En Argentina los trabajadores son cada vez más pobres mientras el gobierno fomenta la extorción social para introducir transformaciones en el universo laboral. Empresas como UBER, Glovo o Rapi, no son producto de la crisis. Representan el cambio que el capitalismo ha producido en la matriz socio-cultural del trabajo.
No obstante, estas transformaciones tienen un impacto negativo en campo socio-político. El sujeto se imbrica en la competencia social y muta su individualidad en detrimento de su salud psicológica. La sociedad del alto rendimiento no constituye por sí mismo un paso hacia el progreso, todo lo contrario. Aun cuando el neoliberalismo instale que vivimos en una comunidad mucho más democrática y libre lo que ha logrado es intensificar la desigualdad social a partir de la injusticia social. La precarización laboral, la incertidumbre sobre la estabilidad del empleo, son factores de la descomposición política instaurada por la restauración del régimen. La libertad individual se ve encadenada al rendimiento y al tiempo laboral, entre otras variables, por lo que el sujeto no es más libre, sino que ya no es consciente de su sometimiento.
“Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado. En la orwelliana 1984 esa sociedad era consciente de que estaba siendo dominada; hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación”, sostiene el filósofo Byung-Chul Han.
¿Quieres vivir como gente común?
¿Quieres ver lo que la gente común ve?
¿Quieres dormir con gente común?
¿Quieres dormir con gente común, como yo?
Pero ella no entendió, solo sonrió y tomó mi mano
Pulp “Common people”
La retórica neoliberal sobre la recuperación de las economías enfermas se repite en cadena nacional por la fauna de viejos fantasmas narcotizados. Esnifan la pauta oficial y reproducen ideas de universos distópicos encerrados en guetos voluntaristas. Durante la explosión neoliberal de la década de los ’80 Estados Unidos y Gran Bretaña exponían altas tasas de desempleo el discurso fue el mismo: Es lo que hay que hacer. Las diatribas contra el estado de bienestar o los populismos no le solucionaron los problemas a la clase trabajadora afectada por una crisis insufrible e interminable.
Los neologismos ideológicos de Thatcher y Reagan continuaron los parámetros trazados años antes por el estadista de la muerte Wiston Chuchill. Así nada que no sea capitalista debe ser respetado o considerado democrático. El sometimiento es ideológico-económico pero la respuesta es política. El neoliberalismo es el opio de los pueblos.
Durante el mes de diciembre la producción industrial cayó un 14,7 % según datos del INDEC. El retroceso es la síntesis de la aplicación de un plan económico ideado por un grupo de inadaptados políticos que viven la distopía capitalista como una epifanía empresarial. El ex empleado de Héctor Magnetto, actual Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne sostiene el optimismo miserable que ponderan los cínicos. Mientras millones de argentino se empobrecen día tras día.
Lejos de la realidad el gobierno ostenta la triste estadística del triunfo económico solo para unos pocos y vuelve a empujar, aunque tímidamente, la reforma laboral, que traducida al llano popular no es otra cosa que la aplicación metodológica de la flexibilización laboral en el universo del trabajo. Para ello la estrategia macrista esboza un discurso similar al de Thatcher y Reagan, adaptado a las nuevas circunstancias y centralizado en los emprendimientos personales como sim simplemente estuviéramos en la ruta del yoga.
“Una de esas mañanas
No va a ser muy largo
Me buscaras
Y me iré”
Moby
No existe ninguna pasión en buscar comida entre la basura, tampoco puede habitar allí ninguna dignidad, aunque algunos periodistas drogados con la estrategia del negocio escriban canallescamente sobre ello. La pedagogía ideológica neoliberal desea que naturalicemos el esquema de muerte que fomenta su modelo económico.
El próximo 13 de febrero los Movimientos Sociales volverán a la calle en reclamo de “paritaria social y las leyes de Emergencia Alimentaria, Agricultura Familiar, Infraestructura Social y Emergencia en Adicciones”. La movilización será al Ministerio de Desarrollo Social y estará nucleada bajo la consigna “Tierra, techo y trabajo”. Diversas organizaciones sindicales confirmaron su participación en la jornada de protesta. Allí reside la real dignidad de los más pobres, de los que no desean buscar entre la basura alguna sobra de comida.
Las últimas imágenes sociales vuelven a mostrar un país sumido al borde del abismo. La pobreza es un desconsuelo para millones de personas que pelean el día a día para no dejarse vencer. Miles de niños han quedado sin protección social, sin educación y son sometidos a la violencia cotidiana que fagocita el sistema. La respuesta del gobierno es criminalizar la infancia. Una vieja adicción de Patricia Bullrich, ex Ministra de Trabajo de la Alianza, viciosa de la reforma laboral y una mujer violenta. Basta con ver los procesos históricos: 2001 y 2017, en ambos años la actual Ministra de Seguridad mostró su placer en el fetiche de la represión.
La pornografía gubernamental está expuesta con brutal raciocinio. La orgía económica no reconoce más que ética labrada con sangre en las paredes de los bancos. Cambiemos no puede asegurar el desarrollo del proceso democrático en ninguno de los sentidos posibles. Este gobierno, que se inmiscuye en la vida institucional de países hermanos y reclama por los Derechos Humanos como si fueran un concepto vacío. Ha violado todas las garantías de derechos constitucionales, violentó el dialogo social y anuló la presunción de inocencia en beneficio de sus propios intereses de clase.
No obstante, ello la resistencia popular, impulsada y expresada, por gran parte del conjunto del Movimiento Obrero, ha sabido poner freno al avance neoliberal. Durante los próximos meses el conflicto social se profundizará, la propia gravedad de la crisis impulsará medidas cada vez más grandes. Aun así, la respuesta de los sectores populares necesita tener un correlato político, sin demasiados rodeos en el debate sobre las formas.
*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical
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