El Papa León XIV exhortó a los empresarios de la Unión Industrial a que «trabajen en favor de una economía que esté al servicio del bien común»

Por Redacción

El Papa León XIV envió a la UIA una carta que fue  leída en la 31ª Conferencia Industrial en Buenos Aires en la que pidió al empresariado defender el bien común y le pidió que siguieran el ejemplo de Enrique Shaw, así como la Doctrina Social de la Iglesia. El Santo Padre, aseguró que «si los trabajadores reciben un salario justo, ello les permite no sólo sostener a sus familias, sino también aspirar a una pequeña propiedad y amar más la tierra trabajada por sus propias manos».

Su Santidad, señaló que «este espacio nos ofrece, en el marco del Jubileo de la Esperanza, una entrañable ocasión para reconocer que la economía y la empresa, cuando se orientan al bien común, pueden y deben ser motores de futuro, de inclusión y de justicia».

Del mismo modo, expresó  referencia a la encíclica Rerum Novarum que “constituyó el acto fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia en su forma actual. Allí se denunciaban las condiciones injustas de muchos trabajadores y se afirmaba con fuerza ‘que ni la justicia ni la humanidad toleran la exigencia de un rendimiento tal, que el espíritu se embote por el exceso de trabajo y al mismo tiempo el cuerpo se rinda a la fatiga’ (n. 31)”.

León XIV, explicó que «de igual modo, se subrayaba el derecho a un salario justo, a formar asociaciones y a vivir con dignidad. Estas enseñanzas, nacidas en un tiempo de profundas transformaciones industriales, siguen teniendo una sorprendente actualidad en el mundo globalizado que habitamos, donde la dignidad del trabajador muchas veces continúa siendo vulnerada”.

El Papa, indicó que el bien común «exige que la producción y el beneficio no se persigan de manera aislada, sino que se orienten a la promoción integral de cada hombre y de cada mujer». En esa línea, recordó a Francisco y aseveró que «si los trabajadores reciben un salario justo, ello les permite no sólo sostener a sus familias, sino también aspirar a una pequeña propiedad y amar más la tierra trabajada por sus propias manos, de la que esperan sustento y dignidad, y así, abrirse a más altas aspiraciones para su vida y la de los suyos (cf. n. 33)”.

El Santo Padre, resignificó al empresario argentino, Enrique Shaw y subrayó: «entendió que la industria no era sólo un engranaje productivo ni un medio de acumulación de capital, sino una verdadera comunidad de personas llamadas a crecer juntas. Su liderazgo se distinguió por la transparencia, por la capacidad de escucha y por el empeño para que cada trabajador pudiera sentirse parte de un proyecto compartido».

Destacó que como siervo de Dios «promovió salarios justos, impulsó programas de formación, se preocupó por la salud de los obreros y acompañó a sus familias en sus necesidades más concretas. No concebía la rentabilidad como un absoluto, sino como un aspecto importante para sostener una empresa humana, justa y solidaria”.

Por último, León XIV, a exhortó a los empresarios a que «trabajen en favor de una economía que esté al servicio del bien común. Que esta Conferencia Industrial sea un espacio para renovar el compromiso con una industria innovadora, competitiva y, sobre todo, humana, capaz de sostener el desarrollo de nuestros pueblos sin dejar a nadie atrás”.

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