Por Redacción
Desde el Vaticano, el papa León XIV dio a conocer su mensaje para la próxima Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el domingo 16 de noviembre. Lo hizo el último viernes, fecha en que la Iglesia recordó a San Antonio de Padua. La declaración incluyó definiciones políticas, espirituales y sociales, y volvió a poner en primer plano el lugar central de los pobres en la vida cristiana.
El Papa rechazó toda mirada asistencialista y advirtió: “Los pobres no son una distracción para la Iglesia. Son nuestros hermanos y hermanas amados, nos ponen en contacto con la verdad del Evangelio”. Dejó en claro que no se trata de limosna ni beneficencia, sino de una relación de igualdad basada en la fe.
León XIV subrayó que los más pobres sostienen una esperanza que no depende del poder ni del dinero. “No pueden confiar en la seguridad del poder y las posesiones. Su esperanza debe buscarse necesariamente en otra parte”, afirmó. Y agregó: “También nosotros pasamos de las esperanzas fugaces a una esperanza duradera”.
Para el Papa, el sufrimiento de los excluidos tiene un profundo contenido espiritual. “La forma más grave de pobreza es no conocer a Dios”, sostuvo. Luego retomó una enseñanza del papa Francisco y expresó que “no se debe negar la atención espiritual a los pobres, quienes tienen una especial apertura a la fe”.
El mensaje incluyó una advertencia sobre los discursos que romantizan la pobreza pero no actúan sobre sus causas. León XIV aseguró que “la pobreza tiene causas estructurales que deben ser abordadas y eliminadas”. En ese marco, reclamó trabajo, educación, vivienda y salud como derechos que ningún Estado puede negar.
Frente a la indiferencia de las grandes potencias y las élites económicas, valoró el esfuerzo cotidiano de quienes resisten desde abajo. Puntualizó que “hay muchos signos silenciosos de esperanza: hogares de ancianos, comedores populares y escuelas para personas de bajos ingresos, que con demasiada frecuencia se pasan por alto”.
El Papa pidió abandonar toda mirada paternalista. Recordó la enseñanza de San Agustín con una frase que no deja lugar a equívocos: “Das pan a una persona hambrienta; pero sería mejor que nadie tuviera hambre”. En otro tramo del mensaje, definió a la esperanza como la fuerza que mantiene viva la dignidad humana en medio del dolor. Aseveró que “la esperanza cristiana es como un ancla que ancla nuestros corazones en la promesa del Señor Jesús”.
León XIV vinculó la jornada con el Jubileo que vive la Iglesia. Remarcó que “una vez cerrada la Puerta Santa, debemos conservar y compartir con los demás los dones divinos que nos han sido concedidos”, expresó. Y convocó a repensar el rol de los pobres en la vida cristiana. “No son simples receptores de cuidados. Son sujetos creativos que nos desafían a encontrar nuevas formas de vivir el Evangelio hoy”, sostuvo.
Por último, su Santidad subrayó: “Confío a todos a María, Consoladora de los afligidos, e invito a la Iglesia y al mundo a elevar un canto de esperanza con las palabras del tedeum: ‘En ti, Señor, está nuestra esperanza y nunca esperaremos en vano’”.
La Jornada Mundial de los Pobres fue instituida por Francisco en 2017 y se celebra todos los años en el 33º domingo del Tiempo Ordinario. Este año será el 16 de noviembre. Según León XIV, esa fecha debe ser un punto de inflexión: no solo para reflexionar, sino para actuar.