*Juan Manuel Martínez Chas
Para entender la obra evangelizadora del Papa Francisco debemos analizar el contexto cultural y político en el que, Jorge Bergoglio, ejerció su tarea pastoral. Vale recordar que, ya en 2010, la idea de pueblo, de desposeído, la confianza en el otro, la organización y la tarea de empoderamiento para el pueblo, surgen de una conferencia del entonces Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, en la Jornada Arquidiocesana de Pastoral Social, donde dice: “La Argentina llegó a constituir una sociedad con movilidad social ascendente, bastante homogénea, con derechos extendidos, de pleno empleo y alto consumo, con participación política casi total, con una activa movilización. Sin caer en nostalgias”.
Del mismo modo debemos analizar la gran tarea que desarrollaron los teólogos argentinos, entre los que debemos mencionar a Lucio Gera y al Padre Rafael Tello y otros pastores, que se habían integrado a la Juventud Obrera Católica (JOC) como asesores. Si bien esta organización tuvo una tarea muy fluctuante dentro de las diferentes regiones, su vínculo con el peronismo y con los sindicatos fue muy auspicioso llevando a cabo la consigna del Concilio Vaticano II de “Ver, juzgar y actuar”.
Por ello en nuestro país, también en materia política sindical y teológica, se acuña el concepto de pueblo trabajador a diferencia de otras realidades mundiales como clase obrera o pueblo pobre en el resto de América Latina. Nace, entonces, con el influjo teológico latinoamericano y como una derivación razonada al sistema argentino, la cultura argentina del pueblo pobre, peronista y trabajador, la teología del pueblo. Esta teología del pueblo se inclina a defender a los trabajadores porque en ellos está encarnado el pueblo y será, en el mundo del trabajo y no en el de la pobreza, donde el pastor deviene teólogo del pueblo.
De esta manera, a partir del mundo del trabajo, esta teología hace docencia, estudio y tarea pastoral en la realidad del pueblo trabajador. Y en ese trabajador se autoproducen en la experiencia y establecen un colectivo que se encarna, por eso aquello de Francisco de “pastores con olor a oveja”.
Esta teología, al igual que las cátedras nacionales con las cuales tuvo un vínculo muy especial, desconoce el lugar del saber de la Intelligenzia de la que nos hablaba Jauretche y pasa a la concientización del pueblo. El pueblo evangeliza al pueblo y de tal manera esta línea pastoral, enraizada con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que caracteriza la organización del pueblo para la lucha que será la de poner la confianza más en un caudillo que en instituciones liberales que demostraron que reproducían la pobreza.
Claro, estábamos en la década del ’60, era la época en la que el exilio, del que fuera tres veces presidente de los argentinos, se nos reivindicaba en la historiografia liberal como una proscripción patriótica. Además.
Francisco enfatiza el lugar del trabajo más que el de la pobreza. Su discurso sigue la dirección latinoamericana de opción preferencial por los pobres solo porque el pobre es pueblo trabajador.
La teología del pueblo fundamenta teóricamente el valor del trabajo y también Francisco, como lo señala Emilce Cuda (Para leer a Francisco Ed. Manantial Buenos Aires 2016), por ejemplo, en la Encíclica Lautado Si, sostiene mirando la vida histórica de Jesús “llama la atención que la mayor parte de su vida fue consagrada a esa tarea en una existencia sencilla que no despertaba admiración alguna ¿no es este el carpintero, el hijo de María? Así sacrificó el trabajo y le otorgó un valor peculiar para nuestra maduración”.
El Papa valora el trabajo y condena la explotación. En Laudato Si señala: “La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de la otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, convirtiéndola en esclava a causa de una deuda”. Es por ello que Laudato Si no es una encíclica verde como pretenden hacernos creer algunos analistas. Esta realidad social, esta realidad de injustica social que debe integrarse con justicia en las discusiones sobre la producción y la distribución, se integra además con un planteo ecológico que se convierte en un planteo social.
Además, la vinculación de Francisco con el Movimiento Obrero es muy importante. Cuando él asume la categoría de diálogo social a lo igual que lo ha hecho recientemente, en enero, la Comisión para la Declaración del Futuro del Trabajo de la OIT y en Argentina, en el Dialogo Argentino de 2002, el diálogo social se construye a partir de la integración del pueblo trabajador, de la clase trabajadora, a través de un modelo sindical que tiende a la unidad.
Por eso señala en el Evangelii Gaudium que en la unidad el todo es superior a la parte, esto tiene que ver con una política de unidad del pueblo en concreto. También avanza sobre la idea de Movimiento de los Trabajadores, sobre el que se expresara la Confederación Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) en la década de los ’80 y hoy los Movimientos Populares y la CGT.
Para la teología del pueblo decir que los pobres no son trabajadores es despojarlos de su dignidad. Siempre son trabajadores, aunque no tengan trabajo.
Scanonne en Evangelización y Cultura ha señalado que oprimidos son los trabajadores industriales, pero también los campesinos marginados, los desocupados, los desechados, los indígenas ignorados, las mujeres relegadas.
Dicho de otro modo, en esta idea, todo pobre trabaja para sobrevivir y esas condiciones de precarización y explotación llevan a la OIT, desde hace años, a trabajar en una campaña por el trabajo decente.
Implica, además, una actitud por parte del Estado con relación a los sindicatos o a través de los sindicatos. De tal manera cobra sentido la expectativa y las palabras que cita Abraham Canales en su libro “No os dejéis robar la dignidad”, el trabajo cultural, político y social, que viene realizando nuestro Sumo Pontífice, que tuvo su máxima expresión en la Conferencia llevada a cabo en el Vaticano en noviembre del 2017, titulada Populorum Progressio a Laudato Si a donde coloca a los sindicatos en el rol de profetas.
Aquellos que están llamados a construir ese mundo de Justicia Social que él soñó y vivió en su Buenos Aires natal.
Quizá, más allá de las particularidades, es de señalar mas que si se trata de un Papa peronista o si se trata de un Papa inclinado políticamente, como se rasgan las vestiduras muchos miembros del establishment, es bueno señalar que sí se trata de un Papa del trabajo que ha hecho, como dice Canales, de su pontificio un evangelio diario del trabajo. Un evangelio diario donde la Justicia Social, la vida y la dignidad de los marginados van a tener sentido cuando los cambios económicos globales tiendan a una Sociedad o mejor dicho a una Comunidad más justa.
*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicato
Fotografías: Papa Francisco “El Jesuita”