Por Redacción
El Papa Francisco inauguró, este lunes en el Vaticano, la Cumbre Internacional sobre los Derechos del Niño, organizada por el Comité Pontificio para la Jornada Mundial del Niño. En su discurso, Santo Padre denunció la situación de millones de niños afectados por la pobreza, la guerra, la explotación y la injusticia.
“Incluso hoy, la vida de millones de niños está marcada por la pobreza, la guerra, la falta de educación, la injusticia y la explotación”, afirmó Francisco al dirigirse a los representantes internacionales presentes en la Cumbre, entre ellos ganadores del Premio Nobel de la Paz, sobrevivientes del Holocausto y líderes políticos de Medio Oriente.
Señaló que la realidad de los niños en “países desgarrados” por los conflictos armados es una de las más alarmantes. “Es inaceptable que niños mueran bajo bombas sacrificadas a los ídolos del poder, de la ideología y de los intereses nacionalistas”, sostuvo el Papa. Del Mismo modo, condenó la utilización de menores en el trabajo forzado, la trata de personas, el reclutamiento como soldados y los matrimonios forzados.
Francisco advirtió sobre la vulnerabilidad de los niños migrantes y la falta de documentos que les impide acceder a derechos básicos. Señaló que “esto es un obstáculo para el acceso a la educación o a la atención sanitaria; pero lo más importante es que no tienen protección bajo la ley, y pueden ser fácilmente abusados o vendidos como esclavos”.
El Papa hizo un llamado a la conciencia de la humanidad ante esta situación: “Debemos resistir al acostumbramiento. La infancia negada es un grito silencioso, que denuncia la injusticia del sistema económico, la criminalidad de las guerras, la falta de asistencia sanitaria y de educación”. Enfatizó que la indiferencia ante estos problemas constituye una “crisis moral global”.
Asimismo, se refirió a la crisis que afecta a los jóvenes en los países más desarrollados, quienes enfrentan problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. Al respecto explicó que “los jóvenes en particular, que son símbolos de esperanza en la sociedad, tienen dificultades para reconocer la esperanza en sí mismos. Esto es triste y preocupante”. Advirtió que el “excesivo individualismo de los países industrializados” genera efectos perjudiciales en la juventud, que se ve marginada en una “cultura orientada a la eficiencia”.
El Sumo Pontífice lamentó que muchos niños sean maltratados o abandonados por quienes deberían protegerlos: “A veces son maltratados o incluso oprimidos por quienes deberían protegerlos y educarlos, se convierten en víctimas de disputas, de problemas sociales o psicológicos y de dependencia parental”.
Francisco reafirmó su postura contra el aborto y lo calificó como “la práctica asesina” que elimina la vida de los niños y afecta el futuro de la sociedad. Pidió a la humanidad que escuche a las víctimas de la guerra, la violencia, la explotación y la injusticia. Puntualizó: “Es importante escuchar. Debemos reconocer que los niños observan, comprenden y recuerdan. Y, con sus miradas y su silencio, nos hablan. ¡Escuchémoslos!”.
Para concluir, instó a los participantes de la Cumbre a trabajar en conjunto para mejorar la vida de los niños y subrayó: “¡Rezo para que su contribución ayude a crear un mundo mejor para los niños y, por tanto, para todos!”.
3/2/2025