Por Redacción
La sociedad del éxito, del individualismo extremo que le otorga a la cultura de la indiferencia y del descarte social un valor preponderante, no encuentra respuestas sociales para los expulsados por el modelo. Mauricio Macri, más allá de las promesas de campaña, las mentiras constantes en los medios de comunicación dominantes, llegó al gobierno para destruir todo lazo de desarrollo social afianzado en un proceso de producción nacional. Destruir el empleo es destruir a la clase trabajadora en nombre de la libertad de un mercado que generó la tiranía del neoservilismo.
Según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) durante el último año se perdieron 155.000 empleos registrados en el país. En el período que abarcó junio de 2018 y junio de 2019, se perdieron 40 empleos por hora, 478 por día y 14.347 por mes. Los números dan cuenta de lo lejos que está Cambiemos de la realidad social que afecta al universo de los más pobres. Por otro lado, es lo que vinieron a hacer.
Al impacto social se le debe sumar el deterioro psicológico que implica estar sin trabajo. Millones de argentinos hoy padecen una situación de precariedad extrema, aunque el candidato a vicepresidente de Macri, el Senador Pichetto, vocifere que en el país no hay quien pase hambre y a pesar de que la Ministra de Inseguridad, Patricia Bullrich Pueyrredon sostenga que para el que la pasa mal están lo comedores.
El documento de la UNDAV afirmó que “la desocupación alcanzó los dos dígitos en el segundo semestre del 2019 trepando al 10,6%. Creció 4,7 % en relación a 2015 y 1 %. en relación a 2018. Se estima que hay 2,2 millones de desocupados en la Argentina”.
El informe detalló que “en el segmento privado de la economía se perdieron 148.000 puestos de trabajo entre junio de 2018 y junio de 2019. El empleo privado lleva perdidos 228.159 puestos en junio con respecto a un año y medio atrás y 198.000 si se lo compara contra 2015”.
Otro dato que pone al desnudo el falaz discurso de Cambiemos, que sostiene que este es camino, precisó que “La ocupación demandante subió 2,6 % y está en su nivel más alto desde el segundo trimestre de 2016, los ocupados necesitan mayor cantidad de horas de trabajo para poder alcanzar los ingresos salariales necesarios”.
“Desde fines de 2015 hasta la actualidad, se perdieron 145.820 empleos solamente en la industria manufacturera. Desde noviembre de 2015, fueron 151.000 los empleos perdidos en las ramas industriales y 86 mil tan sólo en el último año y medio”, afirmó el informe de la UNDAV.
El modelo neoliberal impuesto por la gestión de Mauricio Macri ha traído dramáticas consecuencias para la clase trabajadora. Mientras Cambiemos piensa en lanzar una campaña electoral ajustada al discurso reaccionario de su núcleo duro, millones de argentinos sufren las consecuencias de la falta de empleo.
En este escenario el próximo gobierno tendrá un desafío enorme frente a la reconstrucción del tejido productivo. Ahora bien, la urgencia demanda que se piense que tipo de empleo necesita el pueblo argentino, porque en el contexto de la “fábrica del emprendedor ” vale pensar lo que afirmó Jorge Moruno, sociólogo español: “Las empresas no están pensadas para generar empleo, no buscan yacimientos de empleo, porque el empleo no es un mineral que se encuentra, todo lo contrario, la empresa busca nichos de mercado, ámbitos donde dar salida a sus productos”.
Entre tantas respuestas posibles la principal implica la ruptura de la raíz cultural, que durante décadas, ha sostenido el neoliberalismo como condición de poder. Mauricio Macri, aun en sus horas más oscuras, es un fiel exponente de dicha filosofía económica. La cultura del descarte debe ser erradica de cuajo en el país, no porque lo diga un medio periodístico, sino porque la historia nos enseñó que existen alternativas prácticas al neoloconialismo financiero.