Por Redacción
La reciente visita de la misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI) a la Argentina evidenció la sintonía entre el organismo y el gobierno de Javier Milei, que priorizan un modelo económico destinado a profundizar la dependencia externa y el desguace del país. Los funcionarios del FMI destacaron las “conversaciones constructivas” con las autoridades argentinas, al tiempo que reafirmaron la exigencia de cumplir metas orientadas a la acumulación de reservas, una tarea que en la práctica implica ajustar y restringir el mercado cambiario en beneficio del capital financiero internacional.
El jefe de la misión para Argentina del Departamento del Hemisferio Occidental, Bikas Joshi, lideró las negociaciones vinculadas a la primera revisión del acuerdo firmado en abril bajo el Programa de Facilidades Extendidas. Desde el FMI confirmaron que “las conversaciones con las autoridades argentinas continúan siendo constructivas” y anunciaron que informarán “sobre los próximos pasos a su debido tiempo”. Sin embargo, esta “constructividad” esconde una agenda que afecta gravemente la soberanía económica y política del país.
Los libertarios y el FMI tienen como eje la preservación de un esquema cambiario que perjudica a la producción nacional y favorece la especulación financiera. El Fondo muestra preocupación por el creciente déficit en la cuenta corriente y la intervención estatal en el mercado cambiario, dos aspectos que el Ejecutivo de Milei ignora en su discurso público mientras sostiene que la expansión económica exige importar más, se justifica así la fuga de divisas y la profundización del desequilibrio comercial.
El viceministro de Economía, José Luis Daza, junto a funcionarios del Banco Central, sostuvo ante empresarios e inversores que “el déficit de cuenta corriente y la dinámica de acumulación de reservas no representan una amenaza para la consistencia del programa económico”. Esta afirmación revela una subordinación absoluta a los intereses del capital externo, que perpetúa el modelo semi colonial que ha saqueado sistemáticamente los recursos nacionales.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reportó un déficit en la cuenta corriente durante el primer trimestre de 2025 por 5.191 millones de dólares, con saldos negativos en la balanza de servicios e ingresos primarios que solo se compensaron parcialmente con superávits en bienes. Esta realidad contradice la narrativa oficial y anticipa nuevas exigencias de ajuste por parte del FMI.
El pacto económico que habilitó el desembolso inicial de 20.000 millones de dólares por parte del Fondo, en un acuerdo aprobado el 11 de abril, con una duración de 48 meses, ratifica el rol subordinado del gobierno ante el FMI. El programa incluye un desembolso inmediato de 12.000 millones de dólares y una primera revisión con un nuevo giro estimado en 2.000 millones, condicionado a la estricta ejecución de las políticas que favorecen la entrega del país y el vaciamiento de sus recursos.
Este acuerdo, lejos de representar una solución para la crisis económica argentina, legitima un modelo que atenta contra la estabilidad nacional y fortalece el poder del capital internacional. Tanto el FMI como el gobierno de Milei actúan como agentes de la disolución nacional, facilitando el saqueo y condenando al país a una dependencia estructural y perpetua.
El futuro económico argentino se encuentra amenazado por esta alianza que, bajo el pretexto de la estabilidad financiera, sacrifica la soberanía y el bienestar de la población. El reclamo urgente es romper con esta subordinación que legitima la entrega de la riqueza nacional al capital extranjero y avanzar hacia un proyecto económico que defienda los intereses del pueblo y garantice la independencia política y económica del país.