Por Redacción
Tras oficializar la llegada de 2.000 millones de dólares, el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó que redujo la meta de reservas del programa, aunque mantuvo la presión para profundizar el ajuste y acelerar reformas que golpean de lleno a los trabajadores argentinos. De esta manera, el organismo financiero internacional ratificó su postura de sustentar al régimen libertario al menos hasta el proceso electoral de octubre y vuelve avalar el incremento de una deuda impagable que sacrifica el presente y el futuro de los trabajadores argentinos.
El titular de Economía, Luis Caputo, confirmó la operación al señalar: “El lunes ingresarán los fondos”. Con este visto bueno, el Gobierno libertario podrá engrosar las reservas del Banco Central, pero de inmediato sufrirá un recorte por el pago de intereses de 830 millones de dólares previsto para este viernes. El alivio será mínimo dado que el préstamo es solo un pasamanos, la maniobra le sirve al FMI para sostener el dominio sobre la situación económica de Argentina.
En el informe tras la primera revisión del acuerdo, el Fondo destacó la poda del gasto público y la disciplina fiscal aplicada por el Gobierno libertario, aunque señaló que “las reservas internacionales netas (RIN) alcanzaron los USD 4.700 millones negativos al 13 de junio, fecha de prueba, muy por debajo de la meta de USD 1.100 millones negativos previstas en la meta del programa”.
Ante este incumplimiento, el FMI fijó un nuevo objetivo de incremento de 1.600 millones de dólares de ajuste neto para 2026 y reclamó medidas para sostenerlo. El organismo prestamista exigió que “la acumulación de reservas sea ‘respaldada por la privatización y la venta de activos y concesiones, así como por el apoyo continuo de otros acreedores oficiales’”.
El Fondo apuntaló la política de tipo de cambio libre aplicada por la gestión de Javier Milei, pero advirtió que requiere reforzar la compra de divisas. Indicó que “esto es fundamental para que Argentina pueda gestionar mejor los shocks y acceder de forma duradera a los mercados internacionales de capital en condiciones más favorables”.
Por otro lado, el FMI remarcó la necesidad de profundizar la desregulación, avanzar en cambios impositivos y flexibilizar el mercado de trabajo. De manea contradictoria y despótica, reclamó “promover el empleo formal, facilitar la movilidad, incentivar la inversión extranjera directa y reducir los impuestos distorsivos aplicados a las exportaciones”.
Mientras tanto, la tensión cambiaria expuso la fragilidad de la estrategia oficial: el dólar oficial saltó 55 pesos y cerró a 1.330 pesos, con una suba acumulada de 165 pesos solo en julio. La menor entrada de dólares tras la cosecha gruesa, la absorción de pesos y la incertidumbre política encendieron la presión devaluatoria.
El nuevo acuerdo refuerza la dependencia de la Argentina con el Fondo Monetario y legitima un plan económico que castiga a trabajadores y sectores populares. Los dólares servirán para pagar deuda y sostener reservas artificialmente, mientras se profundiza un ajuste que recorta ingresos, precariza el empleo y pone en riesgo derechos laborales conquistados.
Con este rumbo, Milei afianza la subordinación a un Fondo que dicta condiciones sin contemplar la realidad de millones que ya soportan inflación, recesión y represión ante cualquier intento de reclamo.