Por Redacción
La apertura de la 49ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se realizó este jueves en La Rural, con un discurso del escritor Juan Sasturain que apeló a la memoria cultural y denunció la expansión de una “enfermedad social” que describió como el Mal de Bierce. El acto inaugural de la tradicional Feria del Libro reunió en el predio de Palermo a representantes del mundo editorial, diplomáticos, funcionarios nacionales y figuras de la literatura.
Riyadh, capital de Arabia Saudita, participa este año como Ciudad Invitada de Honor. En ese marco, el escritor y exdirector de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain, ofreció un discurso atravesado por referencias literarias y una denuncia crítica, sin nombrarlo, hacia el actual gobierno de Javier Milei.
Durante su intervención, Sasturain presentó como pieza central el Tratado Brutoski de Medisina, un volumen publicado por la Biblioteca Nacional en 2023, que reúne por primera vez los fascículos de las series humorísticas El Medisinal Brutoski Ilustrado y Vade Mecum Brutoski Medisinae, obras de Carlos Warnes (César Bruto) y Oscar Conti (Oski). El escritor señaló que participó “poco y sin tocar nada” del proceso de edición del libro, y relató que accedió a un texto mecanografiado nunca antes publicado, que dio pie a una reflexión sobre una dolencia moral contemporánea.
Sasturain explicó que el texto inédito menciona el “Mal de Bierce”, una afección que no afecta al cuerpo sino a la conciencia. “El Mal de Bierce es una enfermedad social, degenerativa, que consiste en la paulatina pérdida de la vergüenza”, afirmó el autor, quien aludió a una figura inspirada en el escritor estadounidense Ambrose Bierce, célebre por su humor negro y su mirada corrosiva sobre la sociedad.
Definió que “el Mal de Bierce es una enfermedad social, degenerativa, que consiste en la paulatina pérdida de la vergüenza”. Describió que “el paciente, como quien pierde el pelo, pierde peso, referencia precisa a su origen ni hay una historia confiable del mal, que parece antiguo aunque nunca estudiado en su especificidad”.
Advirtió que “hay evidencias, sí, de su acelerada expansión en estos últimos tiempos, sobre todo a partir de la pandemia”. Y agregó que “el Mal de Bierce, lamentablemente, es muy contagioso y no hay vacuna. Tampoco hay en curso investigaciones serias para conjurar su expansión”.
Según Sasturain, “acaso se deba a su capacidad de enmascaramiento o por la naturalización de los síntomas, no percibidos siquiera como anomalías de conducta: el enfermo del Mal de Bierce –habitualmente omnipotente y poderoso– no se percibe enfermo. Lo detectan y padecen los demás”.
Destacó que “es por eso fundamental, en esta etapa crítica, el diagnóstico precoz del posible sin vergüenza”. Asimismo, afirmó que “está en cuestión, a la larga o a la corta, la supervivencia misma del tejido social”. Y concluyó que “es cuestión de estar atentos ante los demás pero también ante el espejo”.
Enumeró entre los síntomas del Mal de Bierce: “la pérdida de la capacidad de empatía, progresiva indiferencia hacia el otro que deriva hasta el no registro y el abandono, la pérdida progresiva de todo tipo de sensibilidad social, el desconocimiento del prójimo”.
Por otro lado, sostuvo que “la agresividad creciente, en el registro verbal a través del insulto y la descalificación, el repertorio gestual y en el protagonismo en episodios de violencia física concreta”. Añadió que “el enfermo del Mal de Bierce convierte a los demás en blancos móviles de sus descargas furiosas”.
Incluyó como síntoma “la flagrante irresponsabilidad”, ya que “obra y decide sin tener en cuenta las consecuencias, a menudo trágicas, de sus actos”. Señaló que “no menos significativo es un síntoma clásico y fácil de percibir, por lo aparatoso: la megalomanía y la consecuente arrogancia”.
Aclaró que “lindante con el ridículo, este síntoma requiere, para ser neutralizado, una ineludible colaboración del paciente. No es fácil, por supuesto. Acaso imposible”. Y subrayó que “el enfermo del Mal de Bierce está imposibilitado para una autopercepción objetiva. Eso le impide por ejemplo, darse cuenta de su ignorancia (lo que no sabe o sabe mal) o su inconsecuencia (decir hoy lo contrario de ayer o mañana sin aparente contradicción)”.
Finalmente, expresó que “la víctima (porque aunque su soberbia no lo admita, lo es) enferma del Mal de Bierce padece de una penosa tendencia a la confusión conceptual”. Explicó que “en términos de la vida en comunidad confundirá la Patria con una empresa, el Estado presente con un árbitro ciego, los escrúpulos con una isla griega y –según la definición del sabio Gila– la Economía con la econosuya”.
Concluyó que “cabe estar atentos todos a la aparición –enfrente, a nuestro lado o en el espejo personal– de cualquiera de estos síntomas lamentablemente generalizados”. Y culminó su intervención al aseverar que “mientras sintamos vergüenza habrá esperanza para todos y cada uno. La vergüenza es salud”.
25/4/2025
