Por Redacción
El comercio entre los países que integran el bloque BRICS alcanzó el billón de dólares, una cifra que marca un quiebre en la estructura económica global impuesta por las potencias occidentales. Kirill Dmitriev, director ejecutivo del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) y representante especial del presidente Vladímir Putin para la cooperación económica internacional, confirmó el dato.
Dmitriev afirmó: “El comercio interno de los países BRICS ha alcanzado el billón de dólares. Se trata de un hito importante que confirma el fortalecimiento de los lazos económicos y el creciente papel de la asociación en la formación de una nueva arquitectura de la economía global”. El funcionario remarcó que el Consejo Empresarial del bloque cumple con el objetivo fijado por Putin: “Seguimos fortaleciendo los lazos comerciales, incluso a través del Consejo Empresarial BRICS, tal como lo solicitó el presidente ruso, Vladímir Putin”.
El anuncio coincidió con la sesión plenaria del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, donde el propio Putin instó a los países socios de Rusia —incluidos los miembros del BRICS— a impulsar una transformación profunda del orden económico mundial. Según el mandatario, la etapa actual exige abandonar las estructuras de poder que respondieron durante décadas a los intereses de Estados Unidos y sus aliados.
El bloque BRICS, que sumó recientemente nuevos miembros como Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, avanza hacia un esquema multilateral que busca desplazar los centros de decisión económica concentrados en el hemisferio norte. La consolidación de un comercio interno sólido, por fuera de las instituciones del sistema financiero occidental, representa un paso concreto en esa dirección.
La superación de la barrera del billón de dólares en intercambios entre los países BRICS no sólo refleja una realidad económica en ascenso, sino un proyecto político que confronta con las estructuras de dominación financiera construidas desde la posguerra. La declaración de Dmitriev no dejó dudas sobre el rumbo: ampliar el bloque, afianzar los vínculos y acelerar el reemplazo del orden global vigente.