Opinión

El asado de Satán

*Por Gustavo Ramírez

La embestida del gobierno contra los gremios no tiene techo. Ya no sólo es una campaña de desprestigio contra los sindicatos, se trata de poder doblegar una estructura histórica para imponer las políticas económicas que demandan los organismos financieros internacionales. Las medidas económicas y el plan persecutorio contra los trabajadores están expuestos en cada acción y reacción política del Gobierno.

Tras el eufemismo moral de la “lucha contra las mafias” se ocultan los verdaderos objetivos de un Gobierno que optó por favorecer al empresariado anti-nacional y al capital financiero antes que a millones de trabajadores. Tras la detención del “Pata” Medina, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, le bajó el pulgar a los derechos adquiridos para los trabajadores del sector en La Plata.

Por estos días, el oficialismo  empuja a los sindicatos que componen el Frente Gremial Aeronáutico a un conflicto luego de que la empresa Aerolíneas-Austral no mejorara, en la negociación paritaria, la oferta inicial del 16 por ciento. Los gremios instaron al empresariado del sector a agotar todas las instancias de dialogo pero la estrategia oficial parece ser la de no razonar para jugar el rol de victima ante el reclamo de los trabajadores y de esta manera demonizar a los gremios para avanzar contra ellos.

La convocatoria a elecciones en el SOMU, para diciembre próximo,  se vició a partir de la irregularidades que circundan a la Intervención. Diversas fuentes han denunciado que el verdadero objetivo del Ejecutivo es adueñarse del sindicato para montar un ejemplo disciplinador para el resto. Pero también es la necesidad de Cambiemos de mostrarle a su electorado que puede dominar las estructuras que le son rebeldes por naturaleza. La intervención en el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos ya avanzó sobre el convenio y negoció paritarias a la baja. Un claro ejemplo de lo que realmente se busca.

El gobierno usa el nicho latente y presente de la mala prensa que tiene el sindicalismo. Un argumento falaz pero sustentable aun en los sectores progresistas que tienen una visión torpe y atrasada sobre el Movimiento Obrero. El oficialismo aprovecha ese estado del sentido común social y utiliza todos sus recursos para dañar a los sindicatos. De esta manera el sistema mediático, el judicial y el político, propagan falsas puestas en escenas sobre el universo gremial.

Las políticas económicas llevadas adelante por el macrismo en el gobierno han roto el mercado laboral y el ataque sistemático a las organizaciones promueve con mayor fuerza y profundidad esa ruptura. La dispersión de la masa de trabajadores ocupados constituye un objetivo primordial en la estrategia neoliberal. En esa coyuntura Macri estima que atacar y perseguir a los gremios es una experiencia religiosa que rendirá buenos costos para su empresa social.

La disminución de los puestos de trabajo “tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del capital social, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad, y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil”. En definitiva, los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos. Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad”, sentenció el Papa Francisco en su encíclica Laudato si. Una lectura que Cambiemos obvió.

El Gobierno tomó la decisión política de enfrentar a los sindicatos en una batalla abierta. El monitoreo constante de los gremios se expande por los pasillos de distintos ministerios. Mientras tanto el Movimiento Obrero trata de obrar con racionalidad. El impulso de la mesa de dialogo es presentado como una demostración de sumisión o debilidad. Sin embargo esa lectura progresista e infantil, suele prescindir del conocimiento del estado de situación. La marcha de la CGT del 22 de agosto molestó al gobierno y prendió una señal de alerta. Por ello se estableció esta instancia y por eso los ataques y la persecución.

Dialogar no  es sinónimo de entrega. Aunque muchos improvisados quieran comprenderlo así. Los verdaderos porotos se comenzarán a jugar después de la elecciones legislativas. La CGT ya puso sobre la mesa su agenda de reclamos. El Gobierno debe respuestas. Mientras tanto opera. Y opera sobre la mala prensa que tiene el sindicalismo. La misma que los sectores oligárquicos usaron contra el peronismo a lo largo de la historia en el asado de Satán.

 

*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical

Periodista: La Señal Medios / Radio Gráfica/ Palabra Sindical/ El Taller

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