*Por Gustavo Ramírez
La cuenta regresiva ha comenzado. Los actos desesperados de Mauricio Macri dan cuenta de la rabia que le produce dejar el gobierno. Nada de lo prometido se ha cumplido. Los datos económicos no mejoran y los índices electorales, en su mayoría, muestran que el presidente no repunta. Por el contrario, la distancia con Alberto Fernández se acrecienta semana a semana.
Un informe del Centro Estratégico Latiamericano de Geopolítica dio cuenta que el 76,8 % de los encuestados evaluó entre mala y muy mala la gestión del gobierno. El 71, 9 % le cree poco y nada al presidente. En esa valoración el 66,3 % destaca la labor y la importancia social de las PYMES. En tanto el Congreso sufre una importante desvalorización en su acción social, el 74,2 % de las personas creen que es mala la actuación del parlamento. El periodismo también padece el descrédito social, su valoración negativa es del 51 %. Los bancos y los empresarios no se la llevan de arriba, la mayoría de los entrevistados estiman como muy mala la gestión de los mismos.
El 58 % de la personas afirmó que su situación económica empeoró desde que el Ingeniero maneja los destinos del país. Solo un 7 % expresó haber mejorado. Lo que demuestra la asimetría social que produjo la transferencia de riquezas en estos últimos años. El 77,4 % de los entrevistados consideró que es culpa del gobierno su descenso social. Mientras que un 52,2 % evaluó que la crisis actual es peor o más grave que la del 2001. Macri suma a estos números un amplio margen de rechazo, un 66,1 % no lo quiere.
Aun así cabe preguntarse si la elección del 27 de octubre sirve para desarticular definitivamente la hegemonía neoliberal en Argentina. Para José Luis Gioja, Presidente del Partido Justicialista, la respuesta es afirmativa: “esto que gobierna la Argentina hoy tiene de todo un poco, porque ahora, a lo último, no fueron tan ortodoxos. Han fracasado totalmente y la Argentina necesita pensar, crear y hacer otro país”.
Tal vez, en tren de pensar otro país posible, cabe debatir sobre las posibilidades reales de establecer una democracia popular con el protagonismo activo de las clases sociales que son el sostén efectivo del desarrollo social: La clase trabajadora y los pobres. Quizá sea pertinente adentrarnos a reflexionar sobre los axiomas caducos del modelo liberal donde expresa sus valoraciones el campo político.
El Papa Francisco tiene en claro que la Justicia Social no llegará si no hay un profunda acción del Movimiento de Trabajadores. Ello implica necesariamente romper con la articulación psico-social que promovió durante varios períodos históricos el colonialismo cultural neoliberal.
Chantal Mouffe, filósofa y politóloga, sostiene que en la actualidad estamos en “presencia de una formación social que articula una forma particular de democracia liberal con el capitalismo financiero” y añade: “la actual situación puede describirse como una “posdemocracia”, porque durante los últimos años, como consecuencia de la hegemonía neoliberal, la tensión agonista entre los principios liberales y los democráticos fue eliminada”.
La profesionalidad de lo político es una idea liberal. Desde ese panóptico ideológico se soslaya, sistemáticamente, la participación de los Movimientos Populares y del Movimiento Obrero Organizado. Hoy no resulta descabellada la idea de Hugo Moyano, cuando en octubre del 2010 expresó “los trabajadores tenemos que dejar de ser un instrumento de presión para ser un instrumento de poder”. En esa oportunidad hubo otra frase, del entonces titular de la CGT, que fastidió a Cristina Kirchner, ante la sonrisa de Néstor, “tenemos que concientizar políticamente a los trabajadores para tener a un trabajador en la Casa de Gobierno”.
Si observamos que el regreso cíclico del neoliberalismo irrumpe violentamente sobre el proceso democrático con argumentos republicanos, lo dicho por Moyano no resulta descabellado. En realidad nunca lo fue. Con claridad el Papa Francisco sostiene que “las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis”.
Al totalitarismo del mercado debemos contrarrestarlo con la democracia del pueblo que no es otra cosa que la democracia de los trabajadores y de los pobres. Así como en el 2015 la restauración neoliberal deconstruyó el paradigma del estado de bienestar, el Movimiento de Trabajadores debe propugnar el quiebre definitivo de la dictadura financiera. Si el sistema político nacional no aprehende estas variables con el tiempo volveremos a caer en la trampa.
Sobre esa trampa también alerta Francisco: “Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema”.
Finalmente, “sin duda, aún se habla de “democracia”, pero ha quedado reducida a su componente liberal y sólo expresa la presencia de elecciones libres y la defensa de derechos humanos. Lo que ha tomado relevancia cada vez mayor es el liberalismo económico con su defensa del libre mercado”, aduce Mouffe. Con el descrédito del neoliberalismo en la mano, el campo popular necesita avanzar con los trabajadores de la economía popular y el Movimiento Obrero Organizado hacia un verdadera democracia del Pueblo, es la hora.
*Director periodístico de AGN Prensa Sindical
Fotografías: Niña con bebé archivo OIT/ Archivo AGN Prensa Sindical