*Por Gustavo Ramírez
La mayoría del sindicalismo nacional entendió la necesidad de asumir la responsabilidad de interpelar a sus bases con gestos directos. Eso es lo que en parte plasmaron, éste miércoles, los discursos de los oradores en la 9 de Julio. No fue una mera representación cargada de trasfondos emocionales. Cada discurso poseyó argumentos políticos y contenido social e identificó a cada uno de los sujetos que se movilizaron bajo el amplio arco de la clase trabajadora. Allí, sobre la calle, en cada paso, en cada cántico, en la fuerza de la puteada, el pueblo trabajador expresó su bronca contra el neoliberalismo y también dejó en claro que quiere un país con justicia social.
El acierto dirigencial es el de ubicarse junto a sus compañeros. Reivindicarse como trabajadores. Lo que unió ayer al escenario y a la multitud no sólo fue el reclamo por justicia social, fue la unidad en la identidad social. Y ese es el golpe más artero a las intenciones del Gobierno. Cambiemos, en su aversión ideológica hacia el campo popular, teme a los trabajadores organizados y consolidados en su organización. Tal es así que ni siquiera se atrevieron a poner policía cerca de la masa.
Hay datos expresivos que reflejan lo que ocurrió arriba y abajo del escenario. La declaración de principios de Hugo Moyano hizo explotar a la multitud: “Si es preciso voy a dar mi vida por los trabajadores”. Después de tal expresión no queda espacio para el retroceso. Es la razón del Ser popular. No aquella que se manifestaba a través de los libros de Laclau. Sino en la “Razón de mi vida” y de la constitución del ’49.
Sin embargo hay fuerzas progresistas y de la izquierda que comprimen la lectura del acto en razonamientos mezquinos e infantiles. La declamación inútil sobre un paro nacional agota el proceso de lucha en una medida que hoy, tal vez, no sea demasiado efectiva. La puesta en escena de discursos de barricada se aleja de la expresión popular de los trabajadores. Son momentos para ser inteligentes y no hacer gala de enunciados vacíos y funcionales al gobierno neoliberal. Un paro nacional sin garantías de cumplimiento absoluto implicaría una ventaja para el gobierno y una trampa para los sindicatos que participaron el 221 de febrero. El progresismo y es izquierda deberían madurar y dejar de subestimar a los trabajadores.
Tampoco hay que desesperarse para ver desenlaces inmediatos en la CGT. El quiebre de relaciones tendrá varias instancias y puede hasta que no sean decisivas. En estos casos la paciencia y el juego táctico son imprescindibles. La voluntad de la dirigencia que intervino en ésta movilización masivas es continuar “coordinando acciones entre todas las organizaciones que venimos convocando des el acto del 29 de noviembre”, tal como señaló una importante fuente sindical a nuestro medio. Por otro lado se piensa en “tender puentes” con las organizaciones sindicales de la CGT que no marcharon y profundizar la articulación con las regionales.
Quedó claro que la fuerza de la movilización ha sido importante y que al gobierno le ha dolido la manifestación popular. Pero en el núcleo de la dirigencia sindical se sabe que no alcanza y que esto es sólo el comienzo. Por estos días Omar Plaini, el líder de los canillitas, declaró que “hay un formato que se agotó y es el formato de la superestructura”. ¿Esto demanda pensar que tipo de sindicalismo necesita éste presente?
¿Hay realmente un nuevo mapa sindical en el país o lo expresado hasta el momento es la reacción lógica de una dirigencia coherente con su historia? No hace mucho escribíamos que la actual coyuntura sindical remite al proceso experimentado con el Movimiento de Trabajadores Argentinos. La analogía puede tener sus matices, es cierto. Pero no se puede soslayar la similitud y cabe destacar una premisa peronista: La organización vence al tiempo.
Como era previsible el gobierno desvió el eje de la manifestación y la redujo, una vez más, a Cristina. Una lectura miope y que denota una preocupante compulsión a a negación patológica. Cada aseveración de Marcos Peña habla más de su ignorancia política que de su embestidura. Un pobre reflejo de un gobierno que comienza a recorrer un camino descendente. No hay que olvidar que este gobierno no cuenta con una amplia legitimidad social. Las elecciones del 2015 no las ganó con amplio margen y en las de medio término sumó en tanto y cuanto la fragmentación de la oposición le brindó aire. El verso republicano solo resulta efectivo en la chicana mediática.
Hay una transformación vital en las relaciones de fuerza. A Cambiemos ya no le alcanza con tener lo fierros mediáticos e instalar campañas de desprestigio, ni montar largometrajes judiciales para perseguir dirigentes sindicales. Como el problema no es moral y sí es político el gobierno juega con fuego. La disconformidad no es sólo de los trabajadores. Existe un empresariado nacional que no fuga capitales ni apuesta a la ruleta de la especulación que salió a la calle a reclamar también. Y ahí se aprecia la insustentabilidad del argumento de Peña y del Ejecutivo. El mejor equipo de los últimos 50 años sobreactúa su propia farsa.
El sindicalismo no sólo es la columna vertebral del movimiento nacional. Es su signo vital. Ahora bien, no hay que exigirle todo al campo gremial. Si esta respuesta social de los trabajadores no se traduce en potencia política puede emerger una nueva derrota. El Movimiento Obrero demostró estar a la altura de las circunstancias. De aquí en más sólo resta construir.
El 25 de octubre de 1973 Perón brindó un discurso en la CGT, allí dijo: “Es indudable. como ya lo he dicho otras veces, que el valor real de las organizaciones no se puede medir por el número de sus afiliados ni por la importancia que ellos tienen en la acción de conjunto. El verdadero valor se mide por la clase de dirigentes que los conducen y los encuadran: vale decir, el dirigente es en la organización el alma y la inspiración de toda esa organización y su acción efectiva”.
El dirigente es en la organización el alma y la inspiración. Si es preciso, dar la vida por los trabajadores.
*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical
Periodista: La Señal Medios / Radio Gráfica