Por Redacción
En el merco de la conmemoración de un nuevo natalicio del Padre Carlos Mugica, el último 7 de octubre, el grupo de curas villeros, agradecieron a los vecinos de los barrios populares, a través de una carta, su constante acompañamiento, en este difícil momentos que afecta sobre todo a los que menos tienen.
Los sacerdotes recordaron a Mugica y expresaron que “él, junto a sus hermanos sacerdotes que hoy nos acompañan desde el Cielo, como por ejemplo, los padres Rodolfo Ricciardelli, Daniel de la Sierra, Héctor Botán, Jorge Vernazza, siempre se mostraron agradecidos y fortalecidos por la fe fraterna vivida en los barrios. Lo mismo el padre Bachi al que hace poco con dolor despedimos”.
Del mismo modo puntualizaron: “Compartimos el testimonio que da el padre Vernazza y que hacemos nuestro, ya que el vivir junto a ustedes, es una bendición para nuestro sacerdocio: “Para mí lo más importante es el contacto con los pobres. El trabajo en la villa me dio esta gran oportunidad. Me ayuda a mantenerme en un espíritu de pobreza, de simplicidad de vida; me pone frente a la situación más clara de tener que estar al servicio de otro y no de mí mismo. El contacto con quienes además de ser pobres se reconocen como tales, favoreció y enriqueció mi sacerdocio. Son ellos los más preparados para recibir la Buena Noticia”.
“Como Curas, queridos vecinos y vecinas, aprendemos de ustedes acerca de la fe y de su lucha cotidiana por una vida con dignidad. Un cura aprende entre los sencillos y humildes que nuestra frágil fe, se apoya en la fe de nuestra Madre la Virgen, en la fe de nuestros hermanos mayores los Santos. Que en un sentido nosotros creemos porque esta inmensa cantidad de testigos cree y nos invita a fijar la mirada en Jesús (cf. Hb. 12, 1-2). Un cura aprende a su vez entre los pobres y sufrientes que la fe obra por el amor (cf. Gal. 5,6). Y que esta acción que nos hace más semejantes a Dios, se llama misericordia (cf. Lc. 10,25-37). Y que la misericordia es el primer paso y la meta de todos los caminos de Dios”, añadieron.
Asimismo manifestaron “hoy especialmente queremos agradecerles cómo se han puesto la patria al hombro, en este tiempo de pandemia que estamos viviendo. Nos han vuelto a recordar que “Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!”.
Los sacerdotes populares precisaron que “donde hay amor hay lugar para la esperanza y esto lo hemos visto en las mil y un maneras de arremangarse para trabajar por los otros, con sentido de construcción de comunidad. “En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino”.
En tal sentido agregaron que “en estos lugares que conservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial”.
Los curas villeros subrayaron que “ese apostar a la “fuerza del nosotros” como respuesta a la “cultura del yo” que mira únicamente a la satisfacción de los propios intereses, se ha traducido concretamente en la participación de muchos de ustedes en las actividades parroquiales que se reconfiguraron para ponerse al servicio de los barrios, en el compromiso concreto en la organizaciones sociales, en los comedores comunitarios, en los merenderos y ollas que se abrieron en la emergencia en muchas casas”.
Al tiempo que sostuvieron que “el Papa Francisco reza por ustedes y los alienta: “Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio. Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!”.
Por último sostuvieron que “como Curas, queremos que sepan que Jesús los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción por la fraternidad. Los invitamos hoy, a encender una vela, en los altarcitos de nuestras casas y de nuestros centros comunitarios, pidiendo a la Virgen que reciba en el Cielo a los vecinos y vecinas fallecidos por el Covid, y que alcance su consuelo maternal a sus familias”.
9/10/2020