Por Redacción
Las vacaciones de invierno dejaron cifras que confirmaron el golpe que la recesión, la caída del salario y el valor de un dólar caro para el turismo local y extranjero. Según evidenció la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, que mantiene el alineamiento con las políticas de Milei, 4,3 millones de personas viajaron por el país, lo que significó una retracción del 10,9% frente a 2024 y del 21,5% en relación con 2023. La estadía media cayó a 3,9 días, desde los 4,1 de la temporada anterior, y el gasto diario por persona rondó los $ 89.000.
En la provincia de Buenos Aires, el retroceso se sintió con fuerza. Mar del Plata, la ciudad balnearia por excelencia, empezó las vacaciones con hoteles apenas al 30% y sólo algunos fines de semana rozaron el 60%. Pinamar, Villa Gesell y Necochea recibieron visitantes en menor cantidad y con estadías cortas. Familias que antes pasaban toda la quincena optaron por pocos días y buscaron descuentos de último minuto.
Sierra de la Ventana, Tandil y San Antonio de Areco lograron sostener algo de movimiento por la preferencia de turistas que buscaron lugares tranquilos y precios más bajos. Chascomús sobresalió por la cercanía con el AMBA y su oferta de escapadas de dos o tres noches, aunque la ocupación apenas llegó al 49% y el gasto promedio diario rondó los $ 103.000 por persona.
La CAME reveló que el gasto total alcanzó $ 1,5 billones, cifra que representa un 11,2% menos que el invierno pasado, descontada la inflación. El gasto diario por viajero se mantuvo en $ 89.000, apenas superior en términos reales, pero con menos días fuera de casa: de 4,1 noches en 2024 se pasó a 3,9.
Un dato que encendió alarmas en el sector fue la estampida hacia el exterior. Las estadísticas del INDEC confirmaron que en los primeros cuatro meses del año los viajes al extranjero crecieron 67% interanual. Las promociones del Hot Sale mostraron la misma tendencia: más de la mitad de las ventas se dirigió a paquetes fuera de Argentina.
Desde CAME, uno de sus voceros resumió el impacto: “El bolsillo golpeado, el dólar poco conveniente para el turismo internacional y el mal clima terminaron de complicar una temporada muy floja”.
Las rutas del vino bonaerense, termas y cabañas rurales ofrecieron opciones accesibles, pero no alcanzaron para cubrir la falta de extranjeros ni la pérdida de ingresos de millones de familias que acortaron vacaciones o directamente no viajaron.
Las políticas del gobierno libertario, con ajuste y recorte del consumo, dejaron en evidencia que el turismo nacional sufre el impacto de la crisis inducida, pero además, demuestra que la clase trabajadora, principal núcleo de consumo, no está en condiciones de acceder a unas vacaciones dignas en función de la pérdida de masa salarial.