*Por Abraham Canales desde España
En los próximos días, el Papa convocará una reunión con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Integral con el objetivo de “empezar a estudiar medidas para el día después de la pandemia”.
El impacto mundial que la pandemia de la neumonía de coronavirus COVID-19 está teniendo sobre el trabajo es una gran preocupación del papa Francisco, según ha expresado en la conversación telefónica mantenida, el pasado sábado, con Hernán Reyes, corresponsal en el Vaticano de la agencia latinoamericana de noticias Télam y de Religión Digital.
Consecuentemente, Francisco toma la iniciativa de convocar al Dicasterio Vaticano de Desarrollo Humano Integral, dirigido por el cardenal Peter Turkson, para comenzar a estudiar medidas que ayuden a mitigar el impacto negativo sobre el trabajo “el día después de la pandemia”.
Millones de personas descartadas
Esta preocupación del Papa se produce unos días después de la presentación del informe COVID-19 y el mundo del trabajo: Consecuencias y respuestas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que advierte del enorme descarte de personas que provocará el impacto del COVID-19 en el trabajo. Las estimaciones más extremas de esta agencia de Naciones Unidas señalan el aumento del desempleo mundial en casi 25 millones de personas que se sumarían a las 188 millones de personas que ya no pueden “ganarse el pan”. El impacto de esta triple crisis (sanitaria, económica y laboral) será muy duro para todos, pero golpeará significativamente a personas con trabajos más débiles, precarios, informales, cerca o por debajo del umbral de la pobreza, agravándose la desigualdad y el empobrecimiento de millones de personas.
La clave del trabajo en este pontificado
En este tiempo de pontificado, Francisco ha venido insistiendo en la clave del trabajo como una prioridad humana y cristiana. Un compromiso expresado en dos de sus principales texto: en Evangelii gaudium, donde subraya su importancia para la inclusión social de los pobres; y en Laudato si’, donde insiste en su sentido como actividad creadora, que acrecienta la dignidad de las personas, y permite el desarrollo de una «vida buena», evitando la precarización y el descarte de millones de personas, indicando su repercusión en el cuidado de la casa común. Una constante que ha ido desarrollando y concretando en los distintos diálogos abiertos con las organizaciones sindicales y con los movimientos populares de trabajadores empobrecidos y excluidos; en diversas visitas pastorales; y en las principales instituciones políticas, económicas y laborales.
Un pacto global
El Papa ha reiterado, en numerosas ocasiones, la importancia de abordar los profundos cambios que se están produciendo en el mundo del trabajo, desde un diálogo sincero entre responsables políticos, empresarios y sindicatos, con especial insistencia en la participación de los que están “fuera de la ciudad del trabajo”, para establecer un nuevo pacto global que renueve el contrato social fortaleciendo así la democracia, preserve el trabajo y nadie quede descartado -incluyendo rentas que permitan sobrevivir-, hoy con mayor necesidad por el profundo impacto del COVID-19 en el trabajo y en todos los países.
En este sentido, es conocido el ofrecimiento del doble juego de 3T: tierra, techo y trabajo, como criterios de justicia social; y trabajo/tradición, tiempo y tecnología, como criterios de desarrollo real sostenible, inclusivo y solidario, tal y como señaló en la reunión Centenaria de la OIT el pasado mes de junio.
*Director de Hermandad Obrera de Acción Católica. Autor del libro “no os dejéis robar la dignidad”
Gentileza de HOAC.
24/03/2020