El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, inició este lunes una visita oficial a China, en medio de la tensión comercial entre ese país y Estados Unidos. Se trata de su cuarta visita al gigante asiático como jefe de Estado y la segunda desde su retorno al poder en 2023. En este marco, ambos gobiernos anunciaron una inversión de 4.700 millones de dólares por parte de China en sectores tecnológicos brasileños.
De ese total, 1.000 millones se destinarán a la producción de combustibles renovables para aviación. Asimismo, se confirmó la creación de un Centro de Investigación y Desarrollo en energías renovables, en asociación entre Windey Technology y SENAI CIMATEC. El presidente brasileño afirmó: “No hay milagro. Brasil necesita exportar materias primas para enfrentar su deuda histórica en ciencia y educación”.
A pesar de su interés por diversificar el perfil exportador, admitió que el comercio de “commodities” es fundamental para la economía del país. Lula mantuvo cuatro encuentros con ejecutivos de empresas chinas de los sectores energético y de defensa. El mandatario también cuestionó las políticas comerciales de Estados Unidos: “Nadie se salva solo”, sostuvo, al referirse a los aranceles impuestos a productos chinos.
Desde 2009, China es el principal socio comercial de Brasil. Las exportaciones brasileñas se concentran en materias primas, mientras que la mayoría de las importaciones provienen de productos industriales chinos. La economista Diana Chaib, de la Universidad Federal de Minas Gerais, advirtió: “Esta relación refuerza la dependencia de Brasil y limita los efectos positivos en el empleo y la estructura productiva”.
Durante esta visita, se espera la firma de 16 nuevos protocolos y la confirmación de 32 acuerdos en negociación en rubros como infraestructura, energía y transporte. En su visita anterior, Lula había suscrito 15 acuerdos de Estado y 32 pactos empresariales.