Por Gustavo Ramírez
“Dondequiera que estés, te gustará saber que por flaca que fuese la vereda no malvendí tu pañuelo de seda por un trozo de pan y que jamás, por más cansado que estuviese, abandoné tu recuerdo a la orilla del camino”
Joan Manuel Serrat
I
Barcos de Papel es un documental incómodo. Sobre todo para aquellos que creen que pueden manejar a la industria pesquera y la vida de los tripulantes de los buques, como si realmente fueran una especie de dioses malhumorados. La película del maquinista naval, Fernando Duarte pone en evidencia que a los fariseos del mar les molesta la memoria.
Después de ver el film no hay manera de permanecer indiferente. Tampoco neutral. No hay en la narración un estigma de donde aferrarse para soslayar lo que ocurre en nuestras aguas. Duarte no especula con el dolor de los familiares de los desaparecidos en el mar para montar una puesta en escena, que a través de sensacionalismo y el golpe bajo, lo ponga en la palestra de los documentalistas. Por el contrario, el director pone la cámara en su propia mirada. Es un ojo que observa, escucha y habla, mientras la historia de los hundimientos y su tragedia la cuentan los propios protagonistas.
Duarte tiene una ventaja. Es un trabajador naval. Y su mirada sabe mirar un ámbito que le es natural. En Barcos de Papel hasta los silencios dicen. El gran trabajo de edición permite edificar un metalenguaje a través de los silencios que irrumpen durante el relato. Entonces la atmósfera del film se carga pero no se tensa. Es un momento ínfimo pero lleno de reflexión. ¿Cuántas preguntas caben en una fracción de tiempo?
Entre el dolor, la bronca, la resistencia, la lucha y la tristeza, Duarte logró una expresión poética que sintetiza las emociones que lo atravesaron en el desarrollo de la filmación. No obstante lo cual, ello no le impide marcar la ruptura de los climas con data dura. Las cifras dramáticas de una industria que ha quedado a merced de los exegetas del hipercapitalismo donde la vida de un trabajador queda reducida a un mero número estadístico.
Barcos de Papel, con su propia impronta y su estética bien definida, no es una denuncia sobre los trágicos hundimientos de los últimos tiempos, es el testimonio nítido de lo que produce el enamoramiento del negocio y del capital. Es la mirada aguda de un trabajador que se solidariza con sus pares pero que también deja al desnudo ese diseño de muerte que el sistema monta con caótica cadencia para producir desigualdad. Una desigualdad que mata en beneficio de pocos bolsillos. Y aun así, el documental es una acérrima defensa a la vida.
Tal vez, en la estructura general del relato, el grito furtivo de Guadalupe Sánchez, hija del Capitán del Repunte, Gustavo Sánchez, sintetice esa representación que nos conmueve a todos cuando estamos inmersos en el mundo que retrató Duarte: “Yo soy la hija del capitán y quiero que me lo devuelvan”.
II
“A mi me cuesta muchísimo verlo. Pero estoy convencida que es necesario hacerlo porque es la forma de mostrar lo que está pasando. Esto no le pasó solamente al repunte, esto es un sistema. Es un sistema que sigue lamentablemente vigente, tenemos que luchar para cambiarlo. Hay cosas que se siguen repitiendo” afirmó con la voz entre cortada Gabriel Sáchez, hermana del capitán del Repunte e integrante de Ningún Hundimiento Más.
Barcos de Papel fue presentada este jueves en la sede de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte en una jornada organizada por la Juventud Sindical de la FeMPINRA. Del evento participó el titular de ambas organizaciones sindicales, Juan Carlos Schmid, junto a referentes de ambos espacios.
El dirigente sindical afirmó que “para los que de alguna manera estamos ligados a las actividades de los puertos, en la marina mercante, en una actividad tan particular como la pesca, que es distinta al resto de la marina mercante, realmente es conmovedor lo que acabamos de ver”.
Gabriela Sánchez, después de años de lucha, tiene la convicción de que el documental “es un instrumento” para visibilizar lo que ocurre en la industria pesquera y agregó que “en la medida que se multiplique va a generar un efecto de visibilización y de concientización en todo. Una demanda social solamente puede ser resuelta cuando es pedida por muchos. No hay demandas particulares que puedan ser resueltas. A nosotros nos pasó de perder a nuestros familiares y de salir a la calle, pero nunca nos quedamos solamente con eso. Es esto justamente, visibilizar para que no se vuelva a repetir”.
III
“Cierra los ojos, el monstruo se ha ido, papi está aquí, hermoso, hermoso, hermoso niño”
John Lennon
Barcos de Papel representó un proyecto de dos años y medio de trabajo. Para Fernando Duarte los sentimientos son encontrados. La felicidad del camino recorrido y la presentación del documental en la CATT choca con el contenido que se plasmó en el film. La dureza de los acontecimientos dan cuenta de un dolor que impregna los huesos. Su labor ha sido premiada en países como España y la India, mientras que en nuestro país aun el debido reconocimiento no ha llegado. De hecho el Festival de Cine de Mar del Plata le dio la espalda, solo para congraciarse con los popes de la industria pesquera.
Duarte nos contó que para los familiares fue “duro ver el documental porque es recordar todo lo que les pasó desde el principio de esta tragedia. Dada proyección es distinta también, siempre es volver atrás aunque se lo tengo un poquito más asimilado. Hoy lo tomamos como un mecanismo de lucha, este dolor se ha transformado en un mecanismo de lucha y llevamos la película a cada espacio que podamos para que se puede conocer más”.
El documental contó solo con el apoyo de los distintos sindicatos del sector que no le dieron la espalda a la iniciativa de Duarte. El dato curioso es que más allá de la ignorancia oficial en su momento, el film vio la luz como representación y voluntad de la conciencia social que plasman los trabajadores en su esencia solidaria. Si el monstruo es grande y pisa fuerte la unidad, la lucha y la solidaridad de los trabajadores, lo corre, lo espanta, lo hace retroceder y a veces hasta lo derrota.
Para Duarte su documental es una “herramienta de concientización, ojalá que sirva como herramienta, ojalá que podamos pasarlo en las escuelas. En las escuelas que nos forman, en la Escuela Nacional Fluvial, en la Escuela Nacional de Pesca, para que los más jóvenes también se motiven con esto y entiendan que navegar es lindo pero también tiene estas cosas dramáticas que nos obligan a tener los radares prendidos”.
El mar. Su voz está presente en todo el documental. Con su furia. Con mansedad. Después de todo él no es el culpable. Los culpables siguen a la sombra de la muerte, cómodos en sus recintos diseñados para que no pierdan. Pero las tormentas no son selectivas. Tarde o temprano habrá de llegarles también.
El mar no es un monstruo. Por eso su murmullo nos acompañó sobre el final del documental. Barcos de Papel es algo más que un documental. Es memoria como el propio mar. Es el abrazo de los familiares que buscan respuestas. Es la mirada de los tripulantes sostenida en el recuerdo que se desnuda en cada foto. Es la conciencia que nos obliga a pelear contra los monstruos del sistema. Es grito desgarrador de Guadalupe acariciando la mejilla de su padre. Es la mirada del hijo que parte a buscar el mango diario. Es el beso del esposo. La cerveza con el amigo.
Barcos de Papel es lo que no tenemos que olvidar.
Fotografía: Ariel Chávez / Octavio Martín
14/02/2020