Por Daniel Capa
Los procesos y las reacciones populares se miden de acuerdo a contextos históricos concretos y relaciones de fuerza de las sociedades ante el poder y al interior de los pueblos mismos.
En Chile ocurren, por estas horas, movimientos trascendentales para la historia contemporánea del país hermano y síntoma de la ebullición en la región.
Cada pueblo intenta resolver sus propias crisis a partir de su historia y las condiciones subjetivas que logra construir. Y todos los intentos de torcer el rumbo neoliberal son válidos y de difícil comparación.
En la Argentina, todavía hay algunos que creen que en los primeros años de la dictadura del 76 no hubo resistencia, en las condiciones y relaciones de fuerzas que imperaban en ese tiempo.
Sería de suponer entonces, que la huelga general de abril de 1979 se produjo por arte de magia, sin ninguna construcción previa, que de repente la CGT convocó y listo. O la masiva movilización de agosto del 81 en San Cayetano. O la lapidaria marcha de marzo del 82.
El rápido giro menemista de 1989/90 hacia la política neoliberal, determinó realineamientos en el movimiento sindical y políticos argentinos.
Por caso, las figuras de German Abdala y Hugo Moyano entre otros, se fueron conformando como referencia donde recalar en una oposición que, algunos años después, sería clave para la salida de la crisis y la recomposición futura.
Los contextos concretos y las correlaciones de fuerzas son ejes claves, necesarias para tener en cuenta a la hora de analizar procesos políticos y sociales.
Es una falacia decir que en la Argentina de los últimos cuatro años, el pueblo dejó pasar sin resistir los embates macristas.
La articulación histórica del movimiento sindical argentino, la irrupción de los movimientos sociales en los barrios populares, la conquista y ampliación de derechos en la década, entre otras cualidades, desmiente la teoría del “acá dejamos que nos hagan cualquier cosa”.
El gobierno de Macri vino para cumplir algunas tareas de reformas estructurales como respuesta a la ola de bienestar que recorrió la región en las últimas décadas. La historia de siempre.
La realidad argentina muestra que el único gran triunfo de la administración neoliberal, fue el logro de bajar salarios. Y con ello someter a la pobreza a millones que no la habitaban. Lo hizo a partir de hacer crecer la inflación y de promover despidos disciplinadores destruyendo la industria nacional.
En la Argentina, incluso a diferencia de otros países vecinos, ninguna de las reformas estructurales pudieron ser implementadas. Ni la reforma laboral, ni la previsional, ni la impositiva liberal. Ninguna.
¿No lo intentaron?. Si, lo intentaron. Pero se chocaron con el movimiento sindical argentino, con el peronismo institucional, con la movilización callejera, que puso un freno.
¿Críticas a las conducciones?. Si, las hubo y alguna de ellas justas. Pero el límite de los derechos históricos no se lo permitió cruzar.
Ni ahora, ni en los 90, ni antes.
Y esa resistencia se vió coronada con una estrategia política que tendrá su resultado en pocas horas.
En la Argentina se luchó, se frenó, se limitó el accionar neoliberal. Y se privilegió la unidad del peronismo y la oposición que gobernará pronto.
Desde hace casi dos años que los dirigentes mas importantes (en especial Cristina Kirchner y Alberto Fernandez) diseñan una estrategia de salida al experimento reinante.
¿Hubo en estos últimos años condiciones para una rebelión popular?. Seguramente si. Pero la sabiduría de los principales referentes visualizaron la real oportunidad de una explosión popular en las urnas.
Cada pueblo, su estrategia. Y en general, un pueblo es faro de otro según la época.
Es seguro que el pueblo chileno, hoy observa con atención el proceso político de los sectores populares de Argentina.
Lo mejor que el pueblo argentino puede aportar al chileno, es una victoria contundente el domingo.
Fotografía: Octavio Martín