Por Redacción
Hubo que esperar 28 años para que el grito explote en la garganta. Fue duro, porque chances no faltaron. La más concreta: El Mundial de Brasil 2014. Para una generación de jugadores el peso de las derrotas fue determinante, a ello se le sumó el concierto de periodistas advenedizos que cargaron tintas con el flanco siniestro de la mala leche. Millones de pibes y pibas se habían quedado con las ganas de experimentar esa alegría colectiva de la que le hablaban sus viejos, de la mística del ’86 y la épica del ’90. Lejos les quedaba el ’78.
“No puedo parar de llorar. Se me vinieron a la cabeza todas las veces que vi perder a la Argentina”, fue el mensaje que llegó al WhatsApp de producción de AGN Prensa. Una de nuestras productoras vivía en carne propia lo que los relatos suelen contar de manera indirecta. Allí se expresó, como síntesis lo que muchos vivían en las últimas horas del sábado.
No faltaron antes las discusiones futboleras porque la selección no terminaba de convencer en esta Copa América por demás pareja. Pero las finales suelen echar por tierra todos los análisis previos, sobre todo cuando se trata de un clásico. Entonces, lo que no se pudo realizar en el 2014, este sábado calzó. Quedará para más adelante el análisis más frío sobre el juego. Esta final fue emoción, intensidad, sacrificio, lucha y temperamento. Lo mismo, quizá, que vivimos con la pandemia. Claro, puede ser mera proyección, pero eso puede quedar para tema de terapia.
A poco de terminado el partido ya no importaba el COVID. Todo era festejo. Las imágenes que emitía la televisión era acompañada por los bocinazos que llegaban de las calles. Por suerte los esperpénticos relatos de la TV Pública y de TyC quedaron acallados por la sonoridad de lo real, sin sobreactuaciones, sin demagogias, sin palabrerío redundante y forzado. Era el momento para que la calle hable, en tanto las imágenes eternizaban la pueril sonrisa de Messi y compañía. La Copa, esquiva, por fin estaba donde hace tiempo tenía que haber estado.
Claudio Morresi, es jugador de fútbol, ex Secretario de Deportes de la Nación y actual legislador porteño, sintetizó el peso emocional que adquirió este campeonato al decir, consultado por AGN Prensa que “la evaluación de la final Brasil-Argentina para mi es difícil hacerla, porque está impregnada de deseo que Argentina ganara y que se terminara con esa racha negativa”.
“Esa generación de jugadores inmensos, como la generación de Messi y de Di María, de Agüero, que no habían podido tener y no habían podido lograr un campeonato, donde lo habían merecido y por estas cosas increíbles que tiene el fútbol y maravillosas, no se habían podido concretar y ahora se si”, expresó el ex jugador de River y de Vélez.
Morresi se tomó un instante para reflexionar que “tal vez haya habido momentos del campeonato y del partido, donde la selección no haya rendido como tal vez una selección, que está los primeros lugares del mundo, debería rendir. Si lo hacía en algunos momentos, si lo hacía tal vez en los inicios de los partidos, te ilusionaba como para decir “Argentina puede seguir pelando títulos mundiales”, sea donde sea”.
Acto seguido agregó, “pero bueno se pudo lograr” y miró hacia el futuro cercano “creo que la perspectiva Qatar es acrecentar todos esos buenos momentos. Hay una generación que han aparecido con buenos jugadores, caso De Paul, bueno, que se tienen que seguir asentando, tienen que siguir creciendo futbolísticamente”.
Su análisis se convirtió de inmediato en expresión de deseo, “ojalá Messi siga sosteniendo el nivel que tuvo en varios momentos de este torneo y podamos llegar al mundial con una perspectiva real y concreta”.
“Tal vez, antes de este triunfo y de ganar la copa, uno veía como un poco distante la posibilidad de lograr la copa en Qatar pero esos momentos, como dijimos antes, que tuvo el equipo durante todo el torneo, esa disposición de disputar la final en el Maracaná contra Brasil como la disputó y lograr el triunfo te ilusiona. Más el crecimiento que pueda tener, como dijimos antes, este grupo de jugadores, te ilusiona a que las cosas van a ir bien”, concluyó Morresi.
Falta para Qatar, es cierto, pero la ilusión se renovó. Quién puede ir contra la fe. Sobre todo si Dios está de nuestro lado. Claro, cada foto, cada gesto, cada grito, fue una plegaria, pero también un homenaje a Diego. Cómo iba a faltar, si en cada pelota se le prendía una vela. El fútbol es tan sencillo. Tan nuestro. Tan nosotros. Y está acá. Hoy más que nunca está acá. Claro que hay mucho para pensar, pero para ello hay tiempo. Ahora, ahora es momento para festejar.
12/7/2021