*Por Gustavo Ramírez
No hay vuelta atrás. El Gobierno de Mauricio Macri insiste en profundizar la crisis que generó el modelo económico de cuño propio. El camino lo ratificó el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne. Como era de esperar, negó la grave situación por la atraviesan millones de compatriotas y se amparó en el relato, poco sofisticado, del “vamos bien”. Los anuncios, en materia económica, no son buenos para los trabajadores ni para los sectores más vulnerables de la población. Más ajuste implica, no solo el sometimiento al mercado, sino también una inconmensurable transferencia de recursos de los que menos tienen al sistema financiero, desmantelamiento definitivo de la matriz productiva y quiebre del mercado interno por falta de consumo.
Los últimos anuncios del Ejecutivo y la presentación, en el Congreso de la Nación, del proyecto de reforma laboral fueron tomados por el Movimiento Obrero como una declaración de guerra. El Consejo Directivo de la CGT acusó recibo de la transformación del humor social. Por eso la reunión del pasado jueves giró sobre la agenda económica. De allí surgió el documento donde se sentó posición. En esa marco también hubo un cambio de táctica. No dar la habitual conferencia de prensa permitió la circulación de manifiesto cegetista y concentró la atención mediática en la protesta que la CATT, conducida por Juan Carlos Schmid, llevó adelante en la sede del ENRE contra los tarifazos.
Cualquier declaración, en el contexto de una rueda de prensa, hubiera descontextualizado la intención de la dirigencia sindical. Sabemos que las operaciones periodísticas sirven de rodillas al gobierno. La decisión de la conducción de la CGT fue acertada, inteligente. En este contexto la agenda social cambió el eje del debate interno. Los sectores conservadores tuvieron que ceder y bajar la guardia. Fue en ese escenario donde prevaleció la posición de aquellos, que como Shcmid, consideran que la Central no se puede quedar la margen de lo que ocurre afuera del edificio de la calle Azopardo.
La protesta de la CATT fue motivada por el titular del sindicato Dragado y Balizamiento y como él mismo señaló,en su discurso, es el inicio de una serie de protesta que se propagarán en el tiempo y en el espacio hasta confluir en una media mayor. También es meter presión a los sectores cómodos de la CGT que eligieron no ir a la confrontación con un gobierno que los asfixia. De ahora en más aquellos que no salgan a la calle quedarán expuesto ante una sociedad que mira de reojo a una dirigencia sin demasiado crédito. La coyuntura de crisis impuesta por el neoliberalismo macrista acelera procesos. Si bien estos no son determinantes. Por el momento, oxigenan un campo que estaba cerrado.
El pasado jueves hubo confirmaciones importantes. El sindicalismo dio cuenta del escenario en que se encuentra inmerso con sus propias dificultades. Pero también se asumió que la presión es de abajo hacia arriba. Hacer la plancha puede tener un costo irreversibles para dirigentes que cargan con el peso específico de una historia que le es desfavorable. La inmovilidad puede representar la extinción de una práctica que alejó a los dirigentes de sus bases en momentos críticos. Por eso es sano y plausible que se impongan posturas que rompan la inercia. De la misma manera que este desenlace dio la razón a aquellos sindicalistas que entendieron que la pelea no puede darse por afuera de la estructura. En esta perspectiva las relaciones de fuerzas comienzan a transformarse. La puja interna da signos de que la balanza tiene inclinaciones y allí emerge con más fuerza y dinámica la figura de Schmid, en tanto Daer y Acuña se desdibujan y retroceden.
“Hacía tiempo que no teníamos una reunión de Consejo Directivo tan buena como ésta”, dijo al salir del encuentro, el jueves pasado, un dirigente docente. El clima fue distendido y afable. Ese síntoma se reflejó en el rostro de los representantes sindicales que salían de la reunión. No hablaron con la prensa en términos oficiales pero dejaron títulos mientras bajaban las escaleras de la sede Azopardo. El dato es que Camioneros también tuvo su presencia en el cónclave.
Tener una fecha para el Congreso Normalizador descomprimió tensiones. Es cierto que el 22 de agosto queda lejos. Hay elementos que determinaron esa fecha. La mayoría de los dirigentes se preparan para concurrir, en julio, a Ginebra donde se celebrará el encuentro anual de la OIT. Allí el sindicalismo denunciará al Gobierno de Mauricio Macri. Llegar a esa instancia con una CGT quebrada del todo podía restar fuerza a esa iniciativa. Hubo acuerdo en ello y se midió que agosto era, entonces, la fecha consensuada.
Documento y movilización. Oxígeno. “Nosotros presentamos estas iniciativas y va a haber más, ahora se va a saber como juega cada uno”, nos aseguró un fuente sindical que participó en la organización de la protesta en el ENRE. Y hubo respuesta. Por ejemplo, ambos Daer mandaron sus columnas. Camioneros participó con sus representantes sindicales. Insistimos, no son datos menores para el contexto. Mucho menos para lo que se viene porque la convocatoria de esta movida superó las expectativas de los organizadores. La semana entrante habrá una nueva con suelta de globos negros. Es probable que la misma se realice en Plaza Congreso, es lo que pudimos averiguar, aunque aun no hay fecha ni lugar confirmado para la protesta.
Ha llegado el momento de prescindir del debate y pasar a la acción. La situación de la CGT es particular porque necesita recuperar protagonismo social. Sin embargo esto se traslada a los distintos segmentos sindicales. Sobre todo porque es redundante y paralizante discutir sobre el diagnóstico. Del mismo modo, y como sostienen muchos dirigentes, es necesario que el campo político acompañe y tenga iniciativas. Es necesario construir un bloque homogéneo, al menos en la acción para pasar a la ofensiva. Ante el avance neoliberal la confrontación es inexorable. Romper la inercia de la inmovilidad es una señal de buena salud.
*Director periodístico de AGN Prensa Sindical.
Periodista; Radio Gráfica / La Señal Medios/ Palabra Sindical
