*Por Redacción
El reduccionismo estadístico de Cambiemos no es más que un intento sobrevalorado para ocultar una realidad efectiva que daña de manera contundente a los trabajadores. La receta neoliberal de achicamiento del Estado representa el fracaso estructural del gobierno en términos de políticas sociales para la generación de empleo. Claro que en el razonamiento del gobierno ello es todo lo contrario.
El Centro de Economía Política dio a conocer su informe sobre despidos durante el mes de febrero. La ecuación resultante del mismo afianza la perspectiva de un diagnóstico negativo ya que las cifras de despidos en el sector público duplicaron a las del sector privado.
De esta manera durante lo dos primeros mese del año en curso se registraron 3.637 cesantías y despidos en el sector estatal, mientras que en el ámbito privado se registraron 1.971 casos. Capital Federal, Provincia de Buenos Aires y Jujuy, son los epicentros que concentran el mayor número de situaciones.
Desde diciembre del 2015, franja temporal del ascenso de Cambiemos al gobierno, hasta febrero de éste año el ámbito estatal registró 72.193 situaciones. La expulsión de trabajadores del sector público daña la estructura de Estado en áreas sensibles para la población como por ejemplo lo es la salud.
En su secuencia narrativa el gobierno sostiene que el “achicamiento” del Estado se debe al supuesto desajuste producido por la gestión anterior. Para afianzar su relato el Ejecutivo no dejó de operar sobre el sentido común de la supuesta “opinión pública” y propagó la idea imperante de que la administración pública no puede sostener vagos. Lo que no pone en juego el Gobierno neoliberal es la discusión que da cuenta que un Estado mínimo representa un quiebre social trascendente para los sectores más vulnerables y también para el cuerpo social.
Más allá de las estadísticas la continuidad del modelo de Martinez de Hoz se encarna en las políticas llevadas adelante por una gestión que preferencia al mercado por sobre el “estado de bienestar”. La mirad ideológica de Cambiemos instruye la descomposición de lo público en el Estado como garantía para la recomposición económica del país, mientras que en realidad la ruptura de dicho espacio es un favor en la reglas del juego direccionado a mejorar la renta del capital financiero.
Destrucción de la industria nacional, descomposición del mercado interno, reducción del salario, precarización laboral, achicamiento del Estado en áreas sociales sensibles como son la salud y la educación pública, avasallamiento de los convenios laborales, persecución política y sindical. No son un combo expreso para favorecer el crecimiento de inversiones. Es la aplicación del modelo neoliberal que rigió a principios de los ’80 con Thatcher en Inglaterra, con Reagan en Estados Unidos y con la dictadura cívico-militar en Argentina. Es la receta económica que se aplicó para llevar a la runa a Grecia, a España y Alemania a penas hace unos años atrás.
Aun cuando el gobierno fuerce las estadísticas para mostrar el beneficio del régimen, lo concreto que el actual modelo no puede más que conducir al país a una profunda crisis estructural que tiene como principales víctimas a los trabajadores y a los sectores más pobres de la población. Esa crisis sólo se puede repetir como tragedia.