Por Redacción
La Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba difundió una declaración en el Día Internacional del Trabajador en la que advirtió sobre el deterioro de la cultura del trabajo, reclamó el derecho a una ocupación digna y denunció la concentración de la riqueza, el crecimiento del empleo informal y la especulación financiera desvinculada de la economía real.
En tal sentido, expresó: “En este día, damos gracias al Padre Creador, por el don inestimable del trabajo, manteniendo presente las palabras del Papa Francisco, ‘el trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios al final de la creación del universo’. A través de nuestro esfuerzo, transformamos el mundo y nos convertimos en cocreadores”.
Por otro lado, remarcó que “esta capacidad de trabajar no es solo un medio para el sustento, sino una fuente profunda de dignidad humana. Hombres y mujeres, con su labor cotidiana, dejando su huella en la realidad que les rodea. Por ello, las condiciones en las que se desarrolla el trabajo deben reflejar esta dignidad inherente”.
“Tenemos la misión de abogar por el derecho al trabajo de cada persona, entendiendo que no solo asegura una vida digna en el presente, sino que también siembra las semillas de un futuro con esperanza, promueve la justicia social y fortalece el tejido mismo de nuestra comunidad”, enfatizó la Pastoral cordobesa.
En esa línea manifestó su preocupación por el retroceso del trabajo decente: “Nos interpela nuestra realidad actual, observamos con preocupación cómo la arraigada cultura del trabajo, que históricamente ha sustentado el desarrollo de nuestras comunidades, experimenta un palpable declive. Esta situación se agrava debido a la fragilidad del estado de derecho y la insuficiencia de políticas públicas orientadas a garantizar un acceso universal a una ocupación digna, estable y con una remuneración justa; condición indispensable para asegurar el bienestar presente y futuro de nuestros trabajadores, incluyendo a quienes han alcanzado la etapa de su jubilación”.
Asimismo, sostuvo que “constatamos con inquietud el avance de la corrupción y la tentación del facilismo, que se manifiesta en la búsqueda de recursos a través de actividades de dudosa legitimidad o carentes de ella, en la ineficiencia en la asignación de los recursos de todos, así como en la especulación del juego y la indiferencia de modelos financieros desvinculados de la economía real”.
En este marco, añadió que “a ello se suma la insaciable voracidad de quienes detentan el poder económico, generando una creciente exclusión social revelada en el crecimiento del trabajo informal y una alarmante concentración de la riqueza, lo que inevitablemente suscita la desalentadora percepción de que el esfuerzo laboral no se traduce en una justa compensación, o no alcanza para asegurar un sustento digno; o como se dice: ‘el trabajo no paga’”.
La declaración reafirmó que “el trabajo, sin duda alguna, representa un componente esencial para la vitalidad de una sociedad sana y justa. Por consiguiente, en el presente contexto, no solo debemos señalar las deficiencias existentes, sino también exhortarnos mutuamente a retomar con renovado vigor la senda del trabajo. Si bien ello puede requerir la adopción de modalidades innovadoras y creativas, acordes a las exigencias de nuestro tiempo, es imperativo retornar a la esencia misma del trabajo como factor articulador de la vida familiar, garante de la educación, propiciador del descanso, del encuentro y de la recreación”.
La Pastoral reclamó la inclusión laboral de sectores humildes: “En este esfuerzo, resulta crucial integrar de manera prioritaria a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad: los ancianos, las personas que padecen alguna discapacidad, quienes no han tenido la oportunidad de acceder al mercado laboral, y aquellos que, tras haber enfrentado procesos de privación de la libertad, anhelan una plena inserción social”.
En esa línea instó a la reflexión social y a la acción colectiva: “El día de hoy nos invita a una profunda reflexión y a concebir un futuro con visión amplia y generosa, siguiendo la inspiración del Papa Francisco que nos alentó siempre a soñar en grande, superando mezquindades y divisiones. Es tiempo de revitalizar esa cultura del trabajo que dignifica a la persona humana y edifica comunidades más justas y solidarias”.
“Finalmente no podemos dejar de instar a todos y a cada uno desde su ámbito propio, a repensar, rectificar y recrear las condiciones para que ‘a nadie falte el trabajo, que todos sean justamente remunerados y puedan gozar de la dignidad del trabajo y de la belleza del descanso’. San José obrero protege y ruega por cada trabajador y trabajadora, especialmente en este día”, concluyó la La Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba.
2/5/2025
