Por Redacción
Buenos Aires se unió el pasado sábado en una despedida profundamente emotiva para honrar la memoria del Papa Francisco, fallecido el lunes pasado a los 88 años. El arzobispo porteño, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa exequial en la escalinata de la catedral metropolitana, en lo que fue el acto litúrgico central en el país tras el funeral oficial realizado más temprano en el Vaticano.
Desde temprano, cientos de personas comenzaron a llegar a Plaza de Mayo, que permaneció vallada al tránsito desde la jornada anterior, y confluyeron apiñándose alrededor de la catedral para seguir con fervor el oficio religioso al aire libre en una mañana de agradable clima soleado.Entre los concelebrantes estuvieron también el rector de la Catedral, presbítero Alejandro Russo; el vicerrector de la Universidad Católica Argentina, presbítero Gustavo Boquín; el decano de la Facultad de Derecho Canónico de la UCA, R.P. Ricardo Medina OAR; el consejero de la Nunciatura, monseñor Daniele Liessi; y monseñor Antonio Aloisio.
Más de 300 sacerdotes del clero secular concelebraron la misa, algunos llegados desde otras diócesis, junto a más de una veintena de sacerdotes de congregaciones religiosas, como el padre fray Emilio Andrada, provincial franciscano. También participaron numerosas congregaciones femeninas; cerca del altar se destacaban monjas carmelitas de clausura, algunas en silla de ruedas.
La celebración reunió a autoridades gubernamentales, embajadores, diplomáticos, referentes sociales y representantes de movimientos eclesiales. Entre los presentes estuvieron la vicepresidente en ejercicio de la presidencia, Victoria Villarruel; el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala; el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri; y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof.
La distribución de la Sagrada Eucaristía fue realizada también por 60 ministros extraordinarios de la Comunión de diversas parroquias porteñas. La música de la misa estuvo a cargo del Grupo de Música Litúrgica, integrado por más de 30 miembros.
En su homilía, monseñor García Cuerva recordó el legado de Francisco, destacando su compromiso con los más pobres, su visión profética y su llamado a la fraternidad. “El Evangelio de hoy nos dice que los que habían acompañado a Jesús estaban afligidos y lloraban. Como nosotros hoy, lloramos porque no queremos que la muerte gane”, expresó.
No ocultó la emoción al decir: “Lloramos porque se murió el padre de todos, porque ya sentimos en el corazón su ausencia física, lloramos porque nos sentimos huérfanos”. Asimismo, citó palabras de Francisco en Manila en 2015: “Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. No tengan miedo a llorar”.
Durante la homilía, el arzobispo comparó la vida del pontífice con la de María Magdalena, y afirmó: “Francisco fue padre de todos, pero especialmente de los últimos”, recordando su defensa de los pobres, los descartados y los marginados. Enumeró luego los “demonios” que enfrentó: “la guerra, la exclusión, la fragmentación, la indiferencia y también el ‘siempre se hizo así’, ese veneno que paraliza el cambio en la Iglesia”. Y sostuvo: “El testimonio de Francisco fue un faro que iluminaba la oscuridad”.
Convocó luego a seguir el magisterio del Papa: “La Iglesia no necesita burócratas, sino misioneros apasionados”, insistió. Del mismo modo, llamó a “mirar el frontispicio de la catedral metropolitana, donde se representa el abrazo entre Jacob y su hijo José”, y agregó: “Hoy volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos”.
Por último, expresó: “Como pueblo queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdón y te queremos mucho. Pero también, hagámosle el mejor regalo: comprometernos a vivir su magisterio y a concretar, de una vez por todas, la fraternidad entre los argentinos”.
Al finalizar la misa, se proyectaron en pantallas videos de homilías y mensajes de Francisco, que motivaron aplausos y vítores de los presentes. Entre las frases se destacaron: “Caminemos juntos”, “Qué no haya peleas”, “Cuiden la familia”, “Soñá que el mundo, con vos, puede ser distinto”, “Es tan lindo rezar”, “Acérquense a Dios, Dios es bueno, Dios siempre perdona. No le tengan miedo”.
Luego se cantó el Himno Nacional Argentino, se realizó un minuto de silencio y, como cierre, monseñor García Cuerva pidió un compromiso final, al que la multitud respondió con un vibrante “Sí, nos comprometemos”.
28/4/2025
