La Política Económica de Martínez de Hoz, dictadura cívico-militar, refleja, ahora, términos de cierre de fábricas, desocupación, miles de trabajadores sin empleo —180 mil en un año—, baja inflación, equilibrio déficit fiscal, reducir “riesgo país”, retraso de salarios, incremento del 300% en alquileres, prepagas, combustibles, hace posible la comparación.
Hace 45 años, unas 5 mil fábricas —PYME, Pequeña y Mediana Empresa— entre La Matanza y el partido de San Martín cayeron bajo las “garras” de una filosofía perversa de achicamiento del Estado que había alcanzado, en 1974, el sueño “inflación cero”: Pacto CGT-CGE, tiempos de Perón, Gelbard y Rucci. Vivía el Gral. Juan Domingo Perón.
Entre el agravamiento de “la guerrilla” y el deceso del estadista, tres veces presidente de la Nación por el voto popular, lo que siguió se conoció como el “Proceso de Reorganización Nacional” y la política del “exterminio”. En dos años, el Ejército, según el informe “Reservado” publicado por “La Opinión” de Jacobo Timerman, había ejecutado algo más de 8 mil activistas. Le costó la cárcel.
Estilos opuestos. Javier Milei, excéntrico, capaz de calificar al Papa Francisco, plena campaña de “imbécil”, a la ex-adversaria política Patricia Bullrich “guerrillera que ponía bombas en jardines de infantes”. Luego visitó el Vaticano, pidió disculpas y designó a ella ministra de Seguridad de la Nación. Nada del estilo “parco” del general Jorge Rafael Videla.
El fútbol argentino, ciclo de César Menotti, aparecía como la virtual “plataforma” del Régimen. La dictadura militar tenía el pasado de la oligarquía y oficiales de alto rango, en el Polo —entre ellos, el temido general Albano Harguindeguy—, pronto tomaron el fútbol, hijo del potrero y la miseria, según Dante Panzeri, y lo convirtieron en una “razón de Estado”.
El Mundial ’78 sirvió para la entronización en el campo popular de una dictadura genocida. Sólo en el mes del Mundial, junio de 1978, fueron secuestrados, luego “desaparecidos”, finalmente asesinados, algo más de 70 militantes de organizaciones políticas populares. En el “Partido Comunista Revolucionario”, durante un asalto de madrugada, se llevaron una veintena.
Por entonces, la Armada, a cargo del genocida almirante Emilio Eduardo Massera, quiso instalarse como “referente” de la salida hacia la sucesión en democracia, un cruel marino con poder, culpado de destruir por asesinatos a toda la cúpula del “Partido Maoísta”. Esto ocurrió en agosto de 1978.
El genial Osvaldo Ardizzone a colegas en la Editorial Abril: “No se puede apoyar el fútbol en medio de la matanza de pibes de barrio, militantes de fábricas, estudiantes universitarios y profesionales que se opusieron a gobiernos militares”, decía el gran periodista de la época. Tomó distancia del “Circo” futbolero.
Entre los crímenes “tapados”, en diciembre de 1976, ocurrió “la Masacre de Margarita Belén”, cerca de Resistencia, Chaco. Una veintena de jóvenes militantes fueron fusilados y sus cuerpos tirados a una zanja. En tiempos de los genocidas Leopoldo Galtieri y Cristino Nicolaides.
En la Procuración judicial, una joven abogada, Elisa Carrió, no pudo investigar nada.
Un cargo que alcanzó la más tarde “paladín de la denuncia y la democracia parlamentaria” por parte del Ejército. El gobernador Antonio Serrano, amigo del “dictador” Jorge Rafael Videla, firmó la designación de la juvenil letrada.
Carrió formó parte de la dictadura. Por eso, desde 1994 no vuelve a su provincia. O, cuando va, no se entera nadie.
“Dame dos” prendas llegadas de Taiwán, ridiculizaban a la industria textil nacional. Los TV chicos, llegados por familiares que viajaban al exterior, aparatos por cien dólares de costo. Las importaciones liquidaron la industria nacional. Había quedado lejos el impacto de las 40 manzanas fabriles en Córdoba.
Desde fines de los ’40, la Argentina de 14 millones de habitantes fabricaba, en “La Docta”, automóviles de baja cilindrada, camionetas “El Rastrojero”, “La Estanciera”, tractores, motos, la Puma, y hasta aviones: el “Pulqui I”, más tarde el “Pulqui II”. Corría 1953.
El notable pensador Juan José Hernández Arregui, en su obra “Peronismo y Socialismo”, hace 55 años escribió: “Cuando Perón aceleró la participación obrera en los lugares del poder, la oligarquía y parte de la Iglesia se opusieron desde la conciencia conservadora”. Siguió: “Nunca le perdonaron al Peronismo la defensa de los intereses de clase”.
Con la vuelta de Perón en 1973, una vez más la idea del espacio de los trabajadores en la concepción, el avance de las empresas de capitales nacionales, lo que José Ber Gelbard denominaba “la burguesía nacional”, inspirada en el “Pacto Social”. No duró casi nada.
Antes y ahora, la discriminación racial y política sirvieron a gobiernos de signos autoritarios para la posible equivalencia de los años del Proceso de Reorganización Nacional y este tiempo de los Milei y Caputo. Cada tanto, EE. UU. hace revisionismo histórico. Uno de sus autores, Robert Potash, en uno de sus viajes, con 90 años, evocó el éxodo allá, en los ’50 y ’60.
“Más de cinco millones de hombres, mujeres y niños de raza negra debieron emigrar hacia el norte del país en busca de trabajo. En tiempos de la ‘Guerra Fría’ y el ‘Ku Klux Klan’, como una de las tantas medidas impiadosas”, dijo. Potash escribió libros sobre Peronismo. Enviado en 1955 por el Departamento de Estado de EE. UU., fue observador en la Argentina.
Hoy, el gobierno de Javier Milei, cuya raíz ideológica se inspira en su antigua relación con el militar genocida Antonio Domingo Bussi y su hijo, tiene remisión a los años del Proceso. Uno de sus “cerebros”, Santiago Caputo, domina la ex SIDE.
El “Caso Kuieder” amenaza con ser otro “Watergate” para el gobierno. Millones de dólares en danza por supuesta <compra> de votos, legisladores opositores, luego “oficialistas”, en un escándalo político de proporciones.
Un viaje sin escalas: De la “Plata Dulce” a la “Plata Negra”.
Continuará…
*Columnista La Señal Medios, Mundo Amateur (Víctor Lupo), Agencia Nacional y Popular AGN-Prensa y De Memoria.
23/12/2024