En una nota publicada días pasados se hace mención al ocultamiento de la flota de dragas pertenecientes al Estado Nacional. La verdad es que debemos darle la razón al autor cuando habla de un Estado ausente. Ausente desde hace aproximadamente 40 años, tiempo en el que nos han superado el avance tecnológico, las comunicaciones, la robótica y tantas otras disciplinas.
Con lo que si no acordamos, es con el estado de las dragas que tan minuciosamente describe, (propiedad de la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante) porque en estos años han sufrido un franco deterioro y es ahí donde el Estado que debió estar dispuesto a erogar los fondos necesarios para el mantenimiento de la flota y jamás se preocupó por hacerlo, más allá de la constante lucha que tuvimos desde adentro los trabajadores algunos de los cuales también ejercemos roles sindicales.
(Draga Capitán Nuñez 256 C, desde enero en IDM con certificados de navegación caído)
Nos podemos remitir a innumerables comunicados, reuniones, solicitudes, reclamos y hasta medidas de fuerza para ser oídos respecto de la necesidad de no dejar caer la flota mercante nacional que nos enorgulleció por muchos años.
Las dragas que se citan, son material de desguace en cada uno de los distritos a los que se alude, incluso la recientemente amarrada 256-C Capitán Núñez que por supuesto -dicho esto con nostalgia- ya es obsoleta respecto de otras naves que cumplen esa función con mayor celeridad y eficiencia.
(Draga Córdoba 261 C, amarrada en IDM esperando alistamiento desde 2010)
Si los lectores hacen un análisis de esa nota, encontraran que nadie nunca se preocupó por las dragas nacionales. Y hallarán en este comentario una contraposición y no es así!. Acá no hay discusión sino posiciones por ciento muy parecidas, pero la nuestra es con acabado conocimiento de la situación de cada una de las enumeradas embarcaciones.
Por citar un ejemplo, la gran draga de corte amarrada en el distrito Paraná Superior (Corrientes), es un inmenso esqueleto sin posibilidad de recuperarse, de quien el Estado a esta altura debería ocuparse de desguazar y sacar del muelle por el peligro de contaminación que se corre, al igual que la 259 prácticamente hundida en Mar del Plata, la cual se encuentra judicializada por innumerables denuncias de los vecinos de esa ciudad y nadie, en ningún gobierno ha realmente tomado cartas en el asunto. Porque ahí no se corren riesgos, sino que SÍ está contaminando.
(Draga Tucumán 32 C, amarrada en IDM desde el 2008)
En el Distrito Uruguay está amarrado un balizador que logramos ponerlo en condiciones para proceder a cumplir las respectivas tareas sobre el río homónimo, y amarrado sigue esperando tristemente su destino que lo mece al compás de un Estado que probablemente hunda cuanto queda a flote y le signifique sueldos y mantenimiento. O sea, que seguimos estando de acuerdo en que nuestros bienes flotantes civiles, son objeto del desinterés. Y cierto es también, que adolecen de una enfermedad terminal llamada desidia y sucesivos gobiernos la padecieron.
Para ser más específicos tenemos a flote 75 toneladas de hierro, inmuebles de gran valor en cada uno de los distritos prácticamente abandonados por todos los gobiernos desde hace cuatro décadas. No sería una sorpresa que se entreguen a manos privadas para proyectos inmobiliarios en beneficio de unos pocos. De eso también se trata el achicamiento del Estado que pretende este actual gobierno pirata, como frutilla de una torta que venían esperando.
(Draga Buenos Aires 257 C, amarrada en IDM desde 2001)
Coincidimos también en que el “bien” Soberanía es innegociable, innegable e intransferible, y las concesiones a privados de cualquier empresa del Estado no es acorde con nuestra ideología, pero al haberse también diezmado la Industria Naval Nacional y el fomento de la misma en todos sus ámbitos; construir nuevas embarcaciones con la tecnología necesaria e indispensable en nuestros días, es un sueño que ojalá y nuestros nietos puedan ver.
Dicho esto, y como siempre aseveramos, la navegación de bandera sobre nuestras vías navegables es nuestra meta sin duda, y cada draga que surque aguas para favorecer la navegación tendría que ser argentina, pero quien fue el que concesionó y quienes continuaron cumpliendo el contrato fueron propios y extraños. Mirando al pasado difícilmente podamos ocuparnos de defender la soberanía.
Si nos trazamos una nueva carta de navegación unidos detrás de un mismo interés, y la bandera celeste y blanca, probablemente le heredemos a futuras generaciones la necesidad de bregar por no entregar los bienes tangibles e intangibles del Estado.
*Secretario de Interior y Exterior del Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento.
5/12/2024