Opinión

Vivir para contarlo

Por Gustavo Ramírez

Durante los primeros tres  meses del año la brecha entre ricos y pobres se acrecentó 13,6 veces. El efecto regresivo de las medidas políticas y económicas del gobierno de Milei y compañía, impactan con mayor profundidad en los sectores más humildes de la comunidad al mismo tiempo que tienden a romper toda estructura de contención estatal.

El bienestar económico de la población en general está en franca caída, sin que se vislumbre, ni a corto ni a mediano plazo, una mejora sustancial y equilibrada. Esto evidencia que tanto Milei como Caputo carecen de un plan económico sustentable. Al mismo tiempo, el modelo que impulsan beneficia a los sectores rentísticos, que acumulan una gran porción de la torta económica sin producir beneficios para el país y su población.

En términos de datos comparativos, de acuerdo al informe “Nuevos pobres, pobres más pobres, y más desiguales” de la Universidad Católica Argentina, entre el 1° trimestre del año pasado y el 1° trimestre de este año, el ingreso per cápita aumentó un 20,8 %, “al mismo tiempo que la mediana de dicho ingreso un 24,6%”.

Por otro lado, según los datos vertidos por la UCA, “en el 20% más rico de las clases medias la pérdida del ingreso real fue de 17,9%, mientras que para el 20% más pobre, la caída fue del 27,8%”. Al mismo tiempo, en términos distributivos el 20% más rico de las “clases medias” acomodadas pasó a concentrar el 52% del ingreso, mientras que los sectores más pobres se quedaron con solo el 4,5% del ingreso.

Como si esto no bastara, el ingreso de los ocupados cayó un 18,3% en el primer trimestre de 2024 en comparación con el mismo período de 2023, mientras que el de los asalariados retrocedió un 19,7%. En el segmento de los ocupados, el estrato más pobre perdió un 24,4%, el medio un 23,1%, y el alto un 12,2%.

El modelo solo le cierra a la oligarquía. Más allá de los apoyos coyunturales y de la discusión ideológica, el acerbo político del gobierno se estructura sobre la constitución de un esquema instituido y legitimado en el centro mismo de la pugna cognitiva. El espectáculo de humor absurdo que el oficialismo montó en Tucumán, en el marco de la conmemoración del Día de la Independencia, apunta a esa dirección. Más aún si añadimos el montaje del desfile de las fuerzas militares en Buenos Aires. Son representaciones de endeble legitimidad colectiva que pretenden constituirse como el real absoluto de la falacia oficial.

Frente a este escenario, existe un interrogante preponderante que preocupa y genera ansiedad: ¿Qué hace la oposición? El agrupamiento de las fuerzas políticas hasta el momento no ha logrado consolidar una unidad valedera, sobre todo porque la misma -por ahora- parece arrendarse entorno a un proyecto electoral y no sobre las bases de la causa nacional. La dispersión de cuadros y la parcelación de los estandartes del campo popular diluyen las posibilidades de integración horizontal, mientras disciplinan a la espera de resoluciones de superestructura.

¿No será eso precisamente lo que obstaculiza salir de las franquicias ideológicas para visibilizar la causa de liberación nacional? La reducción progresista del Movimiento Nacional a mero Campo implicó la desarticulación de una unidad estratégica ampliada sobre los ejes determinantes de un proyecto de liberación. Este reduccionismo parece adaptarse con llamativa calma al barrido de la identidad histórica, donde las categorías nacionales sucumbieron ante el advenimiento de implicancias ideológicas impropias.

 

Justamente, mientras el 9 de Julio la progresía insufrible penaba sobre el muro digital de las redes sociales, se dejó de lado que un día similar pero de 1947 el presidente Juan Domingo Perón declaraba la Independencia Económica. Dato no menor. Lo que no registra el algoritmo parece no estar presente. Sin embargo, la declaración del líder de la clase trabajadora adquiere un valor primordial por estos días: La independencia económica es uno de los motivos que impulsan la liberación nacional.

No se trata de apuñalarnos en un rincón. Ni de acceder a la defensa de las causas perdidas como patrulla de la utopía permanente. El declive de la acción política puede ser interpretado por quienes se sienten abandonados como una claudicación y de allí será difícil regresar. Los representantes políticos de ese vasto y abstracto “campo popular” parecen más entretenidos en ser un remedo progresista de Lilita Carrió -como permanentes denunciadores del mal- que en elaborar estrategias que posibiliten el acercamiento con las organizaciones intermedias para gestar un programa realmente revolucionario y de liberación nacional.

Ah, ese fastidioso canto ensordecedor que desafina entonando canciones impropias, como el triunfo de la izquierda liberal francesa. El día a día parece un poco más complicado. Será más duro con el correr de los meses. El hundimiento no es apto para espíritus mesiánicos, sino que necesita de almas patrióticas que tengan fe en la clase trabajadora y estén convencidas en los principios éticos que expresa el peronismo.

El fetichismo hedonista sobre las palabras propias cae como un mar de lágrimas dentro de recipientes que no tienen fin. Es un absurdo, cierto. Es como si alguien diera la voz de alerta cuando los cuerpos sin voluntad de los dirigentes políticos desfilan hacia el cadalso de la legitimación política de este desastre y nadie le prestara atención. El diagnóstico vale solo si es pesimista y no revistiera salida alguna de la zona de confort.

Mientras tanto, Milei vuelve a Estados Unidos, su segundo hogar, a regodearse con los multimillonarios tech. Deleitará a los CEOs de la tecnología mundial con sus cánticos de ave exótica. De la conferencia Allen & Co. Sun Valley solo participan 1783 personas. El sueño del pibe. El presidente vuelve sobre sus pasos, recurre a la memoria emotiva del perdedor y regresa al ruedo como brutal ironía. Ríe, mientras los tipos que agitan sus cuentas bancarias se burlan de él y le palmean la espalda con dejo de lástima.

Jeff Bezos presumirá que fue en Sun Valley donde resolvió la compra del Washington Post. Mientras degustan platos extravagantes, los CEOs Tech volverán a reírse de Milei en su cara y discutirán al pasar con lo que llaman guerra entre Israel y Hamás, las elecciones de Estados Unidos, la guerra en Ucrania y la inteligencia artificial. Eso no parece ser lo importante. Lo trascendente es la ostentación que cada uno pueda hacer efectiva entre ruedas de golf y paseos guiados.

Milei no encaja en ese mundo ni en el nuestro. Sin embargo, todavía está aquí como el Dinosaurio de Monterroso. El presidente es un compendio de malos textos. Una borrachera que nos pegó mal. Pero es Presidente. Eso debería valer para tomarlo en serio. ¿De verdad? Ok, no se puede. Recordemos que el sentido del humor, la estúpida solemnidad y la corrección política nos están asfixiando. Sí, no vamos a morir de corrección política por el mero hecho de legitimar a un estúpido.

Mierda, encima el frío nos corroe los huesos. El día es corto y la oscuridad parece más temible. Eso nos hace sentir. Las emociones parecen subir y bajar montadas en una montaña rusa. Por estas horas hay gente en la calle hurgando en la basura, buscando dónde dormir sin que el invierno los devore. Eso hace de esta nota algo inútil o tal vez no. Nadie que la lea saldrá a hacer la revolución. Aquí debería incluir un “pero”, no hace falta. El basurero de la historia se mueve. Así que ante el significado, resulta destacable establecer un significante. Estas palabras no valen si el hambre sigue expandiéndose como reguero de pólvora.

¿Qué vamos a hacer? Esa es la cuestión. Ellos tienen sus armas, tienen sus medios, pero ellos no tienen familia, ellos no tienen alma alguna. Ellos hieden, lloran, aunque son tan inhumanos como los zombis después de medianoche. Quieren meterse en tu cabeza y dispararte desde adentro, malditos topos. ¿Los vas a dejar?

 

 

 

 

 

12/7/2024

 

 

 

 

 

 

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