Por Gustavo Ramírez
Las inconsistencias políticas e incluso ideológicas, que evidenció Javier Milei durante el último debate presidencial no son nuevas. En todo caso se comienza a vislumbrar que el “fenómeno” no era más que una “anomalía”. Al mismo tiempo, se destruye el mito de la anti-política como solución sistémica a problemas estructurales. Las urgencias nacionales demandan cuidados intensivos que no se consolidan en base a la destrucción de los principios rectores de la organización social.
En la última semana, la Confederación General del Trabajo presentó un documento con quince puntos, donde se pone de relieve la necesidad de recuperar el enfoque político destinado a la reconstrucción de la Comunidad Organizada. La premisa sindical puede parecer imperfecta en la inmediatez, pero es lógica desde la mirada existencial que propone el peronismo como sistema contra-hegemónico y de liberación nacional.
El eje de la presentación realizada por la CGT se basó en los principios enunciados por Sergio Massa en días anteriores: La consolidación de la familia como factor determinante para la cohesión social, la centralidad del trabajo productivo y la necesaria Unidad Nacional. Estos tres factores representan la base de la plataforma electoral de Unión por la Patria. Pero el aditamento lo añade el sindicalismo peronista, al poner énfasis en la necesaria construcción colectiva, en la realización del conjunto. “Nadie se salva solo”.
Por el contrario, Javier Milei contrasta con los principios rectores de la integración social al proponer que Argentina se arrodille ante los mandatos imperiales y sostenga el estatus de colonia. Su admiración por Margaret Thatcher pude ser sindicada como un acto de traición a la Patria y encuentra arraigo en los liberales oligarcas del Siglo XIX que le sirven como marco teórico para sostener su endeble edificio discursivo. El alineamiento automático con el eje sajón-sionista (Wall Streat, Club de Bilderberg, Chicago Boys, etc.) remarca la continuidad histórica alimentada por Sarmiento y continuada por Martínez de Hoz, Domingo Felipe Caballo y Mauricio Macri.
Milei, junto a Mauricio Macri, han intentado redactar su propio Libro Azul, tal vez sin la sofisticación implementada en su momento por Spruille Braden y los servicios de inteligencia de Estados Unidos contra Perón, pero bajo el mismo paraguas argumentativo contra el “populismo” o contra lo que, el candidato de la Libertad Avanza, llama comunismo y socialismo. La mezcla de conceptualizaciones lo hace aún más confuso, pero la receta instaló una agenda reduccionista sustentada en el sentido común y en el coucheo mediático, que permitió instalar el “son todos chorros” en contraposición de la representación “Argentinos de bien”.
Claro está que el “Argentinos de bien” no es más que el proyecto civilizatorio de un grupo selecto de empresarios mesiánicos que detestan a la argentina plebeya. Lo que resaltó el último domingo, Milei, no es más que el argumento de la oligarquía que se repite en el contenido con otra formas. La historia se ha encargado de refutar a esa línea de pensamiento, hoy sostenida por el capital especulativo y trasnacional. Es simple: La Libertad Avanza no es más que un rejunte de exponentes de la materialización del proyecto rentístico, desindustrializador, esclavizante y hambreador.
En el debate presidencial Milei confirmó que su programa implica un profundo retroceso para el país, retrotrayendo la Argentina al estadio pre-peronista. El peligro que ello conlleva constituye la ruptura de la matriz productiva nacional, la destrucción del mercado interno, el atraso en materia de políticas públicas y sumergir al país en un espiral de violencia social sin precedentes. Todo en nombre del capital privado especulativo. De la oligarquía financiera internacional.
No resulta casual o descuidado que durante su floja intervención, el “libertario”, haya sostenido la idea de romper relaciones diplomáticas con Brasil y China. El problema es que en su afán por defender al capital especulativo privado, evidenció problemas para comprender como se constituyen las relaciones comerciales bilaterales entre países. A eso le añadió una cuota más desconocimiento económico al hablar de triangulación comercial. Lo suyo es raspar el fondo de la olla conceptual, lo que se traduce dramáticamente en ignorancia.
“El lunático está en mi cabeza”
Por momentos Milei parece un personaje sacado de un relato de John Cheever. Pero es algo más que eso. Aunque más simple también. ¿Cómo llegamos hasta aquí y ahora? El lado oscuro de la política suele manifestarse de manera misteriosas pero lineal. Aun así, suelen ser juegos que la mayoría no juega y es algo que se deberá discutir en profundidad, algo más adelante, en la superestructura.
En contrapartida Massa parece tener en claro que en el período que se avecina no podrá dejar de escuchar a la periferia. No tendrá un cheque en blanco. Por lo que deberá estar atento a los mínimos detalles. La experiencia del gobierno de Alberto Fernández deja una marca desagradable sobre la superficie porosa de la piel social. Esa mochila pesará sobre la potencial gestión del ex-intendente de Tigre.
No obstante, con todos lo problemas conocidos hacia adentro y hacia afuera, Argentina parece tener un horizonte visible por delante. La integración a los Brics en un momento global demasiado sensible, permite avizorar una perspectiva positiva. Si se logra afianzar una matriz industrial modernizada que sostenga un programa de sustitución de importaciones para fortalecer al mercado interno, por ende a la moneda nacional, y se constituye un proyecto de políticas de exportaciones que se despliegue sobre nuevos mercados sin perder soberanía productiva, se podrá afirmar la base de recomposición salarial y fortalecer el poder adquisitivo de la clase trabajadora de manera sustantiva.
El desafío es la integración de los sectores humildes y precarizados al esquema productivo, que no será ya el del Siglo XX, pero que permitirá avanzar hacia el equilibrio necesario entre capital y trabajo. Massa ha instalado la idea de movilidad social ascendente como parte de su proyecto de país, lo cual sale del esquema progresista de inclusión por ingresos. Para ello se necesitan cambios estructurales basados en el consenso social y en la centralidad del trabajo.
En esa línea y en sintonía con las corrientes económicas que postulan la necesidad de recuperar el equilibrio entre ganancias empresariales y distribución de la riqueza, la política proteccionista que defiende el candidato Sergio Massa encuentra un piso alisado por la administración de Alberto Fernández en relación al comercio exterior. El Estado debe ser generador de nuevos mercados que permitan la colocación de productos nacionales. Esa apertura redunda en mayor diversificación de la producción nacional sustentada por la actividad PYME y empresariado con sentido patriótico.
Allí también se estrellan las proyecciones de Milei. La mayoría de los países que integran los Brics han demostrado que crecimiento de su economía se debió en gran parte a la integración del capital productivo industrial, el Estado y la comunidad social. Al mismo tiempo, países como China e India, han recuperado el valor económico y político de la planificación estatal fortaleciendo la ingerencia pública en la conformación de mercados productivos. El escenario multipolar convierten en obsoletos los postulados libertarios.
El sistema se reformula. No sabemos que consecuencias tendrá ello en el corto y mediano plazo. Pero por el momento es una oportunidad para Argentina. En este nuevo período serán de vital importancia, por ejemplo, las vías navegables que Milei propone enajenar a través de un programa de privatización de aguas, por más que justifique la brutalidad de las declaraciones de referentes de su espacio como meras “metáforas” económicas. Lo mismo sucede con las rutas aéreas.
Aún cuando tiene que discutir cuestiones económicas, Milei actúa como un lunático. Su soberbia encubre su profunda ignorancia sobre el país, sus necesidades y sobre geopolítica. Su programa redunda en generalidades que no representan ningún valor nuevo, sino todo lo contrario. Su apología y su adhesión a la acción de la mano invisible del mercado es una apelación a la destrucción de la vida de las y los argentinos.
En esa apreciación alucinógena que propone Milei se yergue la intención de abandonar toda idea de emancipación nacional. El “libertario” no lo oculta, se jacta de ello. Aunque trate por todos los medios, de manera desesperada para rapiñar un voto, de desmentir su propia plataforma electoral. Así como lo hicieron Menem, Bullrich y Macri, Milei apela a la mentira y a las falsas representaciones para mantenerse en pie. Las voces que escucha, su delirio místico y su apelación a la perversidad sexual, desnudan lo retorcido que puede ser el accionar de la oligarquía cuando su estabilidad está en peligro.
Milei, es un hombre sin sombra política, sin historia. Un hombre sin país, sin Patria.
“-Estás enfermo, cariño. No puedo dejarte solo.
-Vete- dijo él de nuevo, y como ella no se movió, siguió hablando a gritos-: ¿Qué clase de obscena criatura eres, para poder oler la enfermedad y la muerte de la manera que los haces”. Fragmento del cuento Canción de Amor no Correspondido, de John Cheever.
13/11/2023