*Por Guadi Calvo
Mientras se esperaba con ansiedad en Washington, la visita oficial del Primer Ministro Narendra Modi, para el miércoles 21, en que Biden exigirá definiciones a la Unión India, respecto a sus vínculos tanto con Rusia como China, un hecho que podría considerarse casi un homenaje a Modi, se produjo en una oscura playa de estacionamiento en la ciudad de Surray, en la Columbia Británica, Canadá.
En dicha playa de estacionamiento fue encontrado muerto, Hardeep Singh Nijjar, líder de la Fuerza Tigres de Khalistan (TFK), al que dos desconocidos le dispararon dentro de su camioneta, en la noche del pasado lunes 19. Nijjar era uno de los tantos objetivos a eliminar, para imponer el supremacismo hindú en el país. Más allá de las especulaciones, el crimen ha servido para visibilizar, frente a la opinión pública mundial, la lucha de la comunidad Sij de India. Mientras que los sijs indios reclaman la creación del Khalistán, (Tierra de los Puros), un estado autónomo, lo que podría ser un mal antecedente, ante otras minorías del país.
Singh Nijjar, fue encontrado muerto, en su camioneta, dentro del estacionamiento del templo o gurdwara sij, Guru Nanak, de la ciudad en Surrey, Columbia Británica (Canadá), de la que era líder, y esa misma noche había dicho que temía por su vida. Pocas semanas atrás, la inteligencia canadiense, le había advertido a Nijjar, que su vida estaba en peligro.
La muerte de Nijjar, se suman a la de otros importantes líderes sijs, que se han producido de manera sospechosa en los últimos meses: Avtar Singh Khanda, en Gran Bretaña, presumiblemente por un cáncer, y Paramjit Singh Panjwar, fue asesinado por disparos de las fuerzas de seguridad pakistaníes, el pasado seis de mayo, en la ciudad de Lahore.
Las acciones de India, contra los separatistas sijs, parecen haber tomado el territorio canadiense cómo campo de batalla, allí radica más activas del exilio sijs, realizando constantes protestas ante la embajada y denunciando al gobierno indio de abusos contra ellos. La libertad con que los exiliados se manifiestan en suelo canadiense, ha provocado numerosas quejas de Nueva Delhi ante Ottawa.
En 2018, ante las autoridades, la Central Bureau of Investigation; (CBI) india, había acusado a Nijjar, a las autoridades canadienses, de ser parte de la organización terrorista.
En junio del año pasado, Ripudaman Singh Malik, de 75 años, uno de los líderes sijs más notorios de esa comunidad, también fue asesinado en Surrey. Malik, estaba acusado de ser el responsable del ataque explosivo contra un avión de la Air India que estalló cerca de las costas de Irlanda, en 1985, en el que murieron 329 pasajeros y fue considerado, el mayor acto terrorista de la historia, hasta los ataques a las Torres de Nueva York, en septiembre de 2001.
Siempre, se ha especulado, que el ataque al avión indio, fue en respuesta al asalto del año anterior, por parte del ejército indio al Harmandir Sahib (Templo Dorado) de Amristar (Punjab, India) considerado el lugar más sagrado del sijismo, y en el que murieron centenares de creyentes. El estado de Punjab, cuyas fronteras con el Punjab pakistaní, se extiende por 425 kilómetros, es uno de los más ricos de India, con aproximadamente 25 millones de habitantes, de los que cerca del sesenta por ciento es sij.
En el asalto militar al Templo Dorado, se produjo para desalojar a los miles de devotos, que lo habían tomado, junto a otros recintos del santuario, armados con fusiles automáticos, para exigir la creación de Khalistan.
El gobierno de la entonces Primera Ministra, Indira Gandhi, ordenó que se ejecutase la Operación Bluestar, (Estrella Azul), para lo que ingentes dotaciones del ejército, que rodearon el recinto, ingresaron al centro religioso, iniciando una batalla que se prolongó por cuatro días, hasta que finalmente el líder de los ocupantes, Jarnail Singh Bhindranwale y la mayoría de sus hombres murieron en combate.
Las consecuencias de aquella operación, más allá de los entre seiscientos y ochocientos muertos sijs, y las casi cien bajas de las tropas de Nueva Delhi, y el atentado al avión, significó, nada menos, que el asesinato en octubre de ese mismo año, de la Primer Ministra Gandhi, a manos de dos de sus escoltas de origen sij. El magnicidio, apenas conocida la noticia, habilitó a turbas de fanáticos, dirigidos por líderes menores del Partido del Congreso, la fuerza política de Indira, a comenzar una cacería contra los sijs, produciéndose, ataques en barrios de esa comunidad, tanto en Nueva Delhi, sus alrededores, como en otros centros urbanos del país. Donde no solo se produjeron saqueos e incendios de viviendas y comercios pertenecientes a esa comunidad, sino que esas hordas, generaron miles de muertos y heridos. Convirtiéndose en el hecho de mayor violencia, desde la partición con Pakistán en 1947.
La crisis de seguridad obligó al recién juramentado nuevo Primer Ministro Rajiv Gandhi, hijo de Indira, a intervenir con el ejército, para contener los cientos de focos de violencia que estallaron en todo el país.
Otra de las consecuencias de la Operación Bluestar, fue la ejecución del entonces jefe del ejército indio, General Arunkumar Shridhar Vaidya, en agosto de 1986, quien fue el principal responsable del desalojo del Templo. El general fue sorprendido por un grupo de cuatro militantes sijs, cuando circulaba en su auto, junto a su mujer y un guardaespaldas, meses después de haberse retirado. Vaidya, nunca se había arrepentido de lo sangrienta de su intervención, justificándose con que: “No veo ninguna diferencia en tomar las armas contra un enemigo extranjero o un enemigo interior”.
Una vez más, tras conocerse la muerte del represor, por elementos sijs, se iniciaron nuevos pogroms contra la comunidad, extendiéndose esos ataques, que volvieron a ocasionar docenas de muertes, en diferentes lugares de la Unión India.
Sobre el asesinato de Malik, el sospechoso del atentado contra el avión, fueron detenidos, dos jóvenes de 21 y 23 años, con antecedentes policiales, por lo que prácticamente se han descartado implicancias políticas al hecho, clasificándolo de un acto criminal común. Aunque, para muchos, el episodio, no ha quedado lo suficientemente claro.
En cuanto a las acciones del Khalistan Tiger Force, la más trascendente de sus operaciones, fue el asesinato del Ministro Principal (gobernador) del Punjab, en agosto de 1995, Beant Singh en la capital del estado, la ciudad de Chandigiarh, a manos de un atacante suicida, que se detonó, matando, no solo al gobernador sino también a otras diecisiete personas.
Algunos especialistas abonan la teoría de que los sectores de la comunidad sij, que se radicalizaron, a comienzo de la década del ochenta, han contado con el financiamiento del poderoso departamento de inteligencia pakistaní, Inter-Services Intelligence (ISI). Según diversas fuentes indias, el KTF, es uno de los cuatro grupos militantes, utilizados por el ISI para generar violencia en Punjab indio.
En 2015, según algunos informes de la Agencia Nacional de Investigación (NIA) india, algunos militantes las Fuerza Tigres de Khalistan, detenidos, informaron que, en Tailandia, el ISI, había levantado un campo de entrenamiento para milicianos del movimiento Khalistan, donde también se entrenaban muyahidines del Lashkar e Toiba (LeT), una organización terrorista islámica que opera frecuentemente en la Cachemira india, provenientes de Pakistán.
Una voz entre el islam y el hinduismo
El sijismo surge en el siglo XV, en el Punjab, hoy un estado dividido entre India y Pakistán, y es considerado la cuarta comunidad religiosa más grande de la India y la quinta más numerosa del mundo, con más de 30 millones de practicantes. Para muchos estudiosos es una síntesis entre el hinduismo y el islam.
Con motivo del 550 aniversario del nacimiento de su fundador, Gurú Nanak (1469-1540), se ha permitido por primera vez, que se viaje sin visa a los peregrinos sijs indios, al mausoleo de Nanak, en ciudad de Kartarpur, Pakistán, a cuatro kilómetros de la frontera con india, creándose para ello, en noviembre de 2019, lo que se denomina “el Corredor de Kartarpur”, de casi cinco kilómetros, que une el templo Dera Baba Nanak Sahib en el Punjab indio, con el Gurdwara Darbar Sahib de Kartarpur en el Punjab pakistaní, uno de los sitios más sagrados de los sijs, junto al Templo Dorado. Estos sitios también son conocidos como darshan (visión divina), el lugar de culto para los sijs.
El día de la inauguración de este paso, el Primer Ministro indio, Narendra Modi, comparó ese suceso, con la caída del Muro Berlín. El nuevo paso evita que los peregrinos provenientes de India, que antes, para llegar al mausoleo, además de necesitar visado, debían trasladarse hasta la ciudad de Lahore y desde allí a Katarpur, un trayecto de unos 125 kilómetros, una distancia insignificante, para Dioses que matan a distancia.
*Escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
23/6/2023