Pensamiento Nacional

11 de Marzo de 1973: Organización, Resistencia Popular y Unidad Nacional

*Por Aritz Recalde

El tercer Justicialismo regresó al poder en base a la organización , la resistencia popular y la brillante estrategia de unidad nacional que enhebró Perón en 18 años. Como en 1946, llegó al Estado el pueblo organizado y no las corporaciones y los organismos extranjeros que controlaban al país desde las sombras.

La Revolución Justicialista promovió un Modelo Argentino de Ser (Comunidad Organizada) y un Proyecto Nacional (Plan Trienal). Paulatinamente, desde el gobierno se desarmó la arquitectura tiránica de la finanza y de las corporaciones. El país volvió a ser y la conciencia histórica se hizo voluntad política en torno de tres pilares: liberación, reconstrucción del hombre argentino y justicia social.

La revolución impulsó un programa de desarrollo radical en sus objetivos de emancipación y de lucha contra la explotación del trabajador y la usura; pacífico  y tiempista en sus métodos democráticos y no violentos; modernista  en su impulso tecnológico, científico e industrial y tradicionalista  en sus valores humanistas y cristianos propios de la gran masa del pueblo.

La Unidad Nacional forjada previamente en las coincidencia programáticas de los partidos políticos y en las actas de Compromiso Nacional  le otorgaron un importante consenso a las reformas institucionales. Lamentablemente, los poderes foráneos y los enemigos internos de la soberanía y la de justicia humana, trabajaron para impedir los cambios y la paz social.

Los ultras de izquierda y de derecha, consiente e inconscientemente, debilitaron al proceso político, minaron la unidad nacional y favorecieron la estrategia de las oligarquías auspiciando el debilitamiento del Justicialismo.

El 18 de febrero de 1974 Perón había dicho que “nuestro movimiento es de gran amplitud. No somos sectarios ni queremos sectarizar a nadie. Nuestro Movimiento tiene una amplitud absoluta que va desde la derecha a la izquierda, con una Absoluta libertad de pensamiento y de acción, que es la forma constructiva en el orden de las ideas. Todo eso tiene un límite. Es decir, lo que está en la ultraizquierda o en la ultraderecha, no es aceptable para nosotros. Jugamos dentro de una faja racionalmente aceptable para un movimiento revolucionario como el nuestro, que tiene una ideología con más de 30 años de pasado y que tiene también sus aspiraciones futuras”.

El desenlace político fue el golpe de 1976. Las consecuencias de largo plazo fueron el subdesarrollo estructural y la instalación de la democracia demoliberal de la derrota inaugurada en 1983. Desde éste último año con la actividad política vive bien la dirigencia y la gran masa del pueblo no come, ni se viste, ni se educa.

Perón demostró que conducir es persuadir y no meramente contratar; que la política es una lucha por la verdad de la doctrina y no una mera tarea de mentir mediáticamente en beneficio de facción; que los dirigentes son vanguardia en el sacrificio y ejemplaridad en la vida y que tienen que renunciar a los honores para servir al pueblo y no servirse del Estado.

La consecuencia de la derrota justicialista y del demolberalismo de 1983 fue la crisis del 2001. Hace tiempo que no existe un mito movilizador y que la democracia acumula pobreza, deuda externa, desesperanza, resentimientos y decepciones. En la gesta de 1946 y 1973 las nuevas generaciones tienen un modelo y una causa. También un ejemplo de los errores, desafíos y dramas que acarrea la política de liberación.

 

 

 

 

 

*Sociólogo, doctor en Comunicación, docente y Secretario de Investigación y Posgrado de la Universidad Nacional de Lanús.

 

11/3/2023

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