Por Redacción
En el marco del Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, establecido por la Organización Internacional del Trabajo, la filial argentina de OIT presentó un trabajo de investigación donde se contrastan experiencias de trabajo infantil encuadradas en la perspectiva de la mentada “cultura del esfuerzo”.
El trabajo fue elaborado por el proyecto Measurement, Awareness-Raising, and Policy Engagement to Accelerate Action against Child Labour and Forced Labour, MAP16, de la OIT Argentina, en el ámbito del Área Metropolitana de Buenos Aires. En esa línea, fuentes de la organización destacaron que el estudio “se propuso indagar en la construcción de sentido en torno al trabajo de los niños, niñas y adolescentes, caracterizar las tareas productivas que realizan y los vínculos y tensiones con el acceso a la educación y al esparcimiento”.
La coordinadora del proyecto MAP16, Bárbara Perrot, indicó que “nos interesa analizar los factores que intervienen en las distintas estrategias familiares y derivan en que un niño, niña o adolescente trabaje”. Del mismo modo añadió que “el estudio se enfocó en casos de niños, niñas y adolescentes que trabajan y pertenecen a hogares económicamente vulnerables”.
El trabajo de investigación detalló que “en la mayoría de los casos, el trabajo sucede en los propios hogares o en las casas de familiares y personas del vecindario. Tareas como limpieza, cocina y de cuidado son las más frecuentes. Los adolescentes de 16 y 17 años trabajan, en su mayoría, fuera de sus casas en sectores como jardinería y construcción”.
Los testimonios recogidos por las y los investigadores Corina Foressi, Luis Costa y Cristóbal Morano, en Trabajo infantil y dinámicas familiares, dieron cuenta que en un gran porcentaje de casos, los niñas y niñas salen a trabajar porque “sus familias no tienen ingresos económicos suficientes o por falta de protección social. Un porcentaje significativo de niños, niñas y adolescentes realiza actividades productivas porque hay adultos que naturalizan el trabajo infantil”.
Asimismo la investigación determinó que “además de perder su tiempo libre para el juego y la socialización con personas de su edad, la mayoría de los niños y las niñas se ven obligados a abandonar la escuela”.
“En el actual contexto de la pandemia de la COVID-19, una gran cantidad de adolescentes debió interrumpir su escolarización por falta de conectividad o de dispositivos para conectarse a las clases. Además, al no tener que asistir a la escuela y, como consecuencia de la situación económica de sus familias, las y los niños que trabajan comenzaron a hacerlo durante más horas”, alertó la investigación del proyecto MAP16 para la OIT Argentina.
En ese orden, Perrot, señaló que “a esta descripción de lo que sucede se suman, en este estudio, las creencias que giran en torno al trabajo de niños, niñas y adolescentes. En algunos hogares, se ve al trabajo infantil como una oportunidad de aprendizaje, de preparación para la vida adulta y no se percibe claramente el costo que tiene en el desarrollo de una niñez plena”.
Por último, en el ámbito establecido por la OIT en el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, “la toleración social y la naturalización del trabajo infantil son dimensiones fundamentales que deben atenderse, en el marco de una respuesta integral, en las políticas de prevención y erradicación del trabajo infantil”.