*Por Guadi Calvo
La situación afgana mantiene en vilo a las grandes potencias mundiales, ya que la retirada norteamericana, deja un extenso espacio geográfico y político para que los talibanes, decidan su ruta tras la victoria.
Lo que sin duda atraerá una profunda discusión al interior de la organización integrista: Reinstalar en toda su magnitud el otrora Emirato Islámico de Afganistán (EIA), nombre oficial del talibán, el que fue destituido tras la invasión norteamericana de 2001, que llevará el país varios siglos atrás, instalando la sharia y negando a toda la sociedad, mujeres y hombres, a cualquier tipo de progreso. O tras estos veinte años de ocupación, encontrar un muy difícil punto de equilibrio entre el respeto a su interpretación del Corán, y el siglo XXI.
Un desafío a los más tradicionalistas, que sin duda cuentan mucho peso moral, dado que desde el principio de la invasión y cuando ya todos aseguraban el fin del Emirato, ellos han sido quienes han dirigido la resistencia que los ha puesto al borde de la victoria. Sin descontar que los tradicionalistas, además cuentas con mucho poder de fuego y no se conoce, hacia el interior del grupo, cuantos líderes jóvenes están decididos a persistir en la lucha armada para imponer la ley coránica.
Otro temo, que abarca a muchos, es la posibilidad de que una vez que los hombres del mullah Haibatullah Akhundzada, podrían comenzar a operar junto a los grupos integristas que operan en los países fronterizos casualmente todos en mayor o menor grado, enemigos de Washington: Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, ex repúblicas soviéticas hoy aliados al presiden Vladimir Putin, además de Irán, Pakistán y China.
En previsión de esa posibilidad, es que Rusia, Tayikistán y Uzbekistán llevarán a cabo entre el 5 y el 10 de agosto, maniobras militares conjuntas próxima a la frontera afgana. En el marco de esa incertidumbre, mientras llegan informes desde los distritos controlados por los insurgentes, que se están restablecieron las duras restricciones con las que gobernaron el país hasta 2001, imponiendo prohibiciones a las mujeres, incendiando escuelas y asesinando aquellos sospechosos de haber colaborado con los “infieles”.
En este marco de situación el presidente afgano, Ashraf Ghani, que no da señales de sentirse derrotado, huye hacia adelante. El sábado 24 resolvió imponer el toque de queda nocturno en la mayoría de las ciudades del país, para evitar las acciones del Talibán. Una medida, tardía y meramente burocrática, ahora que la insurgencia rigorista se encuentra en la última fase de sus operaciones, por reconquistar el poder.
La medida según el Ministerio del Interior, será acompañada por un “amplio plan de seguridad” del que obviamente no se han dado detalles. Mientras que el Emirato Islámico de Afganistán (EIA), dio a conocer en las últimas horas que no habrá paz, hasta que haya un nuevo gobierno con el que negociar en Kabul y que presidente Ghani sea destituido. Mientras tanto se conoció que el anunciado alto el fuego por la fiesta de Eid al-Adha o (Celebración del Sacrifico) fue interrumpido, según el Ministerio del Interior, cuando fueron asesinados cien civiles en la ciudad de Spin Boldak, en la frontera con Pakistán, tomada por los insurgentes la semana pasada.
Bajo estas circunstancia es difícil imaginar que la guerra, pueda tener otro desenlace que el de la victoria de los Mullah, ya que desde la campaña lanzada el primero de mayo, se ha concretado en una marea incontenible de victorias. En algunos casos sin hacer un solo disparo, evitando las muertes de miles de efectivos de las fuerzas de seguridad afganas y la de civiles. Dadas esas deserciones masivas, se confirmó que ya son cerca de 2500 los hombres de las fuerzas de seguridad han escapado hacia Tayikistán.
Los Talibanes comenzaron a ver la posibilidad del éxito en 2014, cuando el presidente Barack Obama, anunció el comienzo de la retirada de sus efectivos, posiblemente aconsejado por analistas que ya entonces avizoraron este final, que ya con trece años en Afganistán, los Estados Unidos junto a sus aliados de la OTAN, se encontraban estancados en todos los frentes.
La desesperante situación de las fuerzas occidentales, provocada por la resistencia de los rigoristas, permitió al Taliban, permear en la voluntad del pueblo afgano, ayudados por los innumerables abusos a los que los afganos fueron sometidos por las huestes occidentales.
Nadie de buena fe, pueda entender otra cosa, que no sean los Estados Unidos el gran responsable de la actual situación y que, con el fin de disimular una derrota, tan monumental como la de Vietnam, ha escapado entre gallos y medianoche, sin reparar un momento en la suerte que tendrán los miles de afganos, que, por interés o convicción, les han servido lealmente.
Hoy esos colaboracionistas, que podrían alcanzar el medio millón, esperan la piedad de los muyahidines, sabiendo que para muchos la suerte les está echada. Si los Estados Unidos, no pone en marcha, lo que hasta ahora es un muy perezoso plan de evacuación para sus antiguos empleados.
La desesperada medida de Ghani, regirá en 31 de las 34 provincias y se extenderá de 22 a 4 de la mañana; según el Ministerio del Interior el lapso en el que se produce la mayoría de las acciones de la insurgencia. Quedan exceptuadas de la decisión presidencial las provincias de Kabul, Panjshir al noreste y Nangarhar al este.
Desde principios de mayo, los integristas, no solo consolidaron la toma de más 400 distritos, sino que sitiaron la mayoría de las capitales provinciales, tomaron vastas zonas rurales, lo que ha provocado nuevas oleadas de desplazados internos, que, desde principios de año, suman cerca de 300 mil personas, además de haberle arrebatado a Kabul, los pasos fronterizos más importantes, con Irán, Turkmenistán, Tayikistán y Pakistán, lo que representaría el noventa por ciento de las fronteras, versión que Kabul niega enfáticamente.
Por otra parte, Kabul ha anunciado que, con las operaciones militares lanzadas el pasado viernes el ENA, reconquistó un importante distrito en la provincia occidental de Herāt, en la frontera con Irán, además de controlar las principales ciudades y rutas de país lo que se hace muy difícil de comprobar.
Una ruleta rusa.
La conocida expresión italiana, ha sido tomada al pie de la letra por los talibanes, que han amenazado de muerte a todos los afganos que han trabajado para los invasores, en su mayoría en rol de traductores, de los que ya se han registrado varias ejecuciones.
En vista de la situación se conoció, que finalmente el pasado jueves 22, el parlamento norteamericano votó a favor de un proyecto de “Visa Especial de Inmigrante”, lo que habilitaría a aumentar el número de admisiones asignadas a ciudadanos afganos que colaboraron con las tropas norteamericanas y con organizaciones no gubernamentales con financiación estadounidense.
La primera evacuación se espera para la semana entrante lo que daría la posibilidad a unas 2500 personas, el número incluye empleados y familiares directos que han pasado la verificación de seguridad y aprobados por el Departamento de Estado, ya que las amenazas de los insurgentes no solo apuntaban a los colaboracionistas, sino también a sus familias. El grupo será trasladado en avión a hasta Fort Lee, una base del ejército estadounidense en Virginia, donde terminarán los tramites, además de ser sometidos a estudios médicos.
Mientras otras 4 mil, junto con sus familias, serán trasladadas a un tercer país o una base militar estadounidense en el extranjero sin confirmar. Según se ha conocido los terceros países a los que serán enviados los evacuados son Qatar, que ya tiene pautados recibir a dos mil 2000 y muy posiblemente Kuwait, aunque el Departamento de Estado, se encuentra negociando con otros países. Cerca de 20 mil afganos han solicitado el programa de visas especiales, de las que las autoridades norteamericanas, han rechazados más de la mitad.
Un problema casi insuperable para los posibles viajeros, es que el plan norteamericano para la evacuación de colaboradores afganos, obligaría a muchos de ellos a llegar por sus medios hasta Kabul, el único punto desde donde saldrá los vuelos norteamericanos. Nadie se responsabiliza de hacerlo llegar hasta allí desde el ingobernable interior afgano.
En estos momentos las rutas están colapsadas por los retenes de Talibán y los valores de los vuelos internos de Afganistán son extremadamente costosos. Por lo que solo les queda llegar a la capital por tierra lo que se constituyen en una verdadera ruleta rusa, para quienes lo intente.
*Periodista: Línea Internacional
27/7/2021