Pensamiento Nacional

La descolonización como eje de la batalla cultural

*Por Jorge Rachid

Al ubicar la cultura dominante neoliberal, como una expresión colonizadora que ha teñido los últimos 50 años, no sólo de la Argentina sino del mundo, es necesario disecar los contenidos utilizados, por ésta nueva Modernidad para dominar a los pueblos y someterlos a culturas, procesos políticos y económicos, dependientes de intereses externos a sus propias historias e identidades.
Detrás de conceptos Modernidad y Globalización. se esconden procesos sutiles de desmemoria, condición indispensable de la dominación y sumisión de los pueblos.

En ese camino ha sido avasallada la democracia, como gobierno del pueblo, al ser sustituida por herramientas financieras, mediáticas y judiciales, que han pervertido su fin último de representatividad masiva, por factores de poder que determinan sus procesos económicos sociales, por fuera de los intereses del pueblo.

En ese sentido, descolonizarse es el ejercicio de la memoria que significa anticipación, porque sin esa carga histórica de la conformación de identidades en construcción, es imposible marcar los caminos a recorrer, en la necesaria búsqueda de nuevos modelos sociales y productivos solidarios, al servicio de los seres humanos y la naturaleza.

El pueblo es sin dudas el sujeto político que construye la historia y para ese ejercicio el pensamiento y la teoría crítica, son indispensables para que la conciencia colectiva del pueblo, se exprese en las decisiones políticas. De la teoría a la práctica del ejercicio del poder, existe el abismo habitual de los factores de control hegemónico mediático y económico, que han construido sentido en las conciencias colectivas del pueblo, naturalizando la apropiación de los resortes del poder, transformando al Estado en una fortaleza de privilegios consolidados, al servicio del coloniaje.

Sucede aún en el ejercicio temporal de gobiernos populares, que llegan al límite de la modificación institucional, pero que no logran romper los estructural de una construcción de larga data, que ha resguardado en los pliegues del manejo del poder, el que es no visible, que algunos identifican con el círculo rojo, que nuclea como en las viejas prácticas cabildantes a los “decentes”, marginando de las decisiones a las mayorías populares.

Son sectores empresarios, financieros, embajadas, propietarios de medios, cúpulas eclesiásticas y militares, dirigentes políticos del sistema, que deciden la vida y la muerte social, de acuerdo a sus intereses, no sólo económicos, sino en el fortalecimiento del coloniaje institucional, que intenta la declinación absoluta de la soberanía nacional.

Significa esto que la democracia está derrotada como tal, en ésta descripción? De ninguna manera debemos resignarnos a ser sometidos, al contrario la recuperación del pensamiento crítico en la construcción política lleva al concepto central de la Comunidad Organizada, herramienta esencial del ejercicio del poder popular en las decisiones políticas, que debe tener amparo constitucional efectivo, que derrote al sistema demo liberal burgués, que pretende transformar al pueblo en testigo de la historia, evitando su protagonismo que siempre termina por escribir los nuevos paradigmas de los tiempos.

Para que nos sirven estas reflexiones sería legítimo preguntarse y es para ubicar el campo de batalla política, por fuera de la visión estrecha del ojo de la cerradura, efectuando la misma desde una mirada satelital y geopolítica, que nos integre a una discusión que se da a nivel internacional, pero con nuestra propia identidad nacional, popular, latinoamericanista, que construye el pensamiento, desde los situacional americano, mestizo, moreno y criollo que ha caracterizado nuestra construcción histórica de Patria Matria Grande.

Sin el fortalecimiento de esa identidad como memoria activa, no podremos anticipar la historia, desde la planificación estratégica de los nuevos modelos sociales y productivos, biocéntricos, que den batalla al calentamiento global y la destrucción de la Humanidad en función de un nuevo coloniaje del siglo XXl, atado a un sometimiento de los pueblos a ser proveedores de materias primas, de los autodenominados “países centrales”.

No somos ni periféricos, ni subdesarrollados, por el contrario, somos la expresión más acabada de la lucha permanente por la Liberación Nacional, como las que sacudieron en los siglos XlX y XX a los países coloniales por lograr su independencia.

Nosotros lo lograremos si somos capaces como pueblo, de reconstruir la solidaridad social activa, en un proceso de recuperación de la historia revisionista, que abandone la teoría de la resignación nacional, en nombre de la dicotomía “civilización o barbarie”, que hizo adorar lo civilizatorio lo extranjero y denigrar lo propio, lo criollo, lo argentino y latinoamericano.

Esa es la lucha por venir, el desafío por asumir, la utopía por alcanzar y la esperanza por construir.

 

 

*Médico sanitarista. Asesor sanitario del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

 

29/5/2021

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