Por Redacción
Mauricio Macri terminará su mandato con cifras de pobrezas críticas. El Presidente, preocupado por realzar su imagen, convocó a una marcha de despedida para el próximo 7 de diciembre ninguneando los porcentajes catastróficos que dejó su administración neoliberal en el país. Cierto es que desde su criterio, ceñido a los mandatos del Imperio Financiero, la evaluación final no le resulta negativa, sino en todo caso, inconclusa.
Los datos que se deprenden del informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina, dependiente de la Universidad Católica Argentina, dan cuenta que “el riesgo alimentario extremo en la infancia pasó de 9,6% a 13% en el último período interanual y ello ocurrió pese a la actualización del valor de la AUH y la ampliación de la cobertura alimentaria en comedores escolares y comunitarios que entre 2016 y 2017 se elevó en 5,2 % llegando al 36,1% de la infancia en 2017 y 36,6% en 2018”.
Estos dato se agudizan en el primer trimestre del 2019, donde la inflación y la recesión aportaron elementos sociales que profundizan la ruptura del tejido social en nuestro país. Las políticas neoliberales se centralizan en la descomposición popular para privilegiar la protección y la ganancia del capital financiero. Esto produce un impacto directo en la vida social de millones de compatriotas que se ven descartados por el Estado a partir del abandono que éste produce frente a políticas que no contemplan a los segmentos sociales más vulnerables.
Según la UCA: “Se estima que casi tres de cada diez niños/as en la Argentina urbana en 2018 residía en un hogar vulnerable al acceso a los alimentos por problemas económicos. La propensión a la inseguridad alimentaria total entre 2010 y 2018 a nivel de la infancia se incrementó 7,5 puntos porcentuales (p.p.). No obstante, es muy relevante notar que dicho incremento se registra de modo completo entre 2017 y 2018. Asimismo, las poblaciones más afectadas por este incremento son los niños/ as entre 0 y 12 años, los niños/as en hogares extensos y en hogares monoparentales, los pertenecientes a los estratos sociales trabajadores marginales y obreros integrados”.
“Se reconoce que el 13% de la población infantil padece la inseguridad alimentaria de modo severo. Los más afectados por dicha vulnerabilidad severa son los niños/as más pequeños y en edad escolar, en hogares monoparentales, extensos, y a medida que desciende el estrato socio-ocupacional”, sostiene el informe, allí se añade que “los niños/as bonaerenses son los más vulnerables a la inseguridad alimentaria extrema (17,4%, en 2018). Entre 2010-2018 se incrementó 3,9 p.p. la propensión a la inseguridad alimentaria severa en el Conurbano, pero en el último período de gobierno 2015-2018 el incremento fue de 7,7 p.p. de los cuales 5,8 p.p. se registran en el último período interanual.”.
Durante el 2017, 30,4% – 3,2 millones de chicos y chicas- padecieron déficit de nutrientes esenciales y tuvieron en su mesa menos comidas diarias. En el 2018 900 mil chicos más sufrieron esta situación, lo que equivale al 37,0% -4,1 millones de chicos y chicas- un porcentaje que se incrementará durante el 2019. El año pasado un 4,9% de esos niños y niñas no tuvieron desayuno. Un 5,7% no pudo merendar, en tanto que 2,3% no almorzó y 7,0% no cenó. Entonces ¿qué tiene para festejar Mauricio Macri el próximo 7 de diciembre?
El cinismo del presidente encubre un política que tiene como diseño principal la muerte de aquellos niños, niñas, mujeres y hombres, de los sectores más vulnerables que el sistema selecciona para el descarte. A Macri nunca le interesaron los pobres a lo que considera individuos sin derechos y a los que su modelo, encima, culpabiliza como promotores de la inestabilidad social.
Esta dramática situación pone de relieve la necesidad de abordar políticas concretas para combatir el hambre en Argentina, pero también manifiesta la urgente necesidad de romper el dominio que impone el capital financiero sobre del desarrollo de los gobiernos populares. Por eso el Golpe de Estado en Bolivia no es casual. Parte de la racionalidad imperial, que para muchos puede resultar anacrónica, en función de tener el dominio pleno de la región. La apreciación de la dominación bajo el estatuto del colonije financiero excede cualquier impostura de guerra comercial. Lo que se intenta en América Latina es pulverizar cualquier vestigio popular que empodere a sus pueblos para la liberación nacional.
En su extensión, el trabo de la UCA, da cuenta como este modelo de inseguridad e injusticia social, atacó todos los estamentos básicos para el desarrollo de una vida digna para las personas. En Argentina, donde en una época los únicos privilegiados fueron los niños, los pibes y pibas padecen privaciones extremas como saluda, vivienda digna y educación, por ejemplo. Por eso cobra mayor vigorosidad la lucha que pregona el Papa Francisco por Tierra, Techo y Trabajo.
Macri tendrá su estúpida fiestita de despedida, sobre su espalda cargará el peso de una gestión que en cuatro años desbastó los diques de contención social, condenando a millones de argentinos a vivir en la indignidad. El ingeniero puede ignorar, junto a sus alcahuetes mediáticos, la realidad que atraviesa a los sectores populares pero no podrá escapar de la memoria colectiva. Eso si, cabe esperar que el verdugo de los pobres se encamine al patíbulo, es la necesaria justicia del pueblo y para el pueblo.