Por Redacción
Según el informe Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna de la Organización Internacional del Trabajo, 50 millones de personas vivían en situación de esclavitud moderna en 2021. De ellas, 28 millones realizaban trabajos forzados y 22 millones se encontraban atrapadas en matrimonios forzados.
La investigación evidencia que “esta cifra significa que casi una de cada 150 personas en el mundo se encuentra en esa terrible situación. Las estimaciones también señalan que las situaciones de esclavitud moderna no son en absoluto transitorias: el sometimiento al trabajo forzoso puede durar años, mientras que el matrimonio forzoso, en la mayoría de los casos, equivale a una condena a cadena perpetua. Y, lamentablemente, la situación no mejora”.
Del mismo modo “las Estimaciones mundiales de 2021 muestran un aumento de varios millones de hombres, mujeres y niños que han sido forzados a trabajar o a contraer matrimonio, en comparación con las Estimaciones mundiales publicadas en 2017”.
La situación de crisis, agudizadas por la pandemia de COVID-19, los conflictos bélicos y el cambio climático, ha causado un crecimiento exponencial “sin precedentes” de la precarización en las condiciones laborales, así como el aumento “de la pobreza extrema y la migración forzosa y de la migración forzosa y en condiciones de inseguridad”. En ese contexto crecieron las denuncias por violencia de género “lo que contribuye a aumentar el riesgo de todas las formas de esclavitud moderna”.
Entre la conclusiones del trabajo, se destaca que “la esclavitud moderna, tal y como se define a efectos de las estimaciones mundiales, consta de dos componentes principales: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. Ambos se refieren a situaciones de explotación que una persona no puede rechazar ni abandonar debido a amenazas, violencia, engaño, abuso de poder u otras formas de coacción”.
Por otro lado, “las Estimaciones mundiales de 2021 revelan que, en cualquier momento del período de referencia, 49,6 millones de personas eran víctimas de la esclavitud moderna, ya sea obligadas a trabajar contra su voluntad o a vivir en un matrimonio sin su consentimiento. Entre las personas víctimas de la esclavitud moderna, el trabajo forzoso representa 27,6 millones y el matrimonio forzoso 22 millones”.
Las estimaciones mundiales 2021 constatan que “en cualquier momento del período de referencia, 27,6 millones de personas se encontraban en situación de trabajo forzoso. Esta cifra absoluta se traduce en casi 3,5 personas en situación de trabajo forzoso por cada mil personas en el mundo. Las mujeres y las niñas representan 11,8 millones del total de personas en situación de trabajo forzoso. Más de 3,3 millones de los niños en situación de trabajo forzoso no están escolarizados”.
El trabajo forzoso registra incrementos significativos, en comparación con 2016 se revela un aumento de 2,7 millones de personas en situación de trabajo forzoso, lo que equivale a “la prevalencia del trabajo forzoso de 3,4 a 3,5 por cada mil personas en el mundo”.
“El aumento del número de personas en situación de trabajo forzoso se explica en su totalidad por el incremento de las cifras de trabajo forzoso en la economía privada, tanto en la explotación sexual comercial forzosa como en el trabajo forzoso en sectores distintos de la explotación sexual comercial”, sostiene el informe de la OIT.
Entre las variables que hacen al crecimiento exponencial del trabajo esclavo “el Banco Mundial señala que la pobreza extrema—una importante métrica del riesgo de trabajo forzoso— sigue siendo muy superior a la tendencia anterior a la pandemia y la OIT ha declarado que la recuperación del empleo se ha estancado en una gran parte del mundo”.
En este contexto, según las mediciones “el trabajo forzoso es más elevado en la región de los Estados Árabes (5,3 por mil personas), seguida de Europa y Asia Central (4,4 por mil), las Américas y Asia y el Pacífico (ambos con 3,5 por mil), y África (2,9 por mil)”.
Asimismo, se evidencia que el trabajo forzoso es alarmante independientemente del nivel de riqueza de un país: “Más de la mitad del trabajo forzoso se presenta en países de ingresos medianos altos o de ingresos altos. Expresado como proporción de la población, el trabajo forzoso es más elevado en los países de ingresos bajos (6,3 por mil personas), seguido por los países de ingresos altos (4,4 por mil)”.
Otro dato preocupante es que la mayor concentración de trabajo esclavo se da en el ámbito de la economía privada, en ese orden 86 % de los casos son impuestos por actores de dicho sector. Al mismo tiempo, “el 63 % ciento en la economía privada en sectores distintos de la explotación sexual comercial y el 23 % en la explotación sexual comercial forzosa”. En tanto que el trabajo forzoso promovido por el Estado representa el 14 %.
“Un total de 3,31 millones de niños son víctimas de trabajo forzoso, lo que representa alrededor del 12 % de todas las personas en situación de trabajo forzoso. Y debido a las limitaciones de los datos, estas cifras, que ya son alarmantes, pueden ser solo la punta del iceberg. El trabajo forzoso infantil constituye uno de los componentes del trabajo infantil, que la comunidad internacional —en el marco de la Meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible— se ha comprometido a poner fin de aquí a 2025″, demuestra el informe de la OIT.
El informe de Estimaciones insiste en remarcar que “es necesario coordinar la actuación de los organismos humanitarios para crear vías que permitan a las personas abandonar de forma segura las zonas de conflicto y ofrecerles oportunidades de subsistencia y educación, garantizar la seguridad alimentaria, establecer servicios gratuitos de registro civil (incluido el registro de los nacimientos y los matrimonios) y fortalecer la capacidad de los proveedores de servicios locales”.
4/9/2022