Pensamiento Nacional

Lo real, lo tangible

Por Gustavo  Ramírez

El Presidente Alberto Fernández recibió un contundente apoyo del Movimiento Obrero y organizaciones populares el último 17 de noviembre, en el marco del acto por la celebración por el Día de la Militancia Peronista. Sin embargo, ese acompañamiento implica un desafío para el Gobierno Nacional que sabe que no cuenta con tiempo ni con un cheque en blanco.

En un contexto festivo, por primera vez en dos años, el Jefe de Estado mantuvo contacto real con la clase trabajadora en un acto popular. No obstante, continúa sin encontrar el tono de su discurso. En Plaza de Mayo sus palabras sonaron afectadas y su postura forzada. Está claro que más allá de proclamarse peronista, a Alberto Fernández no le sienta el ambiente del bombo y la palabra.

Su retórica volvió a inscribirse en el plano confortable del discurso de diseño y repitió las mismas premisas que viene pregonando hace dos años. Su oratoria, si bien pretende mostrarse sólida y consustanciada con la realidad carece de efectividad y practicidad a la hora de capitalizar actos de semejante envergadura. En una apreciación netamente subjetiva este cronista apreció que la primera Plaza real le quedó demasiado grande al Presidente.

Por otro lado, la plana mayor del sindicalismo cegetista se hizo presente en palco junto al escenario. De cierta  manera se ratificó el rumbo de la unidad en la central, al mismo tiempo que el se ratificó que el poder de fuego a este gobierno lo garantizan las organizaciones sindicales y los movimientos populares. Es decir, la movilización en si misma, como ocurrió el pasado 18 de octubre fue el mensaje.

Del mismo modo, el entorno presidencial aseguró que la soledad de Alberto en el escenario también fue un mensaje, pero esta vez interno. Aún cuando no lo afirmaron públicamente los indicios apuntan la mirada hacia la Vicepresidente Cristina Fernández. No obstante, las elecciones del pasado domingo trajeron algo de alivio y fuentes kirchneristas aseguran que se fumó la pipa de la paz.

Aún así, todos los sectores coinciden en que el sostén de la unidad en estos dos años depende pura y exclusivamente de las decisiones políticas que asuma el Primer Mandatario. Con esta apreciación coincide una parte nutrida de la dirigencia política que al mismo tiempo confluye en el diagnóstico negativo de estos dos años, al menos en el aspecto social, económico y político. Pero esto no debe ser leído, bajo ningún aspecto, como la condición elemental de una potencial ruptura interna. Ello sería pegarse un tiro en el pie y darle oxigeno a una oposición que tienen que lidiar con sus propias miserias.

Es probable que de ahora en más la CGT comience a presionar para tener mayor participación en la mesa de decisiones. En cierta medida el apoyo popular a Fernández depende de ello. En el centro de la CGT consideran que los próximos dos años tienen que ser ejecutivos, con políticas de creación de empleo digno, conquistas de derechos para la economía popular y confrontación con los sectores del capital concentrado. Es decir, lo que básicamente se le reclama al gobierno es una muestra de carácter.

El Presidente habló en Plaza de Mayo sobre el lanzamiento de la segunda etapa de gobierno, pero en términos concretos no hay hasta el momento ningún anuncio que permita dilucidar el rumbo que se asumirá de ahora en más. Lo único latente es un cercano acuerdo con el Fondo Monetario, pero aún el Gobierno no ha confirmado nada al respecto, así que el anuncio en medio del proceso electoral, fue más una estrategia sobre lo oportuno que una certeza determinante.

Sobre este acuerdo giran los interrogantes. Históricamente el FMI se caracterizó por no ceder demasiado y por imponer condiciones antes que aceptarlas. En este escenario es difícil que la ecuación vaya a cambiar, claro que tampoco es imposible. Pero desde la cartera de economía ya comenzaron a deslizarse presunciones sobre “el mejor acuerdo posible”. De ello pueden desprenderse varias lecturas pero ninguna favorable para la clase trabajadora. Por eso, en ese sentido, la mayoría de la dirigencia es cauta por el momento.

Está claro que no es fácil conducir los destinos del país en estas condiciones, pero las mismas históricamente nunca fueron favorables para los gobiernos populares. Se entra en un plano de definiciones y el Presidente deberá elegir. Hoy ya no le alcanza con decir que el “el triunfo no es vencer sino nunca darse por vencido” o que “la militancia es un acto de amor”. Eso en el sindicalismo no se enuncia, se practica todo el tiempo y en todas las circunstancias.

Alberto deberá comprender que llegó la hora de realizar  y que para ello tendrá que elegir si retoma la senda de la democracia social impulsada por Perón o se queda estancado en el corral sintético de la democracia liberal. Es el mercado o el pueblo. Es la Patria o la noecolonia. No hay demasiado que discutir, ni siquiera los matices.

 

 

 

19/11/2021

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